El próximo viernes 3 de mayo se reunirán nuevamente la municipalidad de Santiago, el Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) los administradores del Teatro del Puente, espacio que la semana pasada anunció que en agosto cerrará sus puertas debido a sus dificultades financieras.
El lunes, los representantes del centro cultural sostuvieron reuniones por separado con los encargados de cultura del municipio –propietario del puente que alberga al teatro- y con el ministro Luciano Cruz-Coke, con el objetivo de buscar una salida a la situación.
Luego de las reuniones, uno de los directores del teatro, Francisco Ossa, señaló que las autoridades mostraron buena disposición, pero advirtió que las conversaciones recién se inician y que, por ahora, la situación continúa igual. “Quedamos con la impresión de que hay buena voluntad de parte de la municipalidad y el Consejo como para ayudar al teatro, afirmó.
El productor explicó que en el encuentro con el CNCA “planteamos el tema de fondo, que tiene que ver con las salas de teatro. Creemos que es el momento de que, como país, nos pongamos a pensar cómo seguir adelante con las salas de teatro. Llevarlas es bastante difícil, cada una es un caso diferente, pero es momento de que nos pongamos a pensar cómo va a ser la situación a futuro”.
El anuncio del Teatro del Puente apuró la decisión del Centro de Investigación Teatro La Memoria de también hacer público su cierre, programado para diciembre de este año. En este caso, sin embargo, no ha habido acercamientos con las autoridades.
Su propietario, el actor Alfredo Castro, sostuvo que la única solución para resolver las dificultades que también enfrentan otras salas, como el Teatro Camino, el Ictus y el Teatro de la Palabra, es que el Estado se comprometa a entregar subvenciones permanentes para no depender de los fondos concursables. “Son subvenciones a largo plazo, de otro modo no se puede gestar nada. No hay gestión que se sostenga un año sí y dos años no. Lo que se necesita son subvenciones, como en todas partes del mundo”, aseguró.
Asimismo, el también director enfatizó que “si uno está solicitando esto no es para un lucro personal, es para trabajar con la comunidad, por el bien de una comuna y una ciudad, es para el público. Que la gente no malentienda que uno está lucrando o pidiendo algo especial: estamos pidiendo dinero para sustentarnos, crear, bajar las entradas, abrir el acceso al público y garantizar el acceso a la cultura para todos”.
Una opinión similar manifestaron el escritor Juan Radrigán y el actor Pablo Schwarz, quienes actualmente presentan Bailando para ojos muertos en el Teatro de La Palabra.
En el programa El Gran Teatro del Mundo de Radio Universidad de Chile, el intérprete afirmó que “ningún teatro o centro de estudios teatrales puede subsistir en base a políticas culturales que se fundamentan en concursos, en ganar un premio año tras año. No es algo de largo aliento, es algo que está destinado al fracaso. En ningún lugar del mundo, un teatro o una escuela seria sobreviven sin la ayuda estatal. Eso no existe, porque no puede regirse por las mismas leyes del mercado, como quien vende un celular. La ayuda del Estado no solamente va de la mano del dinero”.
Por su parte, Radrigán añadió que la clausura de los espacios “es una pésima noticia, un acto casi vandálico contra la cultura. Ellos (las autoridades) saben muy bien lo que se debe hacer: apoyar. ¿Pero cómo? Porque tienen que apoyar sin que haya injerencia en lo que se hace en esas salas, sin que puedan decir que no den una u otra cosa. Tiene que haber independencia total”.
La “Fondartdependencia”
Uno de los factores clave para el cierre de ambos teatros es que no han logrado adjudicarse fondos en los últimos concursos públicos. Esto, para el editor Marco Antonio Coloma, es una situación que se extiende también a otros ámbitos, como la música, la literatura y la danza.
En este sentido, el también impulsor de la campaña Libros Sin IVA consideró que existe una “Fondartdependencia”: “La lógica de los fondos está tan instalada, que a veces nos cuesta mirar más allá de ese rito de estar todos los años tratando de levantar un proyecto para conseguir un fondo. Hay que mirar un poquito más allá y tratar de buscar culpables que ya no son el Estado y la asignación de fondos, sino que es el Estado al no tener una política cultural más ambiciosa, que supere la pura asignación de fondos. Parece que la política fracasa porque no hay más fondos, pero la política no fracasa por eso, sino porque se ha reducido a la pura asignación de fondos”, explicó.
En este sentido, Marco Antonio Coloma sostuvo que, más que apuntar a subvenciones permanentes, los privados tienen que tener un rol activo, los espacios culturales deberían hacer una autocrítica de sus propias gestiones y hay que recuperar el vínculo entre cultura y educación para la formación de nuevas audiencias.
“Debería haber una institucionalidad pública que articule estos dos mundos, que vea que hay una oferta cultural en que ciertas obras pueden servir o intervenir en los currículums de distintas materias. Por lo tanto, que se lleven ciertas obras a liceos, a regiones, etc. Eso hoy no existe: la cultura y la educación son mundos separados”, afirmó. “Hay que superar la idea de que tenemos una política cultural cuyo único anclaje son los fondos de cultura. Todo parece resumirse a una cuestión de dinero, de lado y lado”, concluyó.