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Encuestas y consultas

Columna de opinión por Argos Jeria
Domingo 13 de septiembre 2009 22:56 hrs.


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Las encuestas presidenciales han adquirido gran relevancia en la práctica política en nuestro país. Desde el punto de vista de la metodología seguida y del tamaño y composición de la muestra (número y distribución de los encuestados) hay unas más confiables que otras, y sus resultados son esperados con un ánimo parecido al de los espectadores de las carreras de caballos. De manera muy natural, cada candidato – o su equipo de analistas – extrae de la encuesta lo que más le conviene. Fíjese en la última; quien obtiene el mayor porcentaje en primera vuelta enfatiza la posición (voy ganando), en tanto que el candidato que resulta en tercer lugar muestra que su votación ha subido (voy entrando por los palos). El candidato que aparece en segundo lugar muestra que en segunda vuelta habría un “empate técnico” entre él y el presunto puntero, que la diferencia es estadísticamente nula y que, finalmente, él ganaría estrechamente (por nariz).

Dada la descomunal importancia que se otorga a este tipo de instrumento de medición y predicción de preferencias, no alcanzo a entender por qué no surgen preguntas que parecieran no sólo evidentes sino necesarias para poder comprender bien el alcance de los resultados. Una de las interrogantes centrales en el actual panorama pareciese ser el resultado que habría en segunda vuelta si el candidato de la derecha se enfrentara con uno u otro de los dos candidatos más probables. Pues bien; la consulta acerca de preferencias tiene dos resultados en la última encuesta. Uno de ellos es llamado encuesta “en urna” y el otro “en formulario”. Cada uno se puede mostrar según el universo considerado: total o inscritos solamente. Resulta que las encuesta en urna y de formulario (inscritos) arrojan resultados distintos; parecidos, pero no iguales. En particular, cuando Piñera es enfrentado a Frei el resultado en porcentajes es 42-39 con el primer instrumento y 39-39 con el segundo, considerando sólo los inscritos en los registros en ambos casos. Si se nos dice que la encuesta tiene alto grado de confiabilidad, ¿Cuál es la razón de la diferencia?  

Le hago notar que los resultados reportados como “en formulario” (inscritos) son los únicos que se muestran también en su evolución, es decir, cómo varía el apoyo a cada candidato desde Junio del 2008 a Agosto del 2009 (cuatro encuestas) considerando sólo a quienes están habilitados para votar. Pues resulta que aquí se lleva uno otra sorpresa: Frei evoluciona 31-34-39-39 y Piñera lo hace 46-44-39-39. La sorpresa no es provocada por la evolución (que es más bien informativa) sino por la reacción del comando del candidato que sube, Frei, que mostrara más bien abatimiento. Como apuntara antes, Marco Enríquez ha enfatizado su crecimiento ¿Por qué no lo ha hecho Eduardo Frei? Otra: tanto en urna como en formulario la votación considerando el total de encuestados (inscritos y no inscritos) muestra una mayor diferencia a favor del candidato Piñera, lo que podría explicar el empeño de su comando por alargar el período de inscripción.

Hablando de elecciones, alcancé a votar sólo una vez antes del golpe, con vocales de mesa sorteados de entre los allí inscritos, con apoderados de mesa como testigos garantes y con cifra repartidora (democracia representativa). Los jóvenes de hoy saben que nuestro sistema bi-nominal fue establecido en la constitución de 1980 (refrendada durante el gobierno de Lagos). Lo que pocos saben (y otros pretenden no recordar) es que tal constitución fue “legitimada” en una consulta realizada el 4 de Enero de 1978, luego de que las Naciones Unidas se pronunciara en contra de la represión en nuestro país. La consulta se hizo sin registros ni padrón electoral, sin apoderados de mesa, con encargados escogidos de entre los partidarios del régimen. Sólo se solicitaba pronunciarse con respecto a un texto que en parte decía “…respaldo al presidente Pinochet en su defensa de la dignidad de Chile y reafirmo la legitimidad del gobierno de la República para encabezar soberanamente el proceso de institucionalización del país”. Bajo el texto, las alternativas: SI, con una bandera chilena, y NO, con un rectángulo negro. En esa época no eran necesarias las encuestas; las metralletas y una consulta eran suficientes. Con el 75% oficial informado por el SI, la derecha se hizo cargo de la institucionalización construyendo una constitución que se aprobó en condiciones parecidas en 1980. Le dejo como tarea averiguar qué civiles controlaron ambas farsas. Y a pesar de los pesares, en el año 2009 seguimos buscando el Bello Sino.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.