Incontinencia

  • 30-08-2012

El senador Jovino Novoa, jefe espiritual y guía de la UDI, el otro partido de la ¿Alianza? de gobierno, depositario de las arcanas enseñanzas del ideólogo de la dictadura, Jaime Guzmán, le pega un combo en lo que se llama plena boca, morros, belfos u hocico al excelentísimo presidente de la república, don Sebastián Piñera.

Sin anestesia  y sin gritar agua va, le dice que sufre de incontinencia verbal, a raíz de sus constantes chambonadas, producto de su oratoria inflamada de errores extraños y, mayoritariamente inverosímiles y risibles, que han dado paso a las ya internacionalmente conocidas piñericosas o piñeradas.

La incontinencia tiene dos acepciones:

  1. Alteración del organismo que consiste en expulsar involuntariamente la orina o los excrementos.
  2. Falta total de control sobre un sentimiento o impulso para moderar su intensidad.

Está claro que la incontinencia verbal, que Novoa le achaca a Piñera, se refiere a la segunda acepción, vale decir que el actual presidente no tiene control sobre sus palabras, o sea que es un descontrolado de la lengua, que también se podría entender como que su lengua tiene vida propia, más allá de su voluntad, pensamiento o intenciones.

Si la lengua de Piñera es la descontrolada y él, muy por el contrario, es un hombre en absoluto control sobre sus actos, la solución sería circuncidarle o cortarle completamente la lengua, para que el presidente recuperara la facultad, si es que alguna vez la ha tenido, de poseer el dominio sobre todas las partes de su cuerpo, ya que de otra manera, está enfrentado al peligro cierto que la lengua termine en una insania absoluta y comience a decir cosas tales como: Marx über alles, o Viva la revolución cubana, o, peor aún, Regalo mi fortuna para la educación gratuita en Chile, actos todos horrorosos y pecaminosos que atentan contra el orden natural de las cosas, pero que , además, no son ciertas, ya que su cabeza estaría pensando que Marx es lo peor que le puede haber pasado a la humanidad, que la Cuba socialista debe desaparecer del mapa y que su fortuna es de él y que no repartirá un peso con nadie, entonces sus palabras y sus actos serían tan contradictorios, que lo terminarían encerrando en un loquerío a él y no a su lengua que es la culpable de todos los desaguisados de nuestro pobre presidente.

Ahora bien, también cabe la posibilidad que el senador Novoa haya utilizado su definición del problema de Piñera en una acepción mucho más profunda, más reflexiva, más filosófica incluso, partiendo de la premisa que la relación lenguaje e inteligencia van estrechamente de la mano, lo que dejaría por conclusión que el presidente sufre en realidad de incontinencia de inteligencia, fenómeno poco estudiado por los lingüistas modernos, pero que, aparentemente, se trataría de una disociación entre las distintas capas eléctricas del cerebro, que producen unas especies de cortocircuitos, que van generando apagones secuenciales aleatorios al momento de querer expresar una idea cualquiera en forma oral, lo que determina que el pensamiento original, basado en una relación y concatenación de hecho fundamentales para el proceso de desarrollo de la inteligencia asociada, se diluya y termine saliendo por la boca cualquier cosa menos la que se pensó en un inicio, lo que lleva a concluir que no es la lengua, si no que el cerebro y su función de inteligencia el que se descontrola y desparrama, produciendo estas salidas de madre inentendibles para los legos en la materia, que es como el 99,9 % de los habitantes del país.

En todo caso, como no soy neurolingüista, ni psiquiatra y menos adivino, no puedo catalogar las intenciones del senador Novoa, ni menos diagnosticar cuál de las dos incontinencias sufre nuestro presidente, pero sí puedo afirmar que, aunque lo de la incontinencia verborreica sea cierto y muy certero, no deja de ser impresionante e impresentable que un senador de la república trate al presidente del país, que, además, es de su propia coalición, de bocasuelta y desatinado.

 

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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