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Aconsejable prudencia

Columna de opinión por Roberto Meza
Martes 11 de septiembre 2012 9:22 hrs.


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Las señales económicas internacionales de las últimas semanas, más que a apuntar hacia el optimismo que pareciera reflejar el anteproyecto de Presupuesto 2013 que el Gobierno presentará ante el Congreso en dos semanas, muestran más bien un escenario que invita a la prudencia, dado que errores de cálculo podrían obligar, más tarde, a un ajuste forzado e indeseable en 2013, año de elecciones.

En efecto, como se ha informado, el Presidente Piñera adelantó  que el erario nacional tendrá un crecimiento del gasto fiscal en torno al 5%, al tiempo que las estimaciones del Gobierno son que el PIB crecerá alrededor de esta cifra el próximo año. En el Informe de Finanzas Públicas que acompaña al Presupuesto, Hacienda previó para el 2013 ingresos estructurales por casi US$ 50 mil millones, mientras que los gastos de este año ya se ubican en el orden de los US$ 60 mil millones.

Como se sabe, las estimaciones se realizan sobre la base de un precio del cobre de alrededor US$ 3 la libra, no obstante que recientes noticias desde China alertan respecto de un sobrestock del metal en bodegas de ese país por más de 600 mil toneladas métricas (Londres acumula unas 250 mil), lo que hace prever que el valor del cobre podría bajar en los próximos meses, debido a que, adicionalmente, dicha economía se ha ralentizado a raíz de la crisis europea y el lento crecimiento de EE.UU., haciendo caer sus exportaciones. Así y todo, hay quienes creen que la reducción de su comercio, incluida una caída de las importaciones, podrían estimular a Beijing a adoptar decisiones políticas que impulsen el consumo interno, lo que evitaría una caída más drástica del valor del metal, aun cuando muchos economistas creen que China no conseguirá superar un crecimiento del 7,5% este año. Ese país requiere crecer a 8% para absorber la mano de obra que anualmente ingresa al mercado.

Japón y Brasil, en tanto, han recortado sus proyecciones de crecimiento ante la debilidad global, por lo que sumado a la potencial menor demanda china, el escenario más probable es la mantención o baja del precio del cobre, con todos sus efectos para un país cuyos ingresos por exportaciones de este producto superan el 50%. En España han cerrado más de 250 mil empresas y el desempleo sigue sobre dos dígitos, mientras el Gobierno de Rajoy lucha por evitar recortes fiscales que terminen en una explosión social. En Francia, Hollande ha debido olvidar sus promesas de campaña y ha ordenado un ajuste de US$ 30 mil millones, el más alto de la historia reciente. Y a mayor abundamiento, la situación en Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, amenaza aún con terminar por lanzar el proyecto de unidad político-económica europea por los suelos.

Las elecciones en Estados Unidos, mientras tanto, han puesto en veremos los esfuerzos de la Casa Blanca por avanzar hacia un equilibrio fiscal, en una nación cuya deuda supera con creces su Producto Interno y sus llamados a naciones petroleras para que aumenten su producción para reducir los costos de la energía no han sido escuchados, agregando mayores costos a las ya acosadas economías desarrolladas que no cuentan con el recurso.

Las esperanzas de que los anuncios del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de aportar liquidez a los países en problema para reducir sus costos de acceso al financiamiento, tienen la dura contraparte de las condiciones de ajuste que el Banco ha puesto a esas naciones, mientras que en Estados Unidos, la Reserva Federal decidirá este jueves si avanza en una tercera Quantitative Easing (QE3) para estimular una economía que sigue con muy altos niveles de desocupación y cuyo 70% del PIB se explica por consumo interno, hecho que, por lo demás, la mantiene a su actual ritmo cancino.

Cualesquiera sean las decisiones de los países europeos endeudados, de la FED en EE.UU. y aun cuando China resuelva estimular su consumo interno para reencontrarse con el camino del crecimiento y mayor demanda, la recuperación mundial será lenta y, por consiguiente, el actual ritmo de crecimiento no tendrá grandes variaciones por un par de semestres. La reactivación del consumo interno chino, de acordarse, impactará primariamente en el valor de los alimentos, presionando la inflación en estos productos, todas razones que aconsejan prudencia en el gasto en un Chile que continuará con energía cara –a pesar de los cambios en el Sipco-, con impuestos más altos para las empresas (reduciendo su competitividad y/o sus rentas), valores del cobre más bajos y caída del ritmo de crecimiento, debido al término de las tareas de reconstrucción y del empleo asociado, apuntalado por programas de Gobierno.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.