Memoria de una visita a la cárcel

  • 31-08-2010

La semana pasada murió Guillermo Blanco, escritor, cristiano, consecuente humanista, auténtico y constante en sus letras y sus quehaceres. Yo lo conocí en 1986 en la Cárcel Pública, donde el escritor y periodista nos visitó a los presos políticos de entonces, una fría mañana de invierno durante la Dictadura de Pinochet. El escritor fue a entregarnos un reconocimiento por nuestra participación en un concurso literario que organizó junto a la también escritora y humanista Mónica Echeverría, la Fundación Mapocho y la Sociedad de Escritores de Chile.

De ese encuentro recuerdo su amabilidad y su pequeño gozo, por haber logrado ingresar a la Cárcel, unas medallas para reconocer nuestras letras e inspiraciones, sorteando las revisiones muchas veces vejatorias de los carceleros. Durante su visita, don Guillermo me contó que cuando el coronel a cargo fue informado de quién estaba entrando a la Cárcel, a través de un suboficial lo invitó a su oficina donde le preguntó respetuosamente a quién venía ver. El le respondió que venía a ver un escritor. El oficial con algo de sorna respondió que era la primera noticia que tenía de que en la Cárcel hubiera un escritor. Al parecer, dado el respeto que inspiraba su figura,  el coronel no insistió en sus descalificaciones,  dando a entender que estaba facilitando el ingreso del escritor al recinto carcelario sin sufrir los atropellos que imponían las revisiones a los que ingresaban al penal en esos tiempos. La neta es que don Guillermo ya había sido revisado, al igual que Ariel Dorfman y Mónica Echeverría, ellos traían colgadas al pecho unas medallas que eran nuestras distinciones, se notó, bromeábamos con ellos, que tenían santos en la corte celestial. Los acuciosos revisores no sospecharon o no se atrevieron a revisar las medallitas, con ellas nos premiaban en el concurso de poesía y prosa para presos políticos Benjamín Muloise, un poeta sud africano ahorcado en 1985 por el gobierno del “aparhteid”.

El escritor y periodista estaba conmovido, nosotros agradecidos con él y todos los visitantes… era un día particular para nosotros. Que  nos visitara  una persona tan cabal, borraba en algo la ignominia sin defensa a que nos había sometido el Ministerio del Interior de la época y los diarios que servían al ministro del Interior de aquel entonces, quién, a veces se exasperaba más que el propio dictador, porque la gente ya protestaba más abiertamente, y el ministro reprimía hasta la muerte.

En memoria a don Guillermo, agradezco a todos los creadores que nos visitaron en esos años, a Gonzalo Robles, a Coca Guazzini, a Malucha Pinto, a Raúl Zurita, a Carlos Ortúzar y a Jaime Valenzuela de Talleres del Mar, a Mónica Echeverria, a Ariel Dorfman, a Rufino y otros que en este momento se me escapan. Las almas valientes como la del Premio Nacional de Periodismo Guillermo Blanco ayudaron al resurgimiento de la libertad y contuvieron a los abusadores.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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