El próximo domingo 24, Honduras elegirá a los representantes de los gobiernos municipales, a 18 diputados del Congreso y a quien será el próximo líder nacional, desplazando al conservador e integrante del Partido Nacional, Porfirio Lobo, ganador de las elecciones realizadas el 29 de noviembre del año 2009, después del golpe de Estado y derrocamiento del entonces mandatario, Manuel Zelaya.
¿Quiénes son los principales nombres para llegar a la presidencia?, Juan Orlando Hernández, del sector oficialista y fuerte tradición militar, y Xiomara Castro del Partido Libre, esposa de Zelaya, quien, hasta ahora, encabezaría las encuestas. Pero, ¿es posible pensar en que Xiomara pueda triunfar en las elecciones sin consecuencias?
Esta pregunta la respondió el ex Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Gabriel Valdés, quien en una misión diplomática visitó hace dos meses el país centroamericano, donde se reunió con empresarios, dirigentes sociales y actores políticos.
Valdés señala que “una eventual victoria de Xiomara no produciría mayor resistencia de grupos de influencia. En conversación con el sector empresarial, hay una disposición a buscar una salida, con un discurso razonable del drama de la violencia, y de cómo nada había causado más daño que el golpe de Estado”.
El diplomático afirmó que pudo apreciar la voluntad de impedir cualquier desenlace que pudiera traer dificultades. Incluso, dado el contexto, le sorprendió que no existiera violencia electoral. “Los candidatos no estaban en una posición de virulenta oposición entre sí, ni había disposición de radicalizar el proceso”, afirmó y añadió que se podía observar una intención de reorganizarse nuevamente en torno a un proyecto de política estable.
Esto cuando, afirma, la situación de violencia, las pandillas o “maras” el tráfico de drogas, el crimen y la delincuencia se convirtió en “una locura” y, por lo mismo, se requieren consensos nacionales. De hecho, uno de los mayores desafíos de Honduras es encontrar una fórmula de estabilidad, para enfrentar el problema de la violencia.
Lucía Dammert, socióloga y experta en temas de Seguridad Ciudadana, se refirió al respecto: “Uno de los problemas que uno encuentra es la penetración del crimen organizado. No en temas de corrupción cotidiana, sino en general, a nivel estructural en justicia, sistema penitenciario y la política. Entonces es necesario fortalecer las instituciones del Estado, de la mano de políticas públicas que sean más efectivas”.
La especialista añadió que en Honduras hay serios problemas de pobreza, de desigualdad, de falta de empleo, particularmente entre los jóvenes, puesto que un 30% no trabaja ni estudia. Además, indicó que tiene una población importante que quiere irse a vivir a Estados Unidos, lo que refleja un problema social a nivel estructural.
En ese sentido, los analistas sugirieron revisar las bases, desde el modelo económico y ver cómo puede estar infiltrado por una lógica de drogas desde México. Además, dar una mirada al sistema social en su conjunto para buscar soluciones, en el entendido que lo que ocurre en Honduras es representativo del creciente fenómeno centroamericano de la violencia.