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Es la hora de cambios radicales en la ciudad

Columna de opinión por Julio Hurtado
Lunes 16 de abril 2012 8:45 hrs.


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El ambiente de descontento social que vive nuestro país sin duda que está poniendo en jaque la gobernabilidad, la estabilidad política e incluso la viabilidad del modelo de desarrollo de nuestra sociedad.

Resulta curioso que este fenómeno se haya presentado tan repentina y radicalmente. Curioso, ya que las cifras a nivel macro son buenas (especialmente teniendo en cuenta el colapso económico de la región y de las economías centrales), y al hecho que, en los aspectos centrales, no hay una gran diferencia de esta administración con los gobiernos anteriores.

No cabe duda que uno de los eslabones más débiles de la estructura de nuestra sociedad, se centra en la inequidad de nuestras ciudades. Este es un año de elecciones a nivel local, lo cual está íntimamente vinculado al supuesto reforzamiento de la sociedad civil, producto de las movilizaciones de 2011.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre la opinión de la gente contribuye a la democratización de la ciudad. Tal es así que, si hiciéramos una encuesta, tal vez nos mostraría que la mayoría de la población está a favor de la derogación del impuesto específico de la gasolina. Sin embargo este es un impuesto progresivo que favorece a las mayorías y que desincentiva el uso del automóvil (menos congestión y menos contaminación) y además, el 70% del impuesto lo pagan el 20% más rico de la sociedad.

No olvidemos que hace algunos años atrás hubo una gran movilización ciudadana para cambiar el trazado de la Costanera Norte. Los movilizados tuvieron éxito, pero con la nueva localización de ese proyecto vial se enajenó el rio y se trituró la ciudad. Tras el nuevo trazado, los movilizados no dijeron nada. Si le preguntáramos a los habitantes de Castro, seguramente la mayoría estaría a favor de la construcción del mall, incluso de ese adefesio.

Por lo tanto, en el proceso democratizador de la ciudad, es fundamental, junto con la participación ciudadana, la concurrencia de técnicos y de políticos empoderados en el tema urbano. El equilibrio entre esas tres fuerzas permitirá la aplicación de medidas radicales para terminar con la inequidad de nuestras ciudades.

En primer lugar, se deben demoler o arreglar aquellas agrupaciones de vivienda social de mala calidad que se sitúan en la periferia de la ciudad y que muchos de sus propietarios han abandonado. En segundo lugar se debe realizar una cuantiosa inversión en la creación de equipamiento y espacio público en las periferias pobres. Para ello se debe seguir el ejemplo de la ciudad de Medellín.

En tercer lugar, se debe realizar una política pública que incentive la construcción de vivienda para las clases medias en la periferia. En cuarto lugar, nunca más construcción de viviendas sociales en periferia exclusivas para pobres. Debe existir una política de retención de pobres en los centros históricos. También, todo nuevo emprendimiento urbano debe significar un porcentaje  de vivienda social.

Es decir, toda nueva iniciativa debe conllevar mezcla social, lo cual debe ser reforzado con vigorosas políticas de transporte público.

Solo si se actúa de manera radical, la ciudad podrá ser un espacio de encuentro social y democrático y un elemento igualador de oportunidades.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.