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Delanteras escuálidas

Columna de opinión por Argos Jeria
Lunes 5 de julio 2010 9:05 hrs.


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Hasta bien avanzada la década de los sesenta los equipos de fútbol tenían una formación tres-dos-cinco. Así es: cinco delanteros que rara vez bajaban de la mitad de la cancha. Los jóvenes de hoy nos miran raro cuando nombramos la delantera chilena del mundial del 62 (Ramírez, Toro, Landa , Fouilloux y Sánchez), de Colo-Colo (Moreno Hormazábal, Soto, Toro y Bello) o de la Universidad de Chile (Musso, Álvarez, Campos, Marcos y Sánchez). Si hasta Barrabases respondía a ese esquema, con Chico, Torito, Pirulete, Guatón y Pelao. Por eso la figura del puntero izquierdo – inmortalizada por Benedetti en su cuento homónimo – se refería a un delantero, a un hombre de gol. Para que los jóvenes se hagan una idea más precisa, hago notar que en ese campeonato mundial realizado en Chile el equipo suizo llegó con una fórmula revolucionaria que fue pronto bautizada como “el cerrojo suizo”, estructurado con cuatro defensas, dos medio campistas y cuatro delanteros. Fue el nacimiento del cuatro-dos-cuatro, que regiría luego por un buen tiempo.

En sólo cuarenta años hemos llegado a formaciones que privilegian la defensa y el contragolpe, con pocos delanteros netos – incluyendo no pocos casos de sólo un jugador en ofensiva – y los así llamados carrileros, una suerte de mezcla entre defensa lateral y puntero. En este panorama, incluso el “cerrojo” antes descrito resulta un esquema extremadamente ofensivo ¿Cómo ha cambiado tanto este aspecto táctico en el deporte más popular del planeta? Creo que el asunto radica en una característica fundamental del fútbol: la única medida de la ventaja que lleva un equipo sobre otro – el gol – ocurre pocas veces durante un partido. En deportes colectivos de enfrentamiento como el básquetbol, el waterpolo, el voleibol o el béisbol, el punto, el gol o la carrera ocurren con bastante más frecuencia que en el fútbol, donde un 4-0 es una goleada. En esos otros deportes es muy poco probable que un mal equipo derrote a uno bueno. En cambio en el fútbol un equipo de jugadores hábiles puede ser neutralizado por una defensa numerosa y aplicada. Solía pensar en esto como una característica negativa del popular deporte, pero me he convencido de lo contrario, pues un grande está menos seguro de superar al débil, lo que introduce una saludable incertidumbre.

Tanto en el escenario local como en los torneos internacionales se observan inequidades enormes en el salario de las plantillas de los equipos. Sin embargo, las goleadas no son la norma sino la excepción. Lota le puede ganar al Colo y Uruguay a Alemania. Y esto me suena bien; me parece que hay por ahí flotando una metáfora para los buscadores del Bello Sino.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.