El salmón es una especie introducida en los mares chilenos a mediados de los años setenta, este pez es carnívoro y se alimenta de la fauna endémica de zonas como Puerto Montt, Chiloé, Calbuco, y Haulaihué.
Los 35 años que la industria salmonera ha funcionado en Chile hoy tiene consecuencias. Las costas de la décima región están totalmente contaminadas porque el pelet con que alimentan a los peses en cautiverio contiene un 75 por ciento de antibióticos, lo que mezclado con las heces y los salmones muertos en descomposición generan altas concentraciones de amonio, fósforo y nitrógeno que disminuyen el oxigeno del fondo marino y generan los nutrientes para que se formen algas con altos niveles de toxicidad que han generado crisis como la marea roja.
Las comunidades de la zona no pueden comercializar sus productos por estas condiciones de toxicidad, por lo que durante este año, al igual que en el 2008 con el virus ISA, hay una profunda crisis social que se expresa en la pérdida de la vocación territorial de esta parte del país que históricamente ha sido el mar.
Rodrigo Mardones, investigador del Núcleo de Estudios e Intervención Comunitaria explica que: “No existen agentes fiscalizadores que se hagan cargo de la huella ecológica que está dejando esta industria. Entonces se mantiene este criterio de sobreproducción de salmón que nos tiene como país en el segundo lugar a nivel mundial, pero a costa de producir en un metro cúbico cuarenta kilos de salmón, siendo que en Noruega en el mismo espacio se cultivan solo cinco. Un daño sin mesura sin culpables, que tiene a la décima región como una nueva zona de sacrificio industrial”.
Pescadores artesanales sin redes
Los pescadores artesanales de las comunas de la décima región están atados de manos, ya que comentan sus dirigentes que cuando ellos le piden a la autoridad que desarrollen estudios para demostrar la contaminación de las aguas ellos les responden que no existen los recursos para hacer este tipo de levantamientos.
Por otra parte, los pescadores no pueden pescar salmones, ya que si lo hacen, al llegar a la orilla, los funcionarios de Sernapesca los esperan para multarlos por tratarse de ejemplares con propietario. En la misma línea, cuando los pescadores tiran sus carnadas al mar los salmones se las comen, ya que habitan a mediana profundidad, sin permitir que lleguen al fondo donde vive la merluza.
Rodrigo Aguilar es pescador artesanal de la comuna de Hualaihué en la provincia de Palena. Desde que tiene 14 años sale al mar y su familia se ha dedicado a este oficio por generaciones. Dice haber visto cuando llegaron las salmoneras al sur y cuando éstas comenzaron a desocupar las comunas porque ya habían agotado todos los recursos.
Este oriundo de la carretera austral y dirigente de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales plantea que: “Una falencia fundamental es que cuando estas industrias comenzaron a trabajar en este sector no hubo estudios de cómo estaban las aguas, por lo tanto cuando salieron nadie les pudo decir que ellos eran los culpables de la contaminación”.
Aguiler también es dirigente de la Caleta Aulén de Hualaihué y dice haber visto cómo las embarcaciones arrojaban la basura producida por los peces muertos de la marea roja en lugares no autorizados. Asimismo, dice que en las pesqueras obligan a los buzos a bajar y romper las jaulas para que toda la pudrición caiga al fondo marino.
En estos procedimientos el pescador dice que existen graves peligros y riesgos para quienes deben romper las jaulas. “Nosotros tenemos muchos compañeros que son buzos y ellos comentan que muchas veces han estado a punto de morir por tener que romper las mayas para que caiga la pudrición. Esto es una practica habitual de las salmoneras, ellos no respetan nada”.
Aguilar agrega: “A los operarios los obligan a desarrollar estas prácticas, porque si no lo hacen ellos lo harán otros que tiene necesidad de ganar dinero. En las salmoneras mueren muchos buzos, porque no existen las medidas de seguridad para trabajar a más de 50 metros de profundidad”.
Rodrigo Aguilar, cree que “la autoridad debería mandar a las salmoneras a sectores de mar abierto donde no causen daños tan tremendos como los que han generado en nuestras costas. Este daño es irreversible y las autoridades no toman cartas en el asunto. Va a pasar el tiempo y las salmoneras van a seguir llenándose de dólares mientras nuestras vidas se destruyen y luego se van a ir las empresas y ahí vamos a quedar sin empleos y sin mar para poder vivir”.
Industria salmonera: destrucción sistemática
En las costas de la X Región se produce un tercio de la producción mundial de salmón. En Noruega, se producen cinco kilos por metro cúbico, mientras que en las jaulas del sur se producen 40. La sobreproducción ha generado contaminaciones irreversibles en el fondo marino lo que ha hecho que la industria se esté comenzando a desplazar.
Estefanía González, Coordinadora de Océanos de Greenpeace afirma que “los 35 años de historia de la industria han generado las condiciones para que esta crisis ocurra y este año con el vertimiento, en una día, de nueve mil toneladas de salmón muerto en descomposición terminaron por reunir las condiciones para que se desatara la marea roja. Esto porque la industria pesquera está constantemente incorporando nutrientes que el mar naturalmente no tiene y con esto se generan algas con altos niveles de toxicidad”.
Asimismo, la experta reveló que “en nuestros estudios anteriores al vertimiento, teníamos certeza que los daños eran irremediables para el fondo marino de la décima región, pero nunca pensamos que aunque la autoridad sabía que existían las condiciones para que se desatara una marea roja, dio la autorización para arrojar todos estos desechos sin hacer un estudio previo. Los permisos se entregaron de un día para otro. Este no es un error, sino que una decisión del Gobierno de beneficiar a esta industria por sobre el bien de los pescadores, del mar y de todos los chilenos”.
“Creemos que las autoridades y la industria en lugar de aprender de esta crisis lo que están haciendo es que en cualquier minuto se pueda desencadenar en otras regiones del país como la de Magallanes, allá también existe un comunidad que depende de los recursos del mar, cultural y económicamente. También hay población de pueblos originarios que tienen una cultura ancestral ligada al mar y hoy lo que hizo Subpesca fue decir que no va a aceptar más solicitudes de concesiones en la región de Magallanes reconociendo que el tema esta saturado. El problema es que si el organismo y Sernapesca aprueban las solicitudes que ya están generadas solo la comuna de Puerto Natales tendría más del doble de las concesiones que tiene la provincia de Chiloé”, finalizó.