Con la voz entrecortada por la emoción e interrumpido por los aplausos, el Papa aseguró: “en este momento de mi vida siento que la palabra de Dios está dirigida a mí. El Señor me llama a ‘subir a la montaña’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación”, dijo ante unas 100 mil personas.
El Papa, que fue interrumpido varias veces por los aplausos y gritos de “gracias, gracias”, estaba visiblemente emocionado.
“Si Dios me pide esto es justamente para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de una manera más adecuada a mi edad y a mis fuerzas”, explicó.