A mediados de enero, la alcaldesa de Providencia, Josefa Errázurriz, terminó con los convenios entre la Municipalidad y la Corporación Cultural de la comuna, aduciendo a que con esta medida se fortalecería un desarrollo cultural diverso y democrático en la comuna.
Su decisión causó escozor en la Corporación, institución de derecho privado sin fines de lucro que desde 1982 está a cargo del programa de desarrollo cultural y artístico de Providencia. Establecimiento que se sustenta por medio de una subvención anual que le entrega la municipalidad y la autogestión de recursos. En su remplazo se creará el Departamento de Cultura que estará a cargo de Eugenio Llona, actual gestor de la materia.
Según la alcaldesa de Providencia, Josefa Errázuriz, este departamento se hará cargo de todos los temas culturales de la comuna para que no esté en manos privadas, sino sea parte de la municipalidad: “Cuando llegamos nos dimos cuenta que la cultura estaba en manos privada, y el municipio no tenía ninguna injerencia. Acogiéndonos a la ley orgánica municipal, traemos la cultura al interior del municipio, para decidir desde ahí los temas culturales de la comuna”.
La Corporación Cultural tendrá un plazo de seis meses para hacer entrega de los inmuebles que mantenía. Estos son el Palacio Schacht, donde funciona actualmente el Instituto Cultural de la comuna, el Centro Cultural Monte Carmelo, el Museo de los Tajamares y las salas y estructuras del Parque de las Esculturas.
Este último recinto ha causado incertidumbre, porque las obras que se presentan fueron donadas al instituto y no a la municipalidad. Al respecto el Vicepresidente de la Corporación Cultural de Providencia, Osvaldo Rivera, señala que no hay intención de sacar las esculturas porque éstas ya son del patrimonio nacional.
“Las obras del parque son un museo reconocido por la Unesco, creado por la corporación. Esto forma parte del patrimonio del país, no es privativo, es un reconocimiento a la institución que lo creó, un espacio vanguardista en Santiago, entonces nadie puede arrogarse esos derechos, que forman parte del patrimonio nacional”, declaró.
Josefa Errázuriz, por su parte, señala que si bien las esculturas fueron gestionadas por la Corporación Cultural, los artistas donaron sus obras a la comuna de Providencia, por lo que no deberían haber problemas.
En relación a ello, el artista visual Cristián Salineros, quien donó la escultura Semillas, sostiene que independiente de quien esté manteniendo el parque, lo importante es que se defina una línea curatorial propicia para el sector, pues hasta el momento eso no se ha realizado.
Salineros apuntó que “si se hace un cambio en el departamento de Cultura, sería el momento para revisar el perfil del parque. Si tiene pretensiones de convertirse en museo al aire libre, debe tener un perfil curatorial o museológico para revisar el contenido de la colección. Sin embargo, con el tiempo esto se fue desfigurando y tienes un grupo de esculturas en un pedazo del parque, sin mucha consecuencia entre unas y otras”.
Las Corporaciones Culturales son fundaciones de Derecho Privado sin fines de lucro que se consolidaron en los años ’80, después que se permitió la tercerización de las funciones municipales. Sin embargo, su legitimación se produce 10 años después, exactamente en junio de 1990, momento cuando se crea la Ley de Donaciones Culturales, también llamada Ley Valdés. Su función es realizar las tareas que la municipalidad le cede, sobre todo en el ámbito de la cultura y las artes.