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La Concertación no tiene la palabra

Columna de opinión por Ignacio González
Lunes 5 de abril 2010 20:05 hrs.


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Tras sus justificadas críticas a la forma de vender las acciones de LAN por parte de Sebastián Piñera y los errores en la nominación de diversas autoridades, a la Concertación se le acabó el discurso. Se quedó virtualmente muda.

Es difícil hacer oposición en este momento, debido a una realidad abrumadora que lo condiciona todo: los efectos del terremoto. Existe un enorme campo arrasado y en semejante terreno, la iniciativa corresponde al Ejecutivo. En un momento de crisis como el actual, las críticas de poca cuantía podrían sonar mezquinas y disonantes. A la oposición, entonces, no le queda más que observar cómo actúa el gobierno.

En virtud de ello, la Concertación se ha ido centrando en sí misma. No hay ningún líder que, en el actual momento, muestre una estatura evidentemente superior, capaz del gesto decisivo para lograr el ordenamiento. ¿Lagos? Se está repitiendo un tanto en su propósito de fijar líneas desde una posición eminente. Pareciera haber perdido el sentido de las proporciones. Quizá sus propuestas encontrarían eco en un país más sofisticado políticamente. ¿Bachelet? Ha tenido la actitud más sabia, porque ha sido más cauta y pretende intervenir sólo lo justo. Al menos, tiene un capital real de respaldo que mantener. Pero no quiere parecer decisiva –o intentar serlo- para trazar el rumbo a la coalición opositora.

Dentro de la desorientación y el shock post sismo que sólo muy lentamente van cediendo, la Concertación tiene varios asuntos pendientes. Primero, quiénes dirigirán cada uno de sus partidos integrantes. Segundo, qué conclusiones constructivas podría sacar de su derrota electoral.

En este punto, se registra una opinión mayoritaria, la que dicta el sentido común. ¿Por qué perdió la Concertación? Basta conversar con la gente de a pie (o haberles preguntado en vísperas de las elecciones, cuando cada cual quería testear el ambiente) para darse cuenta de por qué cambiaron de bando y le entregaron el porcentaje decisivo a Piñera. Una traducción de sus sentimientos indica que cambiaron su preferencia porque la Concertación estaba desgastada; porque el desgaste político es inevitable, aun con los mejores gobiernos; y porque, en consecuencia, la gente se cabreó y quería un cambio. Atacar a la ex Presidenta Michelle Bachelet es un error o una explicación simplista. Quienes la formulan quieren sacarse su frustración, o quedar más o menos bien, buscando un culpable.
Pero, al margen de todo lo anterior, la cuestión principal pendiente para la Concertación es determinar qué ofrecerá al país como alternativa frente al régimen de la derecha. Esto es, una agenda de la semana a semana, mes a mes, y a mediano y largo plazo.

El senador Ignacio Walker indicó que el conglomerado todavía no encontraba “el tono” para hacer oposición. Quizá fuese más exacto pensar que aún no logra definir los temas en los que debe enfrentar o cuestionar al régimen. Puede ser que porque dichos ítems todavía no se definen ni se configuran a tan poco tiempo del inicio de la nueva administración.

Piñera gobierna con comodidad ante unas huestes adversarias que todavía no encuentran propuestas o convocatorias orientadoras. Lo probable es que sólo después de que el régimen presente sus proyectos de ley para la reconstrucción los opositores comiencen a encontrar puntos sobre los que reanudar su acción política. Sin embargo, para que la Concertación intente ser lo más certera posible y reflexione sobre sus imprudencias verbales y confusiones, debe tener en claro lo que cualquiera puede observar: sacar a la derecha de La Moneda será una tarea harto difícil.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.