En los distintos ámbitos y temas de estudio medioambiental, el Informe País del INAP estableció una balanza entre las presiones y las respuestas del Estado sobre determinados asuntos.
El resultado, a través de un sistema de luces de semáforo, da cuenta de una luz amarilla y las demás rojas. En casi todos los objetos de estudios, las respuestas políticas y programas han sido insuficientes para hacer frente a las amenazas sobre el medio ambiente.
Por ejemplo: el aire se ve presionado por fuentes fijas y móviles de contaminación, y las respuestas como plantes de descontaminación y control de emisiones no evitaron que, en su totalidad, Chile esté en peores condiciones que hace 10 años.
Esta situación se repite con distintos matices en el estado del Agua, del Bosque Nativo, de la biodiversidad, los suelos, los ecosistemas marinos y el borde costero, además de los asentamientos humanos; con la minería como única excepción.´
El panorama, lo resumió el director del Centro de Análisis de Políticas Públicas del INAP, Nicolo Gligo: “Pero a mí no me cabe la menor duda que la tendencia negativa supera a la respuesta que hemos dado, por eso están en luz roja, es decir, tenemos menos suelo, tenemos menos bosque, tenemos menos agua y agua más contaminada, es decir, estamos perdiendo nuestro patrimonio, nuestro recurso natural, nuestra casa se está achicando”.
A esto responden las llamadas macropresiones: el crecimiento económico y el bienestar social generan impactos como el aumento de residuos y el uso de bienes contaminantes. Los especialistas aseguran ante esto que no es posible superar estos problemas sin enfrentar antes la desigualdad social.
Las conclusiones determinan que el medio ambiente está en deterioro, hay una insuficiencia de políticas y programas y las amenazas sobre el patrimonio natural están en aumento.
Esto llama según los académicos del INAP a un nuevo ordenamiento ambiental y territorial, más investigación y análisis, el perfeccionamiento de instrumentos de respuesta y de la institucionalidad, además de canales y sistemas vinculantes de participación.
Según Sebastián Insúa, de la Fundación Heinrich Böll, hay que tomar en cuenta el enfoque multisectorial que se está planteando: “Este contexto nos da buena información y excelente material para tratar de hacer un debate un poco más amplio respecto de lo que al menos nosotros entendemos por la política ambiental, porque el informe da muchas luces sobre que el proceso es integral, de que el deterioro existe más allá de los éxitos económicos y que la evaluación de la realidad del país debiera ser mirada desde una perspectiva mucho más amplia”.
Finalmente, la directora del programa Chile Sustentable, Sara Larraín, acusó al Gobierno de no financiar un documento tan relevante como esto y felicitó el esfuerzo de los académicos de la Universidad de Chile.
En este sentido, la experta sobre temas medio ambientales indicó que “el Estado debió haber seguido financiando los equipos académicos e independiente de la universidad estatal, generando las capacidades y seguir manteniendo esta actualización de los informes cada dos años. Yo diría una tremenda felicitación y orgullo por el equipo de la U. de Chile, pero una tremenda preocupación del abandono del Estado de un área fundamental de la política pública que es la información”.
El Informe País Estado del Medio Ambiente en Chile 2013, según señalaron, fue realizado sin el financiamiento del Estado e incluso los investigadores que participaron de él, lo hicieron ad honorem.