Luego del rechazo del Parlamento al veto presidencial para situar el salario mínimo en 205 mil pesos, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, aseguró que el Gobierno “no tiene una fecha” para insistir en el proyecto.
En este escenario, la directora del Programa de Economía del Trabajo (PET), Carmen Espinoza, comentó en la primera edición de Radioanálisis de nuestra emisora que la discusión debe enfocarse en los elementos que garanticen “una vida digna” a los trabajadores y sus familias.
La experta precisó que con la propuesta de salario mínimo “lo que le queda líquido son menos de 160 mil pesos. Hay un ejercicio básico: una persona que necesita transporte de ida y vuelta, ya le tiene que quitar 14 mil pesos a ese monto. Por pagar un espacio o una pieza son 70 o 80 mil pesos, los servicios básicos unos 20 mil, a lo que hay que agregar salud y educación. Las familias chilenas, por esta creencia de que la educación particular subvencionada es mejor copagan, al menos, 5 mil pesos por cada niño. Entonces, en una familia donde solo trabaja una persona y gana el ingreso mínimo, quedan 29.620 para comer al mes, es decir, 987 pesos por día, lo que da 247 pesos por cada persona si la familia es de cuatro integrantes. Evidentemente esta remuneración no asegura las condiciones básicas”.
En relación a la cifra propuesta por el gobierno – que aumenta en 8 mil pesos el salario actual – la representante del PET explicó que “si sacamos los descuentos, lo que sube son 6 mil 550 pesos, es decir, deja 219 pesos por día para todos los gastos de la familia”.
Carmen Espinoza agregó que “se ha hablado de la propuesta expresada por los trabajadores de que, a lo menos, el salario mínimo debiera llegar a 250 mil pesos. Si este aumento se hiciera efectivo, lo que se incrementa, descontadas las cotizaciones previsionales son 46. 740 pesos, es decir, si en un acto mágico se aprueba eso es apenas 1558 pesos por día. Entonces estamos hablando de cifras miserables y mínimas que no tienen nada que ver con los embates que ha sufrido las familias de menores recursos con los aumentos de precio que no están expresadas en los índices del IPC. No hay que hacer un estudio económico para saber que hace un año el pan se compraba a un precio y ahora se compra un valor que supera largamente el IPC y así mismo también otros muchos elementos”.
En esa línea, Carmen Espinoza cuestionó el planteamiento de los especialistas que aseguran que si todos los miembros adultos de una familia trabajan, podrían lograr mayores ingresos aunque sea con el salario mínimo. “Las familias con pocas oportunidades viven generalmente en lugares alejados y para encontrar ese trabajo tienen que tener condiciones que no sólo tienen que ver con su calificación sino que con sus capacidades para movilizarse, de cuidado de los niños”, comentó.
La especialista recordó que “hoy en día hay mucho trabajo parcial y a honorarios”, lo que también perjudica la realidad laboral de la población.
“Esto no se puede ver como que es un peso más o un peso menos que se sube. Esto tiene que ser una política integral, que tiene que considerar que el ingreso mínimo es una protección básica a los trabajadores y que no basta por pelear todos los años por 5 mil u 8 mil pesos porque eso no significa nada para el trabajador”, concluyó.