“Sobre la poesía habría un par de cosas que decir… que nadie la lee mucho, que esos nadie son pocos, que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial y con el asunto de comer cada día. Se trata un asunto importante”
Así reflexionaba Juan Gelman sobre la labor que lo llevó a ser conocido mundialmente, la de poeta.
Durante 83 años se dedicó a abrirle la puerta a la señora poesía para ser escrito por ella, como manifestó en el documental “Juan Gelman y otras cuestiones” (2005), hasta que este martes a las 4:30 de la madrugada falleció en su casa de Colonia Condesa en Ciudad de México, donde vivía desde 1988.
Hijo de emigrantes ucranianos, se entusiasmó por la poesía después de escuchar las declamaciones de Pushkin que su hermano mayor hacía en ruso. Su encanto lo llevó a escribir a sus enamoradas en Buenos Aires hasta redactar su primer libro, “Violín y otras cuestiones” el año 1956.
Fundador del grupo de poetas “El pan duro”, trabajó en varios oficios, incluyendo el periodismo. En 1963 estuvo preso por sus ideas izquierdistas, lo que lo llevó a acercarse a sectores del peronismo revolucionario.
Su poesía estuvo marcada por lo político, dice el poeta y académico del departamento de Literatura de la Universidad de Chile, Javier Bello quien sostiene que “todo el trabajo con la experimentación del lenguaje, el rescate de la tradición hablada del español desde sus orígenes, el trabajo con lo mínimo, con lo sensible, todo eso lo lleva a su gran tema, que es la violencia y represión política”.
Lo anterior, porque la dictadura Argentina no sólo le arrebató la libertad y lo obligó al exilio por su participación en el grupo guerrillero Montoneros, sino también le quitó a su hijo Marcelo y a su nuera embarazada María Claudia García. De los tres sólo recuperó viva a su nieta Macarena el 2000 a los 23 años, luego de enterarse que fue entregada a una familia de militares uruguayos.
Este Premio Cervantes, Juan Rulfo, Neruda y Reina Sofía de Poesía Latinoamericana contó al documental biográfico que por causa de este episodio estuvo “varios años sin poder escribir, porque el choque del exilio más acompañado de la desaparición de mi hijo, la desaparición de compañeros muy queridos, Francisco Urondo, Miguel Ángel Bustos, Rodolfo Bosch, la situación del país. Vivir en culturas, otras, no inaccesibles, sino otras, es un choque muy fuerte”.
Toda su experiencia “lo llevó a realizar un trabajo relacionado con lo sensible, lo pequeño, con la compasión, y la cercanía con el ser humano. Su poesía es un gran grito de dolor”, explica Bello. Y agrega que por lo mismo “elabora un sujeto que se equivoca, que se tropieza, que balbucea, y no el sujeto grandilocuente de la tradición poética latinoamericana; creo que realizó un gran trabajo contra la discursividad”.
En la memoria
A pesar de la enfermedad que lo llevó a la muerte, el síndrome de mielodisplasia que es una disfunción de la médula ósea, Gelman continuaba escribiendo columnas para el diario argentino Página 12, fumaba, leía, apoyaba los movimientos sociales 15-M de España y 132 de México, y arremetía contra el “peligroso” poder del Banco Mundial, o el Fondo Monetario internacional “que venían a recortarnos el espíritu” señaló en el diario El país.
Su prolífica creación, con textos como El juego en que andamos, Velorio del solo, Sefiní, Cólera Buey, se mantendrán en nuestras memorias como un eterno grito de ¡Nunca más! una dictadura.