Dos partes por millón de partículas de cristal violeta, un agente cancerígeno, detectó la Agencia de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos en una de doce muestras analizadas de un cargamento de salmón enviado desde Chile, por la filial chilena de la compañía noruega Marine Harvest.
El hecho, que provocó la prohibición de entrada de este tipo de pescado, tanto fresco como congelado, al país norteamericano, generó preocupación en comunidades mapuche de las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, por la eventual contaminación de caudales. También en la localidad de Apiao, comuna de Quinchao, lugar donde está ubicado el centro de cultivo desde donde salió el lote contaminado, y en toda la zona oriental de la Isla Grande de Chiloé.
Así lo evidenció el concejal de Quinchao René Garcés, quien señaló que la industria salmonera es un tema de permanente preocupación en la provincia: “Tenemos una gran preocupación por la gran cantidad de antibióticos que utilizan en la cría de estos salmones, que han tenido una repercusión tremenda en los fondos y lechos marinos. Hoy día se suma este tema que es otra complicación, porque también toca una parte sensible: la gente también consume salmones en esta zona y tener químicos que afecten a la salud humana también es una preocupación”, dijo.
“Las empresas salmoneras han generado trabajo en la isla, pero ¿a qué costo?”, se preguntó el miembro del Concejo Municipal.
En tanto, Cecilia Solís, subdirectora de Comercio Exterior del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), confirmó que los resultados de la investigación iniciada la semana pasada estarán listos durante la primera quincena de agosto.
La funcionaria llamó a la tranquilidad, argumentado que el caso anterior se remonta a 2007, cuando en Inglaterra se detectó este compuesto químico en una partida de brochetas de salmón enviada desde Tailandia, con materia prima proveniente de nuestro país: “Tenemos la obligación de hacer muestreos anuales en los centros de cultivo de mar y agua dulce y buscamos sustancias prohibidas y no autorizadas. Evidentemente no puedo asegurar en un cien por ciento que nunca habrá contaminación, pero sí puedo decir que el monitoreo que Sernapesca realiza anualmente es para estar bastante tranquilos respecto de posibles contaminaciones”, afirmó.
Cecilia Solís agregó que la fuente de contaminación puede ser diversa, desde un contagio secundario hasta la infección de algún ingrediente alimenticio.
La funcionaria de Sernapesca indicó que la frecuencia de visitas a las plantas procesadoras son de entre uno a dos meses; a los centros de cultivos son “menos frecuentes”, sin especificar su periodicidad, y que los muestreos de sustancias prohibidas y no autorizadas son anuales.
El diputado por el distrito 57 de Los Ríos, Patricio Vallespín (DC), manifestó que “hay que hacer un programa permanente de seguimiento y fiscalización de las faenas en todo el sur austral de Chile, con un sistema de muestreo más sustantivo, con más gente”.
“Eso es parte de la discusión del Presupuesto, donde obviamente el ministerio de Economía debería postular mayores recursos. Se le planteó en la discusión de octubre del año pasado si es que iban a existir recursos suficientes, se dijo que sí y a la luz de los resultados, parece que no está siendo suficiente, pues hay un déficit de la capacidad fiscalizadora en el sur del país”, agregó.
Finalmente, Juan Carlos Cárdenas, director de la organización Ecocéanos, señaló que es válido preguntarse si Marine Harvest está produciendo de forma clandestina este agente cancerígeno, que se ocupa para la eliminación de hongos.
En ese sentodo, añadió que la llamada “industria 2.0”, posterior a la crisis que se originó a raíz del virus ISA, es una farsa: “Las malas prácticas sanitarias son de carácter estructural en la producción del salmón”, concluyó el médico veterinario.