En edición especial del Departamento de Prensa de Radio Universidad de Chile, Juan Pablo Cárdenas entrevistó a Rafael Moreno Rojas sobre su reciente libro “Sin reforma agraria no habría sido posible”.
Rafael Moreno es master en economía agraria de la Universidad de Illinois y académico de la Universidad de Chile, la Universidad Católica y la Universidad de Valparaíso. También fue electo senador por la Democracia Cristiana en los años 1972 y 1997 y se desempeñó como vicepresidente ejecutivo de la comisión de reforma agraria durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva.
Es esa experiencia la que vierte en un libro que describe un hito fundamental de nuestro país, como es la reforma agraria, con detalles ajenos al público general.
“El título sintetiza lo que era un diagnóstico existente antes de realizarse la reforma agraria y lo que aporta en el presente y hacia el futuro”, explica el autor.
“La agricultura chilena tradicionalmente había sido, por el siglo XVIII y XIX, un proveedor de recursos, de alimento: exportábamos ganado, granos. Esto producía una concentración del poder político y el poder económico, lo cual había dado origen a un sinnúmero de Presidentes de la República, senadores, diputados, alcaldes y personas que tenían, sobre la base el dominio de la tierra, una gravitación importante dentro del país. Esa concentración de tierra se llamaba el latifundio, vale decir tener tierra ociosa en las manos, tierra que no pagaba impuestos y que además tenía un sistema de trabajo que no era pesado para el propietario, porque existía lo que se llamaba el inquilinaje, en el cual los salarios eran la mitad de lo que ganaba cualquier persona en la ciudad, pero esa mitad nunca se pagó en dinero. Se pagaba solo un 25% en dinero y el 75% restante en especies, comida. Y había un analfabetismo enorme, no había movilidad de mano de obra, no existía la posibilidad de una especialización para un trabajador. Esto fue generando que Chile, de haber sido un país exportador de alimento, se convirtió a partir del año 36 o 37 en un importador creciente: importábamos mantequilla, maíz, arroz, granos, ganado, teniendo las tierras, teniendo el agua, el clima y la gente. Cuando se toma la determinación en el país de que había que cambiar la estructura de propiedad de la tierra, el problema que estaba planteado era si iba a permanecer o no un sistema que en el fondo se podía asemejar, guardando las proporciones, al sistema de las plantaciones en los Estados Unidos antes de la liberación de los esclavos”, detalla.
Digamos que el antecedente de la reforma agraria es la convicción que empieza a formarse en el país de que las situaciones es de injusticia en el campo son brutales, que este sistema de inquilinaje ha llegado a grados de injusticia enormes.
Ahí hay una paradoja. Porque el primer reventón real que se da en el campo se da en el sur, en Ranquil, en el cual había una pobreza tremenda y hambruna, nieve y frío. Se produce ahí una explosión social que termina con la muerte de unos 200 campesinos, que el tiempo ha silenciado. Porque el esfuerzo que se hizo fue teñirlo de política. En Ranquil había un dirigente sindical que era comunista. Y por tanto le echaron la culpa a que el levantamiento era una sublevación comunista, lo que distaba absolutamente de la realidad, de la verdad y de las posibilidades efectivas. Mandaron regimientos, aplastaron esa sublevación y de ahí para adelante comienzan a aflorar diagnósticos. Uno de los que no se conoce fue el que realizó Pedro Aguirre Cerda cuando encabeza el Frente Popular y escribe un libro llamado “La tierra”, que cuenta los problemas que había. Obviamente las circunstancias no lo llevaron a generar cambios profundos, no estaba en condiciones de hacerlo. Pero Pedro Aguirre Cerda y después Juan Antonio Ríos, que lo sucede, empiezan a enviar algunas leyes tímidas, o modificaciones tímidas a algunas leyes, con el objetivo de permitir que pudiese cambiar la estructura de la tierra. Todo esto se prolonga hasta que en Chile viene un terremoto.
¿El terremoto de 1960?
Exactamente. Este destruye parte del sur de Chile, de Concepción hacia abajo. Y el gobierno del hijo de Arturo Alessandri, Jorge Alessandri Rodríguez, se ve en la necesidad de iniciar la reconstrucción y empieza a buscar dinero desde donde lograr los recursos. En ese momento gana las elecciones en Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy y se forma lo que se llama la Alianza para el progreso, que tenía un diagnóstico claro de lo que era la situación de toda América Latina. Había ganado, en el año 1959, el poder Fidel Castro y por lo tanto Cuba se convertía en una bandera que emocionaba a mucha gente joven. Y existía no solo en Chile, en Perú, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil y en Centroamérica la tendencia de poder hacer reformas profundas que cambiaran la estructura semi feudal que vivía la región. Cuando viene el tema de la Alianza para el progreso, el gobierno encarga a don Julio Philippi, Enrique Ortúzar, Arturo Mackenna, personas claramente de un pensamiento de derecha, que busquen la forma de incorporar a Chile a la Alianza para el progreso. Y la Alianza fija tres condiciones: que se haga una reforma agraria, una reforma tributaria y una reforma educacional. Porque con eso creían que iba a cambiar el panorama en la región. En Chile, más allá de las reticencias que podían existir, se dan cuenta de que la única forma de lograr los recursos que se estaban ofreciendo era cumplir con las condiciones que se fijaba la Alianza para el progreso, país con el cual Chile y sobre todo los gobiernos de derecha mantenían una gran afinidad, por no decir admiración.
En el año 1961, el presidente Jorge Alessandri Rodríguez pierde el tercio del Senado en las elecciones parlamentarias y, de acuerdo con la Constitución de 1925, sin el tercio el Presidente de la República no podía aprobar ninguna ley e, incluso más, la oposición le podía hacer algunas imposiciones. Por ello llama al Partido Radical al gobierno, quienes imbuidos por todos los problemas que había y por la herencia de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, deciden presentar un proyecto de reforma agraria y presentan una moción en el parlamento. Esta moción se convierte posteriormente en el núcleo de lo que va a ser la ley 15.020, la “ley del macetero”.
La gran paradoja
¿La implementación de la reforma agraria no requirió de una reforma a la Constitución?
Claro, pero la gente no lo sabe. Para poder hacer la reforma agraria había que modificar la Constitución, porque ésta establecía el derecho sacrosanto de la propiedad privada, por lo que no se podía expropiar y pagar a plazo, se podía expropiar y pagar el valor comercial. Y Jorge Alessandri Rodríguez prepara una reforma constitucional y la envía al Congreso antes de enviar la ley de reforma agraria. En ese contexto, la redacción de la ley 15.020, apoyándose en la reforma constitucional, la cual se aprueba prácticamente por unanimidad, llega y establece que se podían expropiar las tierras agrícolas y pagarlas a plazo. Y redactan una ley que permitía expropiar todo, si alguien estaba disponible para eso. Se aprueba la ley de reforma agraria y los partidos de la oposición, donde estaba la DC, el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Agrario Laborista incluso plantean indicaciones, las que no son aceptadas. Pero se aprueba la ley de reforma agraria y se convierte en un instrumento que crea la Corporación de reforma agraria y el Instituto de desarrollo agropecuario, que son las dos herramientas con las cuales la reforma agraria se realiza.
Esta ley tiene el mérito de abrir las compuertas a un cambio más profundo.
Yo digo en el libro que esa es la paradoja: un gobierno de derecha es el que destraba el tope principal para realizar una transformación, al decir que es necesario hacer el cambio, reformar la Constitución y crear los instrumentos. Aunque el gobierno de Jorge Alessandri no expropia ni un solo predio, nada, cero.
Jorge Alessandri, como recordabas, acusa a los comunistas de estar levantando a los campesinos, lo que después en la historia queda absolutamente desmentido porque, la verdad, los comunistas y la izquierda llegan más tarde a la reforma agraria, mucho más tarde que la Democracia Cristiana, la iglesia y estos otros sectores inspirados más bien en el evangelio que en el manifiesto comunista. Y claro, votan a favor de la reforma agraria presentada por Eduardo Frei y se inicia un proceso muy sólido. ¿Cuáles eran los objetivos de esta reforma agraria? ¿Tenencia de la tierra, necesidad de producir más? ¿Aspectos políticos, aspectos económicos, cómo lo traducirías?
Había dos objetivos principales. El primero era terminar con el sistema de inquilinaje y el sistema de latifundio, porque ese era el freno efectivo. Casi un 40% de la población estaba en el medio rural y era la mayoría analfabetos, no tenían movilidad de trabajo, estaban sometidos al dueño del predio, la hacienda o el fundo y no tenían ninguna posibilidad de educación. No podían ni siquiera tener derecho a una fe propia, se les imponía una determinada denominación a través del sistema de las misiones y de otros fenómenos que se habían desarrollado, con el objeto de poder tener control sobre ellos. En un estudio se comprueba que entre el 70 y 80% de parlamentarios de derecha eran dueños de tierras. Entonces, para ellos el cambio era muy difícil. El segundo objetivo era mejorar la producción de alimentos en Chile y lograr que el país, en vez de ser dependiente de las importaciones, pudiera autoabastecerse y generar una riqueza que nos había dado la naturaleza. Sin haber hecho ese cambio o habría sido posible lograr lo que hoy día hay, millones de dólares que se exportan en alimentos a todo el mundo, producto de la tierra.
Al plantear esos dos objetivos, había una unanimidad teórica en que había que hacer el cambio. El argumento que levantaba la derecha era que esto había que hacerlo gradualmente, esgrimiendo que la incultura del campesino, su falta de educación, imposibilitaba que las cosas pudiesen mejorar. Pero nunca hicieron nada ni por educarlos ni por permitirles un salario más digno, ni menos organizarse. Entonces, el objetivo era primero producir la dignificación de la gente en el campo. Segundo, liberarlos de este yugo que los sometía y darles el incentivo para que ellos pudieran contribuir al bienestar de sus familias y al bienestar del país.
Esto es lo que hace que la reforma agraria sea un proceso tan importante, porque implica un cambio político radical que, en definitiva, cambia la situación de la tenencia de la tierra, la representación de los patrones en los poderes del Estado, hay toda una revolución económica, porque es bien significativo recordar ahora que la agricultura, en la reforma agraria de Eduardo Frei, creció a un nivel de 5% anual. Porque muchas veces la derecha dice que esto fue un fracaso y se produce menos que antes y no fue así.
Y la razón por la que aumentó la producción era obvia: porque empezamos a expropiar las tierras que estaban abandonadas o mal cultivadas y a entregárselas a los campesinos en un sistema en que ellos pudieran gestionarla. Y ellos produjeron un aumento de la producción espectacular, tanto que se alcanzó a exportar al extranjero bastantes productos durante los años de la reforma agraria del presidente Frei Montalva.
El objetivo que ustedes se propusieron fue darles tierra a 100 mil campesinos. Sin embargo esta cifra no se cumplió, no se alcanzó durante la administración del presidente Frei, pero hay otro tipo de logros que fueron tan significativos para la evolución política del país. Pero en tu libro se reconocen también errores de este proceso, que era tan vital para los campesinos, para el 40% de la población chilena, pero no era comprendido por ellos.
Hay un punto que es necesario destacar. Cuando se produce un cambio de la profundidad de lo que significaba romper la estructura de, no solo la propiedad de la tierra, sino que las relaciones humanas que existían dentro del campo chileno, es un cambio cultural enorme, donde no solo estaban atemorizados los que eran propietarios y susceptibles de ser expropiados, sino que también los propios campesinos. Ellos estaban acostumbrados a vivir de un patrón, el que era una especie de semidiós al cual recurrían para todo. Un cambio cultural no es fácil de realizarse. Y uno de los problemas al que nos enfrentamos y uno de los errores que cometimos fue que el campesino, en el fondo lo que pretendía un grupo de ellos, era recrear las condiciones de lo que era un fundo o una hacienda, ahora en manos de ellos. Esto fue explotado hábilmente por quienes se oponían a todo el proceso, generando dentro de los campesinos la idea de que ellos iban a cambiar de patrón, que iban a ser ahora empleados del Estado. Nosotros no logramos darnos cuenta a tiempo de que ese fenómeno estaba repercutiendo.
El cambio cultural se comienza a producir gracias a otro fenómeno paralelo a la ley de reforma agraria: la ley de sindicalización campesina. Organizarlos, dejar que se organizaran libremente, a sabiendas de que prácticamente sin esa organización no era posible generar ni cooperativas ni ningún mecanismo de asociatividad que les permitiese competir en forma adecuada. Pero la organización sindical campesina fue un tremendo éxito. Y cuando termina el gobierno de Frei hay más de 100 mil campesinos organizados, contra los 1.400 que había antes. Ellos son un motor que va generando en cambio.
Convulsiones de una época
¿El gobierno de Allende logra consolidar la reforma agraria o se desbarata el proceso?
El gobierno de Allende acelera el proceso de las expropiaciones. Pero tenía un problema que no podía resolver y era que dentro del gobierno convivían distintas visiones ideológicas y políticas. Por una parte, dirigentes socialistas aliados con el MIR creían que había que producir la toma de las tierras. Y se produce una aceleración de las tomas de las tierras. Algunas ya se habían hecho antes, pero habían sido resistidas. Pero ahí se comienza a acelerar las expropiaciones y no seguir el proceso de los asentamientos. La izquierda de esa época no creía en los asentamientos, porque decían ¿por qué un recurso tan rico, como cientos o miles de hectáreas, van a beneficiar solo a un pequeño grupo que se va a convertir en pequeño burgués y va a resistir cualquier reforma del Estado popular. Y por lo tanto, no constituyen asentamientos sino que crean dos fórmulas. Una, unos consejos campesinos, y después crean los centros de producción y los centros de reforma agraria, en los cuales traen gentes de afuera de los predios para que congestionen este asunto. Y ahí se produce un vuelco del campesinado, que dicen que esto no es lo que se les ha prometido durante tantos años. Y eso genera una caída en la producción, acelera las expropiaciones y abre paso a quienes querían un golpe y una dictadura.
Sumado a todas las demás convulsiones y crisis de la época.
Así es.
Todo este proceso fue acusado por la derecha de ser prácticamente un atentado revolucionario y haber provocado una gran conmoción. Sin embargo, medido en hectáreas, medido en cantidad de campesinos que fueron favorecidos por el proceso, dista mucho de haber provocado un gran cambio en la estructura.
Lo que ocurre es que al eliminarse el inquilinaje, el campesino adquiere el derecho de su trabajo y, por lo tanto, había que pagarle. Hoy día si recorres el campo chileno no hay inquilinos, no existen. Han prohibido los sindicatos pero aquí hay que darles organización, porque la única forma de que la agricultura campesina pueda tener fuerza hacia adelante es a base de que se reúna.
Me refería especialmente a lo que ellos denunciaron como las expropiaciones, finalmente no hubo tantas como para el escándalo que hicieron.
Pero hubo suficientes. El gobierno de Allende expropió mucho más de lo que expropió el gobierno de Frei, lo que ocurre es que no pudo colocar las tierras en producción. Pero el tema está claramente planteado: en Chile ya había terminado la sujeción feudal, el concepto de latifundio y lo que había que hacer era organizar las cosas. Chile, si no hubiese cambiado esa estructura, no habría podido hacer lo que hace hoy día. No tenía cómo. Hay cosas que habrá que resolver en el futuro, pero obviamente hoy día no hay esclavos en el campo chileno.