Doce millones de personas está concernidas por esta crisis alimentaria que golpea principalmente a seis países del África del este: Somalia, Sudán del Sur, Etiopía, Uganda, Yibuti, Kenia y en menor medida Tanzania.
Los factores climáticos aparecen como las principales causas, según las ONG. La sequía azota el cuerno de África por tercer año consecutivo. El problema es que en esta región, los habitantes son en su mayoría criadores y agricultores.
Para el secretario general de la ONU, se trata de una tragedia y, para evitar que se transforme en catástrofe, es necesario desembolsar 4.400 millones de dólares.
Evitar los errores cometidos en 2011 en Somalia
Para los países afectados por la hambruna, esta situación se agrava en los casos de Somalia y Sudán del Sur a raíz de los conflictos. Somalia, donde se sitúa el epicentro de la sequía, se encuentra bajo el poder del grupo terrorista islamista Al-Shahab, cercano a Al Qaida. Miles de somalíes huyen del noroeste del país para refugiarse en la vecina Etiopía, también golpeada por la crisis.
Cerca de tres millones de somalíes necesitan hoy ayuda humanitaria de manera urgente, según la ONU, y otros tres millones se encuentran en una situación de peligro mayor. Todo el país se encuentra afectado, y en las zonas rurales el ganado muere, las poblaciones migran hacia los pozos de agua y las ciudades, alimentando las tensiones entre comunidades. En los mercados, los precios se disparan.
Varias ONG, entre ellas el Comité Internacional de la Cruz Roja, ya han empezado a repartir alimentos. “En 2011, cometimos varios errores, no reaccionamos lo suficientemente rápido. Cuando reaccionamos, ya era tarde. Este año no es demasiado tarde pero hay que hacer lo posible para que 2011 no se repita nunca más”.
De los 825 millones solicitados por la ONU, sólo 100 millones llegaron, otros 300 millones deberían sumarse antes de abril. Entretanto, Abdurahman Sharif, director del consorcio de las ONG de Somalia, se muestra preocupado por las modalidades de distribución de la ayuda humanitaria.
“Hay puestos de control, por ejemplo de Mogadiscio a Baidoa cada 10 o 20 kilómetros por ejemplo. Le pedimos al gobierno que interviniera para que haya bloqueos en estas rutas. El otro problema es que no tenemos visibilidad a nivel internacional sobre si las agencias humanitarias pueden negociar el acceso para distribuir ayuda en los territorios controlados por los Al-Shahab”, afirma.
El sur de Somalia sigue siendo inaccesible para los trabajadores de las organizaciones humanitarias. Las ONG utiliza este año el envío de dinero a través de teléfonos celulares para llegar a los damnificados más aislados.
Refugiados sur-sudaneses en Uganda
En Sudán del Sur, unas cinco millones de personas (la mitad de la población) se encuentra en medio de una crisis alimentaria mientras el país vive una guerra civil que dura desde hace cuatro años. Más de 1,5 millones de sur-sudaneses han debido huir de su país. La mitad fue recibida por la vecina Uganda, donde 700.000 refugiados llegaron desde julio.
Después de haber sido recibidos en la frontera, los refugiados reciben un plato de avena. Los más débiles son tratados de manera más específica. Aunque la crisis no es comparable con la de 2011, no cabe duda de que a los refugiados les hacen falta alimentos.
“Pienso que tenemos que ser claros. Los sur-sudaneses sufren”, estima Charles Yaxley, portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU. “Y muchos de los refugiados señalan que para sobrevivir tuvieron que encontrar frutos en la maleza.
Otro dicen que se vieron obligados a tomar agua contaminada de cursos de agua. Muchos llega a Uganda en un pésimo estado de salud”, agrega.
Para el Programa Alimentario Mundial (PAM), lo más difícil de esta crisis es la cantidad de personas que hay que ayudar. “Las necesidades se han prácticamente triplicado y crecen cada día”, asegura Pedro Mato, je del programa del PAM. “Cada día llegan unas 2.000 personas desde hace siete meses. Esto significa que nuestras necesidades son de ahora en delante de 16 millones de dólares por mes, y sólo en concepto de alimentos. Este mes dimos asistencia alimentaria a 1,1 millones de personas. Si el número de llegadas continúa con estas proporciones, tendremos que ayudar a 1,8 millones de personas de aquí a fin de año”, recalca.
El PAM ya ha debido restringir las raciones alimentarias de ciertos refugiados. Si la colecta de fondos no mejora, la ONG prevés nuevos recortes en el reparto de alimentos. Las necesidades del PAM son de 67 millones de dólares para los seis próximos meses. En 2016, el UNHCR recibió apenas el 36% de los 251 millones de dólares necesarios. Según las previsiones más pesimistas, el número de refugiados en Uganda de aquí a finales de 2017 podría alcanzar los dos millones de personas.
Uganda es el principal país de África en térmico de acogida de refugiados.
Menos agua y zonas de pastoreo en Etiopía
En Etiopía, se estima que unas cinco millones de personas son víctimas de inseguridad alimentaria, principalmente a causa de la sequía que se repite. La principal zona afectada se encuentra al sur del país, en una fronteriza con Kenia.
“Es una zona de pastoreo con mucha poblaciones nómadas que necesitan alimentar a su ganado”, explica Aurélie Férial, directora regional adjunta de la organización Acción Contra el Hambre. “Hoy, las fuente de agua están seca en un 50%, por lo que hay una enorme migración en el interior de la región pero también alcanza la región transfronteriza. El problema es que del otro lado de la frontera la situación es exactamente la misma. Las zonas húmedas se han secado y no hay pastizales. Así que se crean conflictos alrededor de lugares con agua y pastizales”, añade.
Férial subraya que pese a las iniciativas del Estado y de su ONG, la situación es crítica y podría empeorar. “Por ahora, el gobierno está muy activo, organiza distribución de alimentos y aprovisiona en agua los camiones cisterna. Las tasas de casos que deben ser tratados por malnutrición se disparan. Por ahora, logramos aún mantener el ganado, que es la principal fuente de existencia de estas poblaciones afectadas. La próxima etapa, si no llega la lluvia, será matar el ganado. Tememos lo peor…”.