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¿Por qué un Festival de Cine?

A propósito del Festival Internacional de Cine de Antofagasta (FICIANT) que se está desarrollando por estos días y hasta el domingo 18, acá algunas reflexiones sobre la importancia de la existencia y el crecimiento de estos eventos en nuestro país.

Antonella Estévez

  Sábado 17 de noviembre 2012 11:08 hrs. 
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Armar un festival de cine en Chile no es fácil, requiere un buen equipo, recursos, contactos, logística y mucha energía. En un país en donde, en su mayoría, los privados no se animan a invertir en cultura y en donde el Estado, a través del Consejo de la Cultura y las Artes, pone a competir festivales nacionales, regionales, muestras, formación de audiencias y colecciones de dvds por un mismo y muy limitado fondo, puede parecer una locura, y sin embargo ahí estamos. En Chile existen hoy alrededor de cincuenta festivales de cine, de diversas corrientes, tamaños y objetivos. ¿Por qué?

Las razones son varias y muy diversas. Para la gente relacionada con el mundo del audiovisual los festivales de cine son la oportunidad de encontrarse, mostrar el trabajo realizado, ponerse al día con lo que están haciendo los colegas y, en muchas ocasiones, armar los contactos para nuevos proyectos. No son pocos los certámenes que cuentan con espacios de apoyo a proyectos en desarrollo o con áreas de encuentro entre los diferentes actores del sector. Eso para un realizador, joven o experimentado, es siempre una ventaja. En esa lógica este es un beneficio que se comparte al fortalecer un área que es estratégica no sólo para el desarrollo cultural del país, sino para la creación de una imagen y una memoria que es fundamental para la sociedad entera.

Y eso nos lleva a una segunda razón. En Chile, como en la mayoría de los países del mundo, el 90% de lo que llega a las salas de cine es producto estadounidense. A diferencia de lo que pasa por acá, desde los inicios del cine Estados Unidos entendió que exportar sus películas –y más adelante su televisión- no sólo era vender un producto de entretención, sino una puerta para exponer toda su industria e instalar en el resto del planeta el “American way of life”. No es de extrañar entonces que luego de décadas de estar recibiendo esa información, en el más seductor de los envases, encontremos de lo más natural la vida de los malls, sales y otros. Los festivales de cine son la posibilidad de ver películas de otras latitudes, en algunos casos, de países vecinos con los que tenemos mucho en común, pero de los que raramente podemos ver sus filmes en pantalla. Esta diversidad de miradas es una de las riquezas más significativas de los festivales de cine.

Un argumento más, desde hace varios años en Chile se están filmando anualmente en promedio sobre doscientos trabajos audiovisuales –entre cortometrajes y largos de ficción y documental- de esos menos de 25% tienen estreno comercial en salas. ¿Qué pasa con el resto? ¿Dónde se pueden ver? Con una lógica de exhibición y distribución entregada a las lógicas de mercado, son los festivales las actuales ventanas para el encuentro entre los realizadores menos comerciales y los espectadores más inquietos. Si llega uno a su ciudad, no se lo pierda. Aproveche y anímese a conocer otras miradas y ver con otros ojos.

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