El magnate y primer ministro italiano, quien pasó parte de la semana en Corea del Sur por la cumbre del G20, se niega a renunciar y a abrir una nueva fase de negociaciones luego de haber perdido el respaldo de uno de sus principales aliados, Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados.
Los disidentes de la coalición de derecha de Berlusconi, los llamados “finianos”, confirmaron que retirarán el lunes un ministro, varios vice-ministros y dos secretarios de Estado, lo que obligará a Berlusconi a cambiar de todos modos su gabinete.
Una guerra de mociones, una a favor presentadas en el Senado, donde goza de amplia mayoría y otra en contra, presentada por la oposición de izquierda en la Cámara de Diputados, donde perdió la mayoría, retratan el clima confuso y ansioso que se vive en la península y que muchos editorialistas califican del “fin de un régimen”.
La plana mayor del Partido de la Libertad (PdL), después de tres horas de reunión, erigió una verdadera muralla de protección alrededor de su líder y advirtió que no aceptará formar un nuevo gobierno “con otro premier”.
Para calmar los ánimos, el vocero del PdL en la Cámara de Diputados, Fabrizio Cicchitto, prometió que se verificará si el gobierno goza de la mayoría en el Parlamento y si se confirma el apoyo “se sigue adelante”.
Chichitto quiere que se respete el calendario y se vote primero la ley de presupuestos, “una prioridad en un momento de crisis económica” y postergar las votaciones de las mociones, lo que serviría a evitar elecciones anticipadas o la formación de un gobierno “técnico” con una duración limitada.
El semanario L’Espresso trae este viernes en la carátula una foto de la estatua del emperador romano Berlusconi que se desmorona, la cual refleja con una imagen la sensación que muchos observadores, politólogos y editorialistas han descrito: “el derrumbe de todo”.
“El hundimiento de Pompeya. Las inundaciones en Veneto. La agonía de la mayoría, la economía paralizada, sin hablar de prostitutas y bunga bunga (orgías). Hay que reconstruir Italia”, resume la revista.
Además de las peleas entre la llamada casta política, de las que no se puede predecir el resultado, el principal líder del país desde hace quince años está sumergido en el desprestigio moral.
“Berlusconi tiene las horas contadas. En poco tiempo Italia se liberará de un cáncer que ha destruido la economía nacional, deshonrado las instituciones y manchado los valores morales”, aseguró Leoluca Orlando de “Italia de los Valores”, movimiento anticorrupción.
Los excesos y abusos del magnate de las comunicaciones en el ejercicio del poder han suscitado críticas y protestas de medios de comunicación, industriales e inclusive de la iglesia italiana.
Dos vídeos divulgados esta semana en los que se ven esculturales chicas entrar a la residencia privada del primer ministro sin ser sometidas a los controles del caso, contribuyeron a mermar la imagen de Berlusconi, ya gravemente afectada por el llamado caso Ruby, una menor de edad marroquí.
La Comisión Parlamentaria Italiana para la Seguridad (Copasir), solicitó la comparecencia de Berlusconi para que explique su sistema de seguridad debido a la presencia de “numerosas personas”, buena parte de ellas prostitutas de lujo, en sus residencias.