En el marco de la reciente publicación de su obra “La enervante levedad histórica de la clase política civil (Chile, 1900-1973)”, del premio nacional de Historia 2006, y profesor de la Universidad de Chile, Gabriel Salazar, el director de Radio Universidad de Chile, Juan Pablo Cárdenas, conversó con el autor sobre la evolución de la oligarquía nacional, y la irrupción de los movimientos sociales de carácter popular.
En este sentido, el historiador recordó a través de la frase de Eduardo Matte Pérez que se consigna en su libro “Nosotros, los dueños del capital y de la tierra somos los dueños de Chile. Los demás, la masa, no importan”, la forma en que se planteaban como clase dirigente quienes han manejado los destinos del país en nuestra historia republicana, especialmente los cien años que sucedieron a la Constitución de 1833 de Diego Portales, y que se encargaron de arrebatar el poder soberano al pueblo.
“Durante más de cien años, esta oligarquía gobernó el país jugando como ella quería con el sistema electoral, manipulando las urnas para cambiar los votos, controlando con la policía los procesos de votación, por eso el segundo epígrafe de este libro es de otro aristócrata de ese tiempo, que dice “y en nuestras ilusiones políticas no nos dimos cuenta que no teníamos verdaderos ciudadanos”, yo creo que ahí está la clave del libro. Es la historia de una élite dirigente que gobernó para sí misma, que absolutamente usurpó la soberanía de los ciudadanos y, en el fondo, evitaron que en Chile se desarrollara una ciudadanía realmente soberana”.
Justamente, el profesor Salazar plantea que la corriente historiográfica conocida como Historia Social de la cual él forma parte, uno de sus objetivos es cuestionar a los héroes de la Patria que la historiografía tradicional ha erigido: “Diego Portales, para empezar, no fue nunca demócrata fue tan sanguinario como Pinochet en la persecución de los que fueron derrotados en la batalla de Lircay. Es un tirano. De hecho, la oficialidad del Ejército, que en ese tiempo eran ciudadanos que deliberaban, derribaron a Portales a pretexto de que era un tirano. Y lo mataron. El único tiranicidio que ha habido en Chile. Pero este ha cambiado porque la Historia Social ha denunciado a lo que se llaman “Grandes Héroes de la Patria” han sido tiranos: O’Higgins, Portales, Manuel Montt, Alessandri, Pinochet”.
El premio nacional de Historia 2006 planteó, en relación con la irrupción de los movimientos sociales en la historia de nuestro país, que se pueden distinguir distintas etapas en su desarrollo. La primera es la más extensa, y está caracterizada por la doble exclusión que sufrió el pueblo mestizo, tanto por los españoles como por los indígenas, por lo que debieron recurrir a mecanismos de subsistencia como el robo, saqueo y los asaltos, contra un sistema que los excluyó.
No obstante, la etapa más importante para Salazar tiene que ver con la creación de las mutuales y organizaciones obreras, a través de las cuales consolidaron un proceso de autoeducación, de desarrollo de las capacidades políticas, de integración de nuevos sujetos como las mujeres en la administración de estas estructuras, en suma del surgimiento de una democracia participativa en ellas.
Y en este contexto es que surge la figura de Luis Emilio Recabarren como un sujeto articulador y cristalizador de este proceso hacia la acción política concreta, la cual tendrá sus principales hitos en la creación del Partido Obrero Socialista en 1912, primero el que luego derivará en el Partido Comunista en 1921.
Además, Salazar destaca que estos movimientos lograron generar, incluso, una asamblea constituyente que propuso que el Estado reorientara su lógica social y económica hacia una de carácter industrial y productiva, sin embargo la llegada de Arturo Alessandri al poder barrió con estas propuestas y consolidó un Estado librecambista y rentista con la Constitución de 1925.
“Lo que hizo Recabarren sobre esta cultura mutual que tuvo cien años de desarrollo, en términos de capacidad de uso de recursos, lo que hizo fue desarrollar sentido de soberanía, o de poder popular, pero un poder popular complejo. Por eso que el movimiento de ese período no fue uno de carácter peticionista, ni puramente protestante, ni de reclamo, ni de romper nada en las calles, fue un movimiento que apuntó a proponer leyes para resolver el problema económico, leyes para resolver el problema educacional, y por último una Constitución Política. Todo este movimiento llega a autoconvocarse una asamblea constituyente, que orientó el proceso constituyente a construir un Estado cuya tarea específica era desarrollar la producción, que es lo que el país necesitaba. El movimiento popular se convocó a una asamblea constituyente propia, y estableció los fundamentos que esperaba que tenía que tener el nuevo Estado”.
Con respecto de la situación política actual, Gabriel Salazar sostuvo que estamos asistiendo a una crisis de legitimidad y confianza en las instituciones, y que califica de irreversible: “Hay un hecho que es fundamental, y es que la clase política-civil, antigua oligarquía como se le llamaba, y más antiguamente aristocracia castellano-vasca, ha perdido absolutamente su prestigio, su credibilidad, su confianza, su legitimidad, porque todas las encuestas han estado indicando desde 1991 hasta hoy, que ha perdido legitimidad y hoy día está alrededor del 95 por ciento de desprestigio y falta de credibilidad, o sea es una crisis casi absoluta, y de rebote de las instituciones, de la Constitución del 80 y todas las instituciones que eso significa. Es un proceso que hay que tenerlo en cuenta, porque es irreversible y además es mundial, no es sólo Chile. En todas partes la clase política ha perdido legitimidad”.
Finalmente, Gabriel Salazar señaló que dentro de la cultura institucional del Ejército de Chile se encuentra internalizada la impunidad en la lógica de que siempre han existido enemigos internos a los cuales combatir, como fue el caso de los rotos y los mapuche en el siglo XIX, y luego los movimientos de izquierda, y eliminarlos no es un problema para ellos, sostiene el historiador.