El pasado 17 y 18 de mayo la Ciudad Universitaria de México fue sede de una importante reunión -sin precedente- de 74 Rectores de la región latinoamericana y 14 panelistas de expertos en rankings internacionales, que incluyó la participación de cuatro editores de importantes sistemas de evaluación universitaria mundial.

El encuentro, convocado por los Rectores Dr. Rubén Hallu, de la Universidad de Buenos Aires; Dr. Ignacio Mantilla, de la Universidad Nacional de Colombia; Dr. José Narro Robles, de la Universidad Nacional Autónoma de México y por el propio Rector Víctor Pérez Vera, de la Universidad de Chile, culminó con un documento consensuado por los participantes que aspira a contribuir en el mejoramiento de estos instrumentos de medición y ordenamiento de las instituciones de educación superior.

“Este encuentro nos ha permitido entablar un diálogo entre las Universidades latinoamericanas y los rankings. Como universitarios creemos que el intercambio de opiniones es la mejor manera de resolver discrepancias y de lograr acuerdos. Tenemos la esperanza de que conjuntamente -las universidades de América Latina y las instituciones responsables de los rankings- podamos mejorar los instrumentos y llegar a evaluaciones comparativas que sean más útiles para todos los interesados y que sean más justas y rigurosas”, expresó el Rector Pérez Vera durante su presentación final, en la clausura de este encuentro, primero en su tipo.

Focos de atención propuestos por el Rector de la U. de Chile

Junto con agradecer la generosidad de las exposiciones de los representantes de las instituciones que preparan y publican los rankings que concentran la atención del mundo, el Rector expuso ante la audiencia los acentos que a su juicio debieran tener toda evaluación de universidades.

“Cualquiera que sea el ranking -planteó- debiéramos (las universidades) exigirles a éstos el cien por ciento de transparencia en cuanto al conocimiento de la información, a los orígenes de esa información, de qué forma fue definida y quiénes son los responsables de recibir y procesarla. Lo mismo en las metodologías de cálculo y que también se identifique, en alguna medida la misión de cada universidad (…) Cien por ciento de transparencia, sobre todo en aquellos parámetros que no son razonablemente objetivos como son las encuestas de opinión. Por muy expertos que sean los encuestados debiéramos saber de dónde provienen, por ejemplo, de los empleadores: ¿de dónde provienen, a quién representan? De alguna manera creo que hay que identificar esos aspectos porque de lo contrario podemos estar reproduciendo grupos de influencia de poder y sería positivo transparentar si existen o no conflictos de interés. En concreto, si directa o indirectamente hay pagos de por medio, ya sea por servicios o contratos con las instituciones de ranking o con las instituciones relacionadas con el rankings”, manifestó.

Otro punto que puso sobre la mesa fue la necesidad de evaluar cómo incorporar la misión de las universidades. “Yo provengo de la Universidad de Chile, una universidad estatal, pública, laica, que este año cumple 170 años y cuyo fundador, erudito, latinoamericanista, integracionista, Andrés Bello, de origen venezolano, declaró en nuestro estatuto que nuestra misión tenía que colocar como norte a Chile y a su gente. Tenemos que responderle a nuestro fundador, de acuerdo a los más altos estándares internacionales, pero que el trabajo tenga siempre como norte a Chile y a su gente. Lo mismo pasa con cada una de nuestras universidades latinoamericana, que coincidimos en la responsabilidad que tenemos con nuestros países”.

Tal es el caso -detalló- de la experiencia ganada con el pasado terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile, donde la inmediata organización de diez mil estudiantes de la Universidad de Chile para ir en ayuda de las familias siniestradas, influyó finalmente en los programas docentes de pregrado de manera que ahora se incorporan los problemas de país dentro de los currículums concretos de enseñanza y no como una reflexión teórica. “Por lo tanto, de alguna manera la misión de las universidades latinoamericanas tiene que estar presente, pues se trata de una responsabilidad que tenemos que poner en práctica”, comentó.

Los rankings hablan de una concepción de país

“Se ha hablado mucho que los actuales rankings no consideran adecuadamente a las disciplinas relacionadas con las humanidades, las ciencias sociales y las artes“, observó el Rector Pérez Vera junto con enfatizar que la incorporación balanceada de estas disciplinas tiene una razón de ser muy profunda para las universidades latinoamericanas.

“Esto tiene que ver con la concepción de desarrollo que tenemos en nuestros países. En gran medida el concepto de desarrollo ha estado orientado a la premisa de que el crecimiento se alcanza con un desarrollo económico y productivo, lo cual está relacionado con las ciencias y la tecnología”, afirmó.

“En nuestros países latinoamericanos pensamos que el desarrollo de país debe ser un desarrollo armónico, que junto con tener el desarrollo económico y productivo -relacionado con las ciencias y la tecnología-, debe haber un desarrollo cultural, humano, social, público. Y ello tiene que ver con las humanidades, con las artes y con las ciencias sociales. No es cosa que estemos diciendo que ‘echamos de menos’ a estas disciplinas y por ello veamos de qué manera incorporarlas. Para nosotros hay una concepción de país detrás de eso y si de alguna manera el ranking -y aquí lo decían los rectores- inducen a que algunos directivos nacionales empiecen a orientarse de esa manera, simplemente es que no entienden nada de desarrollo social en Latinoamérica”, agregó.

“Hoy, en buena medida, los problemas que tenemos son problemas de desarrollo no armónico, no simétricos, problemas que no se solucionarán con más ciencia y tecnología. Nuestros problemas van a ser solucionados cuando logremos comprenderlos, cuando tomemos conciencia de que queremos un desarrollo humano, social, cultural e intelectual. Todo ello está relacionado con las artes, las humanidades, las ciencias sociales y -finalmente- con el desarrollo del pensamiento crítico y la construcción de ciudadanía, que es parte de la misión de las universidades públicas. No es una cosa de agregarle un parámetro más o menos a un ranking, es algo que tiene que ver con la esencia de lo que consideramos es la universidad”, subrayó.

En la ocasión, también llamó a poner atención al origen de los estudiantes de Doctorados que participan en las investigaciones de las universidades que se encuentran liderando los ranking, invitando a tener en cuenta este dato a la hora de medir la productividad de talentos investigativos.

Finalmente, el Rector también invitó a la audiencia a reconocer la deuda que todas las universidades, tanto latinoamericanas como del mundo, tienen en mejorar la calidad, equidad y movilidad social en la educación preescolar y básica. En definitiva, añadió, mejorar las inequidades que existe en la educación pública desde sus bases permitirá garantizar el respeto por la persona humana y su dignidad.

Dr. Jorge Allende: Ampliar el número y la temática cubierta por los indicadores

“Presencia e impacto de los rankings en las universidades de AL” se tituló el panel en que participó el académico de la U. de Chile. Jorge Allende. En su intervención el Premio Nacional de Ciencias Naturales manifestó que la elaboración de rankings internacionales tiene tres principales dificultades. Por un lado la gran diversidad de las instituciones que existen y operan con el nombre de “Universidades”: “hacer rankings significa comparar y para hacerlo es necesario entre instituciones que tienen características similares”. En este sentido consideró que el enfoque utilizado por la Fundación Carnegie es adecuado, pues realiza una clasificación de los diferentes tipos de colleges y universidades de Estados Unidos, para luego elaborar el ranking.

En segundo lugar, según expuso el académico, está el hecho de que estas mediciones no consideran los múltiples objetivos que cumplen las Universidades y que éstas son instituciones pensadas para integrar una serie de objetivos altamente complejos y diversos. “La trilogía siempre mencionada de las tareas académicas de ‘investigación, docencia y extensión’ tiene una simpleza engañosa pues cada una implica una serie de compromisos altamente complejos”, explicó. A ésta añadió que es necesario “colaborar en ampliar gradualmente el número y la temática cubierta por los indicadores que ahora se están usando”.

“Tenemos un gran diversidad de públicos objetivos y personas que están interesadas en conocer cuáles son los mejores planteles y en cuáles actividades se destacan” apuntó en referencia a la tercera dificultad en la elaboración de estas mediciones. Sobre esto explicó que muchas veces basándose en los rankings, los cuales presentan un cuadro “muy parcial de lo que hace realmente cada Universidad”, hay autoridades que toman decisiones que afectan el financiamiento de instituciones. “Una alternativa es dejar que cada usuario le asigne a cada grupo de parámetros un peso relativo acorde con sus intereses”, agregó.