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Estados Unidos

Obama y Romnesia

A pocos días de las presidenciales estadounidenses, donde se define la reelección de Barack Obama o la llegada a la Casa Blanca del republicano Mitt Romney, las encuestas y pronósticos, tras el último debate, muestran una estrecha llegada entre dos candidatos de formas distintas, pero con un fondo político muy similar.

Pablo Jofré Leal

  Viernes 2 de noviembre 2012 0:35 hrs. 
OBAMA Y ROMNEY_2

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A pocos días de las presidenciales estadounidenses,  donde se define la reelección de Barack Obama o la llegada a la Casa Blanca del republicano Mitt Romney, las encuestas y pronósticos, tras el último debate, muestran una estrecha llegada entre dos candidatos de formas distintas, pero con un fondo político muy similar.

Efectivamente, si analizamos los apoyos que ha tenido cada uno de los contendientes en el actual proceso electoral, la conclusión arroja que resulta imposible ganar una elección sin que se posea un aval económico privado. Esto genera el hecho, que ninguno de los candidatos puede darse el lujo de cuestionar la estructura de poder económico, imbricado con el poder político y el complejo militar –industrial.  Romney ha recibido el apoyo de los sectores financiero y energético, y Obama, de las telecomunicaciones y de los grandes bufetes de abogados.

Una democracia tutelada

Para el columnista David Brooks, del Diario la Jornada, las elecciones en Estados Unidos, financiadas por las elites más poderosas “sólo sirven si efectivamente esas elites son beneficiadas. La democracia, para   ese 1% de la población que controla el 40% de la riqueza, es una carrera por mantener el status quo y están dispuestos pagar millones, para asegurar que esa definición sea la que triunfe en las elecciones. El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, el reportero Bill Moyers, el analista Noam Chomsky e incluso músicos como Bruce Springsteen, entre otros, han expresado que la extrema concentración de riqueza y su daño colateral, la dramática desigualdad económica, amenazan la democracia más poderosa del mundo y prueba de ello es esta carrera presidencial, donde se impone más la forma que el fondo”.

El  mismo Bruce Springsteen, quien ha anunciado públicamente que dará su voto a Obama amplia esta idea de  peligro que enfrenta Estados Unidos con el poder de la riqueza “ahora mismo, hay una división de la riqueza cada vez más creciente en este país, con beneficios destinados cada vez más al uno por ciento… Ahora mismo, hay una batalla para ayudar a que esta nación sea más justa y más igualitaria… Ahora mismo, necesitamos un presidente, que tenga una visión que incluya a todos nuestros ciudadanos, no sólo a algunos… Obama es nuestra mejor opción porque tiene una visión de Estados Unidos como un lugar en donde todos estamos en esto juntos”,

Para el cientista político John M. Ackerman, las campañas presidenciales en Estados Unidos confirman que ese sistema político no debe fungir como modelo de referencia para nadie “no existe allí el voto directo para elegir presidente y los dólares cuentan más que los ciudadanos. El bipartidismo institucionalizado y la interminable reelección legislativa imposibilitan debates verdaderos sobre asuntos cruciales, como la desigualdad, el racismo y la corrupción. Tampoco existen organismos autónomos o tribunales electorales que organicen y califiquen las elecciones”.

Complementa lo señalado por Ackerman, lo signado por el pensador Noam Chomsky  respecto a que las elecciones en Estados Unidos son más o menos compradas y en ese escenario los compradores esperan ser retribuidos. “Recordemos, que en el caso de la elección de Obama el año 2008 su victoria se debió a la afluencia de capital de las instituciones financieras…que esperaron ser gratificadas por ello e indudablemente lo fueron. El primer acto de agradecimiento de Obama fue seleccionar a un equipo económico, compuesto casi por completo por aquellos mismos, que habían provocado la crisis económica”.

Dificultades económicas,  que no han podido ser subsanadas en cuatro años de administración demócrata y que han servido al bando republicano para sostener, que en 44 meses de gobierno demócratas no se ha logrado retomar una senda de crecimiento económico, bajar el 8% de desempleo y con una economía débil como no se había visto desde las gran Depresión. En ese plano, a Obama le ha resultado difícil seguir asignado la responsabilidad de ello al gobierno de Bush,  quien indudablemente  le dejó un país en el caos económico tras la crisis de las hipotecas subprime, que obligó a una intervención estatal de proporciones, para salvar un sistema financiero en descalabro total.

Thierry Meyssan de Red Voltaire  señala que el sistema democrático en Estados Unidos no es modelo para el mundo “cada 4 años, la elección del presidente de los Estados Unidos da lugar a un show de proporciones planetarias con el que la prensa dominante busca convencer a la opinión pública internacional, que el pueblo estadounidense elige democráticamente al hombre que va a dirigir el mundo. Aquí se confunde el escrutinio electoral con la democracia. Contrariamente a la idea generalizada no es el pueblo quien elige a su mandatario , sino que un colegio electoral compuesto por 538 personas – nombrados por los Estados que componen la Unión. Esos Estados acostumbraban a consultar a los ciudadanos antes de designar el colegio de electores pero el recordado litigio de Al Gore contra George W. Bush el año 2000 sirvió para recordar que la opinión de los ciudadanos tiene un carácter exclusivamente consultivo y no vinculante y lo que manda, finalmente son esos 538 electores”. Recordemos que el año 2000 Al Gore recibió más votos que George W. Bush, pero perdió la elección presidencial porque los Estados ganados por Bush tenían más “electores” que los obtenidos por Gore.

Poderoso señor es Don Dinero

Crisis económica, extrema concentración de la riqueza, afluencia de capital financiero destinado a lograr favores político, un sistema electoral falto de participación popular efectiva,  parecen ser el talón de Aquiles del autodenominado modelo de democracia occidental. Allí, los indicadores de pobreza, hambre, ingreso medio, educación y sanidad pública empeoran día a día y donde tras cuatro años de administración demócrata con Barack Obama no parecen haber exhibido signos positivos, para cambiar ese estado de cosas. Y no cambiarán más allá de la mudanza,  que se podría dar si triunfa Romney en los 6 mil altos cargos políticos que suelen ser el botín más apetecido en esta contienda. Ese podría ser el resumen transversal de análisis, opiniones y editoriales de gran parte de la prensa en Estados Unidos.

Meyssan afirma que “la alternancia política en Estados Unidos no es una filosofía política con esencia de democracia. Es una simple migración de las elites. Si pierden los demócratas, miles de altos funcionarios y decenas de miles de asistentes y consejeros pueden verse privados de sus cargos y reemplazados por otros individuos, que en su mayoría serán antiguos empleados de la administración Bush. La elección presidencial estadounidense es decisiva para las carreras individuales de toda esa gente, lo cual viene acompañada de una larga cadena de corrupción a favor de tales o más cuales transnacionales. Hay , por lo tanto muchas razones para invertir dinero, mucho dinero, en ese duelo” afirma Meyssan, haciendo referencia con ello a los 1.000 millones de dólares, que ya han gastado ambos comandos en una de las elecciones más costosas de la historia. De acuerdo con datos de la organización Open Secrets se estima que una vez concluido el proceso electoral todos los candidatos y precandidatos juntos – se encuentra en disputa no sólo la Presidencia, sino además una tercera parte del Senado y toda la Cámara de Representantes – se habrán gastado casi 6 mil millones de dólares en sus campañas.

Se unen a las críticas mencionadas,  el hecho que en el primer año de la recuperación, tras la crisis de las subprime ese 1% más poderoso del país, acaparó el 93% de los ingresos generados por el rescate de la Reserva Federal que significaron 400 mil millones de dólares destinados  salvar una banca , en el primer año tras la hecatombe hipotecaria. Parafraseando a Churchill “nunca tantos perdieron tanto frente a tan pocos y nunca tan pocos se beneficiaron tanto de tantos perjudicados” paráfrasis cruel pero reconocida transversalmente.”

Lo señalado son referencias a materias más del plano interno, que en el campo de las relaciones exteriores, que agudizan las contradicciones y críticas. Esto, pues se considera que el curso político externo de la administración del primer presidente afroamericano siguió el mismo rumbo interventor de su predecesor George W. Bush. Es decir, cuatro años de gobierno demócrata sin paz en el mundo ni beneficios ciudadanos, generando así una gran frustración tras expectativas altas, generadas tras dos períodos republicanos que justifico sus intervenciones externas bajo el manto de “lucha contra el terrorismo”, aumentando los gastos militares y la restricción en libertades públicas que se mantiene hasta hoy.

Todas ellas medidas, acciones y conductas con consecuencias sufridas por el gobierno de Obama, que no ha sido capaz de aminorar y que incluso significó reducir programas sociales y aumentar aún más el gasto militar con el incremento las intervenciones de Estados Unidos en todo el globo “bajo el prisma, sostiene el cientista político Mario Silva, de una ideología imperial que se vio con todas su luces en el último debate cuando ambos candidatos señalaron con todas su letras que el papel de Estados Unidos es asegurar un mundo, para beneficio de los Estados Unidos”

Con relación a Latinoamérica, el surcontinente no ha tenido presencia que merezca destacarse ni bajo el gobierno de Obama y menos en los tres debates presidenciales llevado a cabo desde el 6 de octubre hasta el último del día 23 de octubre. Lo anterior no implica que los comandos de campaña, tanto de Obama como de Romney – pero principalmente los demócratas –  a pesar que sus referencias a Latinoamérica han sido escasas y absolutamente secundarias, hayan salido a captar el voto latino que constituyen el 11% del padrón electoral con 23,7 millones de potenciales electores.

El comando de Obama, por boca del asesor de campaña para Latinoamérica, Dan Restrepo sostuvo que “para Obama Latinoamérica ha sido importante, ha viajado cinco veces a la región y además se estrecharon lazos con países claves como México, Brasil, Colombia y Chile. En cambio una hipotética presidencia de Romney regresaría a las políticas fracasadas de George W. Bush ya que la mirada de los republicanos hacia la región parte de una visión trasnochada, centrada demasiado en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que tiene en su seno a países que están en desgaste a estas alturas. Es decir, basada en situaciones anacrónicas”. A pesar de las palabras de Restrepo, la realidad ha mostrado que Latinoamérica no es prioridad para Estados Unidos, ni con Obama, ni lo será en un eventual triunfo de Romney, más allá de la preocupación por Venezuela.

Se une a las críticas mencionadas precedentemente, las reparos más  particulares signados a uno y otro candidato, son numerosas y profundas, lo que a ojos de los analistas políticos permite augurar no sólo lo que hemos observado: una contienda estrecha, sino que también un resultado incierto. En el caso de Barack Obama los reparos a sus cuatro años de gobierno se resumen en el concepto de incumplimiento de ofertas electorales: mejora de la situación de beneficios sociales, no más protección a aquellos que generaron la crisis, reducción de gastos militares, retiro de tropas de Irak y Afganistán “esta última promesa no ejecutada, señala Mario Silva,  y que significó incluso la intensificación de incursiones aéreas de los denominados drones, aumento del presupuesto tanto para operaciones militares como acciones encubiertas y la injerencia en asuntos internos – en las llamadas revueltas del mundo árabe – donde se otorgó apoyo financiero, político y logístico, como también ha quedado demostrado en el sostén  a las fuerzas insurgentes opositoras al régimen de Bashar Al Assad en Siria, con el objetivo mayor de derribar al régimen Iraní”

Es decir, una política intervencionista allí donde el interés nacional de Estados Unidos es justificado en virtud de cierta seguridad nacional. Todas ellas acciones potencialmente desestabilizadoras de la paz regional y muestra del claro compromiso de la administración de Obama con el complejo militar-industrial estadounidense, las empresas contratistas que operan en la región y los regímenes surgidos de las cenizas de los antiguos gobiernos.

A una semana de la elección presidencial en el país más poderosos de la tierra el presidente en ejercicio enfrenta a un candidato definido como amnésico, incapaz de recordar las promesas dadas a conocer en campaña,  pero que no le va en saga a quien, como mandatario tampoco exhibe cumplimiento notables. Un hombre que generó altas expectativas pero al cual el establishment le impide avanzar por más que su eslogan “yes, we can” haya sido una expresión motivadora, convocante después de dos períodos de bushismo desangrante y crítico para Estados Unidos. Difícil pronóstico para una elección presidencial, que se definirá el 6 de noviembre pero que no significará mucho para una Latinoamérica olvidada en la amnesia del republicanismo y el abandono demócrata.

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