El Colegio de Químicos Farmacéuticos, la Federación de Estudiantes de Química y Farmacia y la Asociación de Consumidores Anadeus, presentaron un estudio que dio cuenta de enormes diferencias en los valores entre medicamentos innovadores y genéricos.
La medición contempló farmacias de siete comunas (Puente Alto, Maipú, La Florida, Peñalolén, Lo Espejo, Santiago, Valparaíso y Viña del Mar) y los medicamentos utilizados para cuatro patologías recurrentes: enfermedades respiratorias, diabetes, hipertensión y dislipidemia, que tiene que ver con los niveles de colesterol.
El estudio establece diferencias entre medicamento nuevo o innovador, que contienen un nuevo principio activo y es fabricado en forma exclusiva por un laboratorio; similar, que pese a tener el mismo principio activo es denominado con una marca o nombre de fantasía; y genérico, que tiene las mismas características que el último, pero se denomina con el nombre del principio activo que lo contiene.
El presidente del Colegio de Químicos Farmacéuticos, Mauricio Huberman, explicó que “en Chile existen esas tres categorías. Usted saca el innovador y ese es el producto original. Afuera, en todo el mundo, se entiende genérico como una copia que es bioequivalente, pero en Chile el genérico no es eso, no hay ningún producto genérico con ese significado que sea bioequivalente. Lo que ha salido en Chile son productos de marca similares al original y esos tienen un precio intermedio, cosa que no se da en otros países. En vez de tener dos productos intercambiables y bioequivalentes, como en todas partes, en Chile no hay”.
El estudio halló enormes diferencias entre los valores que alcanzan los medicamentos nuevos y los similares o genéricos. Para el tratamiento de diabetes, por ejemplo, existen diferencias de más del 6.500%.
Esta diferencia se amplía al considerar el gasto anual que una persona puede hacer en medicamentos. Andrés Bustos, presidente de Anadeus, subrayó la intención de “llegar a la máxima cantidad de trabajadores o consumidores para que, cuando se hagan sus tratamientos, tomen en cuenta cosas que decimos aquí”.
“Sacamos el costo anual, por ejemplo, en el caso de la glibenclamida. Para una persona que toma dos pastillas al año, el costo es de 5.580 pesos. En cambio, si toma el medicamentp innovador, gasta 364.500 pesos al año, lo que significa un 6.500% más caro. Y si se medicinara con medicamento genérico, ahorraría 358.980 pesos”, afirmó.
El estudio también estableció diferencias “sorprendentes” entre medicamentos similares y genéricos, pese a que “no tienen inversión en investigación que recuperar”, por lo que las organizaciones indicaron que “nada justifica el elevado precio de similares de marca”.
Andrés Bustos señaló que este es uno de los temas incluidos en las propuestas del estudio, además de la necesaria regulación del Estado en los valores de los fármacos.
“En primer lugar, lo que planteamos es que el Estado tiene que participar en la regulación de los precios de los medicamentos, para que se hagan realidad las declaraciones de que se los considera un bien esencial social, cosa que no es tan así. Y por otro lado, creemos que se debe impedir la existencia de medicamentos similares o nombres de fantasía, que no tienen ninguna diferencia con los genéricos y no representan un aporte al arsenal farmacéutico, ya que se venden con precio elevado generando una falsa idea de mejor calidad respecto de los genéricos”, declaró.
El estudio constató también inequidad en la distribución de farmacias a lo largo del territorio, ya que éstas se ubican principalmente en lugares céntricos y las comunas de menores recursos cuentan con menos establecimientos de las tres principales cadenas.
Al respecto, también se indicó que los precios en estas cadenas casi no varían entre los distintos locales, “lo que nos permite inferir que pudiera existir un acuerdo en la definición de los precios de los medicamentos”.