El Cairo despertó este martes con el estruendo de una bomba artesanal cerca de un tribunal del barrio Imbaba, dañando las ventanas y fachadas del edificio, aunque sin dejar víctimas. Al mismo tiempo, el ministerio de Interior anunciaba el desmantelamiento de una célula que se aprestaba a perpetrar atentados terroristas durante el referendo que se celebra este martes y miércoles en todo el país.
El referendo sobre la nueva Constitución, que debe reemplazar a la impulsada por los Hermanos Musulmanes y adoptada en las urnas en 2012, se ha convertido en un plebiscito sobre Al Sisi, vice primer ministro, ministro de Defensa y comandante en jefe del ejército. El nuevo hombre fuerte de Egipto hizo saber tres días atrás que se presentará a las elecciones presidenciales previstas este año sólo si “el pueblo lo reclama” y si las fuerzas armadas apoyan su candidatura.
El Ejército tomó el poder el pasado tres de julio tras derrocar al islamista Mohamed Mursi, el primer presidente democráticamente elegido de la historia del país.
El comandante Al Sisi justificó el golpe de Estado recordando los millones de manifestantes que reclamaron el 30 de junio la dimisión de Mursi, al que acusaban de querer islamizar la sociedad y de no haber conseguido enderezar una economía al borde de la bancarrota.
Además de granjearse la hostilidad del Ejército, la policía, los magistrados y la intelligentsia egipcia, la cofradía fue dejada de lado por buena parte de los obreros y campesinos, ya que los Hermanos Musulmanes se mostraron económicamente más liberales que el régimen de Mubarak. Entretanto, la condición de la mujer se veía cada vez más relegada; la Constitución de los Hermanos Musulmanes evitó poner por escrito la igualdad entre hombres y mujeres.
Con un fuerte apoyo popular, los militares instauraron un gobierno interino para que lleve a cabo una “transición democrática”, cuya primera etapa es el referéndum sobre una nueva Constitución.
Principales puntos de la nueva Constitución
Si la nueva Carta Magna permite, como la anterior, que militares juzguen a civiles, su fuente de inspiración es muy distinta.
El islamismo ha sido reemplazado por el humanismo, aunque la sharia (ley islámica), sigue siendo “la fuente principal de la legislación”. La posibilidad de invocar fatuas (edictos religiosos) que tienen más de mil años ha sido descartada. Los jueces ya no podrán apoyarse en la Constitución para pronunciarse a favor de penas que contemplen latigazos.
La mujer vuelve a tener un estatuto igual al del hombre y el comercio de seres humanos queda formalmente prohibido. La infancia también ha recibido una definición clara que permite excluir el matrimonio precoz y el trabajo infantil. La libertad de expresión obtuvo mejores garantías, entre ellas la de excluir la prisión, salvo cuando se trate de incitar al crimen.
Los obreros y campesinos, que formaban parte de la mitad del Parlamento, han perdido el privilegio que era generalmente manipulado por patrones y propietarios de tierras. Al mismo tiempo, deberán estar representados en todos los consejos de administración y obtienen cuotas en los consejos municipales, así como las mujeres y los jóvenes. Ahora, falta trasladar estas disposiciones a la realidad para que la Constitución no sea meramente decorativa.