Las históricas protestas que vive Brasil en estos días no cejan. Este martes, unas 50.000 personas marcharon pacíficamente en la ciudad de San Paulo en una manifestación que derivó en incidentes, cuando unos 300 manifestantes quemaron un vehículo de la televisora Récord y un puesto de policía frente a la alcaldía, por lo que la policía intervino con gases lacrimógenos y balas de goma. Luego, grupos de personas regresaron al lugar para saquear negocios de electrónicos y joyerías.
Mientras tanto, la presidenta brasileña Dilma Rousseff efectuaba un viaje relámpago a la capital económica del país para entrevistarse con su mentor, el ex el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), y con el alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad -también del izquierdista Partido de los Trabajadores. La mandataria discutió con el funcionario la posibilidad de una rebaja del precio del boleto de autobús, metro y tren de San Paulo, la reivindicación que dio inicio al movimiento de protesta.
El martes, el alcalde paulista había señalado que aceptaba revisar la tarifa de los autobuses luego de reunirse con representantes del Movimiento Pase Libre, que indicaron que seguirán con las manifestaciones hasta que se revoque el aumento.
Rousseff asegura que comprende las reivindicaciones de los más de 250.000 manifestantes que marcharon el lunes en todo el país. “Mi gobierno está escuchando estas voces por el cambio. Mi gobierno está empeñado y comprometido con la transformación social. Ese mensaje directo de las calles es de repudio a la corrupción y al uso indebido del dinero público”, afirmó.
Por su parte, el alcalde de Rio, Eduardo Paes, donde el lunes tuvieron lugar las mayores y más violentas protestas del país, admitió que el transporte público es de “muy poca calidad” y dijo también que está dispuesto a negociar el valor del pasaje de autobús.
Pero mientras las autoridades intentaban conquistar la calma en las calles, también tomaban medidas preventivas para evitar desbordes. En medio de las protestas, el gobierno decidió enviar a integrantes de la policía de élite a cinco sedes de la Copa Confederaciones, entre ellas Sao Paulo.
Estos miembros de la Fuerza Nacional, que asumen el papel de la policía de cada estado en disturbios sociales o en situaciones excepcionales, serán enviados a los estados de Rio de Janeiro, Bahia, Minas Gerais, Ceará y el Distrito Federal de Brasilia, indicó el Ministerio de Justicia en un comunicado citado por Agencia Brasil (estatal).
Este miércoles se prevén nuevas protestas en Fortaleza (Ceará, noreste), donde Brasil se enfrenta a México, y el jueves en varias ciudades.