El salvavidas es un documental bastante particular en términos de lenguaje y temática. ¿Cómo llegaste a esta idea?
“Llegué a la idea porque yo voy mucho a la playa y me interesaba mucho el oficio del salvavidas que espera todo el año para trabajar 3 meses solamente. Ahí vi una contradicción clara entre el hombre que quiere trabajar, imponer su ley, darlo todo, versus gente que no quiere escuchar a nadie porque está de vacaciones. Investigamos durante 3 años la playa, lo que puede sonar un exceso, pero tampoco fue tanto ya que eso son 3 veranos. A diferencia de otros documentales era muy mucho más difícil porque queríamos tener una historia muy narrativa pero teníamos el tiempo también muy acotado para filmar que era el verano y aquí teníamos que tener certezas sobre el rodaje”.
El salvavidas es bastante es interesante por muchas razones, y una de esas razones tiene que ver con el personaje principal que es este salvavidas que dice que el mejor salvavidas es el que nunca se mete al agua y por el Tabo mismo como locación. ¿Cómo llegaste a seleccionar El Tabo y a tu protagonista?
“Mauricio fue el primer salvavidas que entrevisté de 180, e inmediatamente me dije ‘este es’, pero igual quería estar muy segura así que me di toda la vuelta hasta volver al primero. Mauricio tiene una mentalidad bastante radical con respecto al salvavidas que nunca se mete al agua, pero haciendo entrevistas me di cuenta que el 50% de los salvavidas tiene el mismo pensamiento, ya que el que mejor previene no se mete al agua, y bueno a Mauricio lo elegí porque claramente cumplía con el requisito de ser radical, se sabe las normas de memoria y las quiere aplicar a toda costa, con una apariencia en contraste a esto, ya que es un rasta, hippie, que le gusta Bob Marley y que no pareciera ser tan disciplinado. Y bueno la playa El Tabo también era clave, porque es bien peligrosa -tiene los más altos índices de incidentes en el verano- fue también porque sentía que era una playa un poco atemporal, donde no había teams, ni banderas de publicidad y si una memoria emotiva al verano, en un concepto mas bien general no de una época específica. Y además El Tabo tiene una cosa súper importante, que es la condición precaria en la que trabajan los salvavidas porque sus jefes son los vendedores ambulantes, entonces los vendedores de cuchufli son los que contratan al salvavidas y en realidad lo único que quieres es que el salvavidas les salga muy barato, no les pagan ningún implemento”.
Si tú tenías claro con tu equipo lo que esperabas que pasara en esta playa, ¿por qué te das el trabajo de buscar el personaje real en una playa y no contratas derechamente a un actor o armas una ficción?
“Lo que a mí me interesa es hacer películas donde se cuentan historias, y donde lo documental tiene importancia, al saber como espectador que las cosas que estoy viendo realmente pasaron. Es como un regalo que te da la realidad, que a veces te da cosas mucho más insólitas de las que yo podría inventar. Yo siento que lo encuentro es tan increíble que lo tengo que mostrar, potenciar y poder hacer una película desde esa base, desde la realidad, pero lo que también es muy difícil ya que no todas las historias están en potencia de ser una narración cinematográfica”.
Una de las cosas que más entusiasman de este documental fue la capacidad de instalar la idiosincrasia chilena, el veraneante clase media. ¿Cómo fue ese proceso para ganarte la confianza no solo del salvavidas, sino también de toda la otra gente que estaba ahí mientras tu equipo estaba documentando?
“Yo soy muy playera, así que he estado haciendo toda mi vida un casting de playas. Era bien importante retratar un verano, el contexto de los personajes secundarios de la película de alguna manera eran claves porque me permitían revelar al personaje principal. Entonces no es solo dar un contexto social sino que tiene directa relación con hacer el perfil de personaje, por lo tanto se retroalimentaban muy bien las dos partes. Pero era muy difícil seguir a este personaje secundario porque elegimos una playa donde la gente no veranea un mes, sino que 3 días, un fin de semana, y luego se van. Lo que tuvimos que hacer durante rodaje fue una investigación paralela, así que teníamos un equipo de dos personas que -mientras nosotros estábamos grabando a los salvavidas, se preocupaban de buscar personajes secundarios que se acercaran lo más posible a lo que nosotros habíamos acordado que nos interesaba más. Y ahí había un interés también mío por definir a la sociedad desde ahí, ya que es muy distinto ir a una playa acá que ir a una playa europea, donde si vemos a alguien mas vestido lo vamos a comentar en cambio en otro lado probablemente a nadie le importe. Entonces ahí había una revelación muy importante que de alguna manera se plasma en el estilo de la película.
Eso que tú describes y que uno puede reconocer como características negativas de nuestra idiosincrasia como lo peladores que somos, esta actitud un poco rebelde en las vacaciones, están puestas en la película pero con mucho cariño, sin una lógica de crítica, ya que no hay un sermón. ¿Cómo trabajaron eso?
“A mí me encanta que seamos así, me parece que si la gente está de vacaciones debería poder hacer cosas que están fuera de las reglas, porque yo también soy una convencida de el sin sentido de algunas leyes en esos espacios. Entonces me parece que también entendemos que podemos hacer y que no, y le damos la vuelta a las cosas para lograrlas; y eso me parece muy simpático. Yo también me entretengo mucho escuchando conversaciones ajenas, así que no puedo criticar eso; así somos”.
* Transcripción: Romina Lorca