En 2011 la Unesco estableció el 13 de febrero como Día Mundial de la Radio, recordando que en esa fecha se lanzó, en 1946, la Radio de las Naciones Unidas en Nueva York. Pero desde que comenzó su masificación, hace ya más de un siglo, este medio de comunicación ha tenido un rol fundamental en la vida de millones de personas alrededor del mundo.
Cercana, creíble, democrática, diversa y de bajo costo, la radio puede llegar a comunidades alejadas, a personas vulnerables, como analfabetos, discapacitados, mujeres y sectores de escasos recursos, entre otros. Además, ha sido gravitante en situaciones de emergencias, ya sea naturales o políticas.
Considerada como el medio más masivo, diverso y pluralista, es además una plataforma para que todas las personas, sin importar su nivel educacional, puedan intervenir en el debate público. Y aunque el surgimiento de nuevas tecnologías de comunicación, como Internet o los teléfonos celulares podrían haber representado una amenaza a la popularidad de la radio, la adaptación que este medio ha tenido a estas nuevas herramientas, por ejemplo, digitalizándose o transmitiendo “en línea”, no la han movido de su sitial. La magia de escuchar la propia voz salir de los parlantes o de sentirse acompañado y representado en quien nos habla a través de los micrófonos, aunque no conozcamos su cara o su nombre, sigue cautivando a las audiencias.
Pero como todos los medios de comunicación, la radio es el reflejo de la sociedad y, desde una perspectiva de género, se ve afectada por comúnmente con la creación de estereotipos, la restringida incorporación de las mujeres tanto en los contenidos como en los cargos de poder al interior de las emisoras, o a la transmisión de mensajes que pueden conducir a conductas violentas en contra de las mujeres. Es por eso que en la celebración de este tercer Día Mundial, la Unesco decidió poner sobre el tapete la igualdad de género y la emancipación de las mujeres en la radio.
En Chile, si bien han aumentado las voces femeninas al aire en las últimas décadas, su participación sigue siendo minoritaria. María Pía Matta, presidenta de la Asociación Mundial de Radio Comunitarias, apunta a que “eso no necesariamente significa poder completar aquellas cosas que tienen que ver cómo estamos transmitiendo la noción de ser mujer. Siguen habiendo estereotipos. Hay radios que se manera excesiva estereotipan la imagen de las mujeres, de distinta manera, no sólo aunque hablamos mal de las mujeres, sino que a través de la música, de la forma en que nos referimos a las mujeres, los temas que elegimos”.
Para la radialista, una clara muestra de estos estereotipos se manifiesta en la “moda” de los temas relacionados con la violencia en contra de las mujeres, donde las voces femeninas generalmente se escuchan en testimonios de víctimas, pero pocas veces como sujetos proponen soluciones a este problema.
Victoria Uranga, coordinadora de la Sección de Gestión del Conocimiento de Unesco Chile, coincide con este análisis y añade que otro de los factores que dan cuenta de la discriminación es que “tal vez han aumentado los testimonios, en el tema de violencia, pero no necesariamente en la misma proporción han aumentado las mujeres como protagonistas de la noticia a nivel de expertos”.
“Cuál es la selección de fuentes que hacemos de mujeres que son expertas y que son capaces de explicarnos los temas”, interpela Uranga, quien es también periodista.
Y si bien el número de mujeres en cargos de responsabilidad al interior de las emisoras también ha aumentado con los años, enfrentan las dificultades características de las trabajadoras en Chile: menor salario que los hombres, mayores trabas para ascender, doble jornada laboral (remunerada y no remunerada en el hogar), problemas para delegar el cuidado de los hijos y los adultos mayores, entre otros.
Pero, además, la desigualdad de género en la radio se relaciona con factores financieros. En la distribución de la publicidad en los medios se lleva sólo un seis por ciento, lo que dificulta su subsistencia y la incorporación de temas que no sean tan populares.
“Las radios, cómo pueden arriesgarse con programas que incorporan conceptos sobre la mujer que la publicidad no valora. Cómo lo haces si estás entre que tienes que sobrevivir, ser capaz de tener una radio de calidad y tener la economía que te acompañe”, se pregunta la presidenta de AMARC, quien agrega que en esta situación “el Estado ha sido frágil”, ya que no ha existido, por ejemplo, una campaña o un programa del Servicio Nacional de la Mujer que busque incorporarlas en en la opinión pública roles distintos al de víctimas de la violencia.
Es en este punto cuando el papel de los medios se pone sobre el tapete. Para la representante de Unesco, es una falencia la ausencia de medios de carácter público en Chile, pero no es correcto deslindar de responsabilidad social a aquellos que son administrados por privados. Las radios “al estar ocupando el espectro (radioeléctrico) público tienen un rol que cumplir, que por supuesto pasa por el tema de las mujeres, pero también un montón de otros temas sociales y pendientes que tenemos como país”, apunta.
El diagnóstico, al igual como ocurre con la televisión, los diarios, las revistas e Internet, no es muy alentador para la radiofonía chilena, que padece la concentración de su propiedad y línea editorial, tiene dificultades para financiarse, especialmente las de carácter independiente o comunitarias, y se mueven dentro de los márgenes de una libertad de expresión muchas veces coartada o sólo nominal. De ahí la demanda al Estado por un rol más activo, que promueva una mayor integración de las mujeres y la diversidad de pensamiento, voces e identidades en el dial.