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El Mundial de la esperanza

La sociedad sudafricana hace 16 años dejó atrás el apartheid, sin embargo, persisten temas pendientes como mejorar el acceso a la salud, educación, vivienda, trabajo y otros para el 79,5 por ciento de la población negra, además de unos 12 millones de habitantes que viven en la pobreza, lo que configura un cuadro de incertidumbre para el futuro. En este escenario el Mundial de fútbol aparece como un espacio de unidad y esperanza para los 48 millones de africanos y también para un continente que no debería quedarse abajo de la globalización.

Cristián Zúñiga Pozo

  Viernes 11 de junio 2010 20:09 hrs. 
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El deporte une a las personas y a los pueblos. Ese principio lo conocía Nelson Mandela, líder político sudafricano, Premio Nobel de la Paz 1993, desde que en 1995 utilizó el rugby como un elemento de cohesión social para terminar con el apartheid. El mismo en que ahora se basó para impulsar la realización de la Copa del Mundo que le adjudicó la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) en su XIX versión.

Sudáfrica había perdido la sede del campeonato 2006 a manos de Alemania y, luego de esto, los dirigentes de la FIFA decidieron establecer un criterio de “rotación continental” que permitiera asegurar que el certamen siguiente sería jugado en África, uno de los grandes continentes que no había albergado el evento.

África es el tercer continente del mundo por extensión geográfica después de Asia y América. Su población es de 910 millones 844 mil habitantes,  tiene 53 países, siendo todos ellos miembros de la Unión Africana, con excepción de Marruecos.

Sudáfrica es un país multicultural, situación que se concretó desde que los colonos holandeses y británicos que llegaron al país en el siglo XIX se hicieron cargo de la formación y administración del Estado, además de la explotación de las riquezas naturales (diamantes, oro, platino) únicas en el mundo en cantidad y calidad.

En 1948 los colonos instauran el sistema de segregación racial (apartheid) hasta 1994. Se trataba de una forma de vida excluyente en la mayoría de los planos de la sociedad: política, social, económica, salud, educación y otros que marginaba a la población negra donde los blancos tenían ventajas y derechos políticos que se negaba a la gente de color.

Los efectos negativos de este sistema de discriminación que dominó el país por casi 50 años no han sido fáciles de superar. A pesar de que Sudáfrica exhibe mejores índices que todos sus vecinos, un 25 por ciento de la población es pobre ( unos 12 millones de personas) y sobreviven sólo con 1,25 dólares diarios.

La violencia y la delincuencia son otros flagelos que afectan en gran medida una mejor integración social (79,5% negros, 9,1% de blancos y 8% de mestizos y 4% otros). Las últimas cifras oficiales revelan que se perpetran cerca de 50 mil homicidios al año, lo que representa ocho veces los asesinatos que se registran en Estados Unidos, país con 310 millones de habitantes.

Esta situación de criminalidad ha llevado a que desde la caída del régimen del Apartheid casi un millón de sudafricanos blancos (un 16% del total) han emigrado, sobre todo a Reino Unido y Australia ante el incremento de la inseguridad y de las medidas de discriminación positiva a favor de los negros.

De esta manera, el campeonato de fútbol es visto por sus líderes, entre ellos Nelson Mandela, como una oportunidad para avanzar en el proceso de reconciliación nacional que lleva adelante el Consejo Nacional Africano (CNA), partido gobernante y lograr una mejor  cohesión social.

“Desde el punto de vista sudafricano es consolidar lo iniciado por Nelson Mandela quien utilizó el rugby como un elemento de cohesión interna y ahora con el Mundial de fútbol coloca al país enfrentado a consolidar el proceso de integración multicultural que ha llevado a cabo en los últimos años. En el caso de Latinoamérica se empieza a mirar un continente que no está en nuestra agenda. Europa tiene africano o afro americanos, en el caso de Estados Unidos que ha tenido un vínculo con ese continente, pero América Latina no ha tenido nunca ese vínculo y esto coopera que a través del fútbol se cree esa vinculación que puede ser más interesante”, explicó Guillermo Holzmann, cientista político y académico del Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile.

Con este evento deportivo el mundo se va a dar cuenta de lo bonito, lo organizado y lo mágico que puede ser Sudáfrica, lo que en el largo plazo va a aumentar las posibilidades del turismo. La idea es que los visitantes vayan a los otros países de la región. Presentar el certamen como una copa africana y no sólo sudafricana, lo que toca un poco con el rol del país en el continente.

La sede del Mundial es el país más desarrollado, pero además de los  problemas de xenofobia, las grandes multinacionales sudafricanas desde 1994 se han expandido por todo el territorio, comprando pequeñas empresas y armando grandes centros comerciales.

“Las Naciones Unidas y otros organismos han planteado de que todas las Metas del Milenio asociadas a reducción de la pobreza, acceso a la Educación y a la Salud, el continente más atrasado es África donde vive la mayor cantidad de pobres, la mayor cantidad de desnutridos y es el continente que hoy requiere la ayuda porque si ese continente se queda atrás en relación a lo que todo el resto del mundo está consiguiendo, sin lugar a dudas, va a implicar un conflicto y el surgimiento de una violencia que nos va a afectar a todos” , explicó el académico.

Es por eso que la máxima justa deportiva le llega también como un regalo del cielo a este país, pues la consultora estadounidense Grant Thornton elaboró en diciembre pasado un informe en el que se estimaba que el impacto económico del mundial sería de unos 7.325 millones de dólares.

El dinero que se genera por medio del fútbol equivale a la 17 economía del mundo, que mueve 500.000 millones de dólares anuales.

Además, entre otras cifras, se estima la visita de 480 mil turistas que dejarían cerca de 1.117 millones de dólares durante el mes que durará la competencia.

Con estos ingresos, además de la exposición mediática e internacional que tendrá el país de Mandela, podría en el futuro invertir en mejorar la calidad de vida de sus habitantes, siguiendo en la interminable lucha por derrotar la discriminación y la delicuncia. Pero además, podría cambiar la mirada que el mundo tiene del, hasta ahora, relegado continente negro.

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