Una positiva proyección realizó el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, esta semana en un seminario Icare, donde aseguró que es posible que en 2018, Chile presente un nivel de ingresos per cápita de 22 mil dólares, cifra que nos dejaría a las puertas del desarrollo. El jefe de las finanzas públicas indicó que nuestro país “nunca ha estado en mejor posición” para alcanzar esta meta y que “estamos bien encaminados” en ese sentido.
Sin embargo, economistas se muestran escépticos frente a este escenario. Pese a que en los últimos años Chile ha logrado crecer por sobre los promedios del mundo, los especialistas plantean que una de las condiciones básicas para cumplir este cometido es mantener tasas de crecimiento cercanas al 7 por ciento de aquí al 2018. Un indicador que ya no sería posible alcanzar este año porque se espera que nos ubiquemos cerca del 4 por ciento, influido por la crisis europea.
El gerente general de la consultora Aserta, Hernán Frigolett, precisó que “el concepto de desarrollo económico está anclado en un indicador que es muy volátil: el precio del cobre elevado y el tipo de cambio relativamente bajo. Pero también va más allá. Tiene que ver con el bienestar de la mayoría de la población y, en este caso, el ingreso per cápita es ajeno a la mayoría de los chilenos que viven en condiciones de ingresos mensuales y anuales que están muy lejos de este per cápita”.
De hecho, según un estudio elaborado por la Fundación Sol, aunque el ingreso per cápita promedio de Chile en la actualidad es de 16 mil 700 dólares, el 60 por ciento de los chilenos no supera los 3 mil 500, mientras que el 0,1 por ciento más rico genera cerca de 112 mil dólares per cápita anualmente.
En esa línea, el economista de la fundación, Marco Kremerman, indicó que “aunque el Producto Interno Bruto Chile crezca y si eso no está bien repartido, el desarrollo va a ser para un grupo minoritario”. Por otro lado, Kremerman agregó que aunque las personas tengan la posibilidad de acceder a un salario más alto, lo hacen a costa de su calidad de vida, ya que el 30 por ciento de los trabajadores asalariados en Chile trabaja 56 horas a la semana, con índices de precariedad que se acentúan cada vez más.
Por lo mismo, el académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Joseph Ramos, sostuvo que es necesario implementar una reforma tributaria que logre emparejar la cancha, tal como se ha aplicado en naciones con ingresos similares a los chilenos.
“Hay países parecidos a nosotros en nivel per cápita como Polonia y Portugal, que antes de impuestos tienen desigualdades parecidas a la nuestra, de 13 o 14 es a 1. Pero después de pagar los tributos, esas diferencias se reducen a 9 es a 1. Eso sería lo que uno quisiera que el sistema tributario hiciera y eso implica, probablemente, la eliminación o la fuerte reducción de gran número de exenciones que benefician principalmente a las personas de más altos ingresos de nuestro país”, explicó el profesor Ramos.
Los expertos coinciden en que una vez que se genere mayor recaudación es imprescindible en invertir en ámbitos que logren mejorar los índices de Desarrollo Humano poniendo el foco, en especial, en la educación. Pero además señalan que es necesario superar algunas fallas estructurales en el mercado del trabajo, consagrando la capacitación para lograr mayores compensaciones, sumado a una mejor posición frente a negociaciones colectivas.
Es por eso que si la situación se mantiene tal como en la actualidad, las optimistas expectativas del Gobierno podrían ser alcanzadas a costa de la mantención de las profundas inequidades que han caracterizado a al escenario económico nacional en las últimas cuatro décadas.