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La crisis de a pie

Columna de opinión por Antonella Estévez
Sábado 14 de julio 2012 20:35 hrs.


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Viajando por España y Portugal en el verano del hemisferio norte, uno no deja de sorprenderse por la belleza de los paisajes, la calidez de la gente y los testimonios arquitectónicos de una historia que se remonta antes de Cristo. Pareciera que es fácil olvidar que nos encontramos en dos de los países más afectados por la actual crisis económica europea. Pero no lo es, fijándose un poco no dejan de sorprender las numerosas casas y departamentos vacíos y a la venta, y sobre todo la enorme cantidad de negocios que han bajado sus cortinas.

Conversando con portugueses y españoles de a pie podemos comprobar cómo todas esas cifras macroeconómicas de las que hemos escuchado se vuelven muy reales. Básicamente las personas sienten que esta crisis ha sido generada por los bancos y administrada por los gobiernos y que es la ciudadanía la que tendrá que pagar la cuenta. La cesantía es probablemente la peor y la más evidente de las consecuencias actuales, pero la amenaza de los cortes en las garantías sociales y el encarecimiento general de la vida es algo que está comenzando a volverse cotidiano.

Un amigo madrileño nos decía que el discurso que se tiene desde el mundo político es que hasta ahora la ciudadanía ha vivido “demasiado bien”, con más garantías de las que se pueden sostener. Reclama diciendo que el nivel de vida de un español medio no es “demasiado bueno”, sino el coherente con la cantidad de impuestos que se pagan, por lo que tener, por ejemplo, salud y educación no es un beneficio gratuito, sino un servicio por el que se invirtió personalmente mediante los procesos impositivos.

Por otro lado conversamos con una pareja de médicos que trabajan en la salud pública y que nos decían que efectivamente el nivel de gastos en su área es descabellado, más allá de lo que es razonable, por lo que los recortes sí tendrían sentido. Un par de chilenos que viven en España hace años, y que tuvieron su primer hijo en la salud pública, decían que la calidad del servicio y los beneficios que han recibido serían imposibles para una pareja de clase media en Chile, pero que sí es cierto que hay descoordinación en cómo se administran los recursos. Por ejemplo, en que existan más consultorios de los necesarios en las zonas urbanas de Madrid.

En Portugal, que es una de las economías más pobres del occidente europeo, la situación es más compleja aún, ya que sumado a los recortes de los servicios está, en muchos casos, la baja de los sueldos y la precarización del empleo, lo que empobrece aún más una economía ya frágil. Pero quienes conocen Portugal no apuestan a que exista una movilización de parte de la sociedad para reclamar por estos cortes. Parece ser que esta diferencia entre portugueses y españoles será la clave para su futuro. Si algo nos está enseñando esta crisis es que el futuro de cada país dependerá de la madurez política de la sociedad civil, ya que parece ser la única defensa que tiene la ciudadanía en la crisis, es su poder de movilización y de presión ante un mundo político que cada vez se aleja más de los intereses de los pueblos a los que se supone representan.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.