Desilusión primó en los representantes universitarios tras la primera reunión con el Presidente Sebastián Piñera, que casi se vio abortada por la tragedia de Juan Fernández que enlutó a todo el país. Finalmente el encuentro se llevó a cabo, pero no satisfizo las expectativas mínimas de los miembros de la Confech.
Al respecto, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Serena, Laura Palma, indicó que el primer acercamiento oficial con el Gobierno “era una instancia necesaria, ya que el Presidente no tenía muy claro cuáles eran nuestros planteamientos y los argumentos respectivos. Se valora de toda maneras, pero quedó claro que el Gobierno no le ha tomado el peso real al movimiento estudiantil”.
En relación a lo lejanas que se ven las posturas de uno y otro sector, Palma manifestó que “salimos bastante desilusionados de la reunión. Tampoco esperábamos salir con una solución en las manos, pero sí teníamos la esperanza de que hubiese avances y/o nuevos planteamientos en torno a esto”.
“El Presidente presentó las mismas propuestas que hace un mes, las mismas de Lavín y de Bulnes. Además que sigue orientando las políticas educativas al modelo ya existente y otorgando más espacio para los privados, restando importancia al rol garante que debiese tener el Estado”, agregó.
Respecto a la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Ejecutivo, la dirigenta lo consideró “bastante difícil”: “No están dispuestos a ceder en nada, porque existen claras imposiciones ideológicas que no compartimos. Además, no quieren acceder a generar a un real debate en torno a qué proyecto educativo queremos construir, por qué no concebimos lo mismo por calidad, ya que ellos creen que es cosa de cantidad. Ni concebimos lo mismo por rol del Estado, ni por educación como un derecho fundamental”, explicó.
Laura Palma subrayó, no obstante, que la respuesta oficial de la Confech a la propuesta de trabajo del Gobierno solo se conocerá el jueves, luego de la reunión de la organización en Talca, y que no han logrado garantías como frenar los proyectos enviados al Parlamento y tener un debate televisado: “Cuestiones esenciales para recuperar confianza y no sentir que nos meterán un gol, como el 2006”, finalizó.