Con una férrea e infranqueable cautela se encuentran las partes del caso Karadima en la justicia, particularmente en el litigio que llevan el Arzobispado de Santiago y las víctimas Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo.
Este miércoles, las víctimas de abusos por parte del ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, rechazaron la propuesta compensatoria ofrecida por la iglesia capitalina, que consideraba apoyo psicológico y la creación de una fundación.
A través de un comunicado, Cruz, Hamilton y Murillo señalaron que esperan “que cualquier otra (propuesta) contenga, como mínimo el reconocimiento de su responsabilidad por no haber actuado con la debida diligencia, cuidado y transparencia”, además de la “petición de perdón dirigido a todas las personas que han sido víctimas de abusos”, junto a la ya demandada indemnización económica.
Los abogados de las partes hicieron eco de la cautela que quieren tomar en el caso. El representante del Arzobispado, José María Errázuriz, se refirió a la prórroga acordada para la nueva audiencia de conciliación fijada para el próximo 23 de abril.
“Hemos convenido prorrogar por un tiempo para una nueva audiencia, y continuar con las conversaciones. Si bien la propuesta no fue aceptada, hay ánimo de conversar y alcanzar algún tipo de acuerdo. Hay temas pendientes que tienen que seguir, y no conviene adelantar ningún concepto ahora, sino seguir conversando”, dijo.
Mientras, el abogado de los acusantes, Juan Pablo Hermosilla, respaldó la necesidad de tratar el proceso con cuidado: “Tenemos que ser cautelosos los abogados, evitar que se complique esto. Vamos a seguir conversando, pero los abogados debemos hablar poco. Tener cuidado con las palabras”.
Esta misma cautela dijo que se debe llevar el escritor del libro “Historia de la Iglesia en Chile” Marcial Sánchez, quien por su parte defendió la postura del Arzobispado, por enviar en primera instancia al Vaticano todos los antecedentes del caso.
Sin embargo comparte con el criterio de las víctimas en el tipo de gestos que requieren. “Uno mirando desde fuera cómo evoluciona el caso, se da cuenta que la institución está tratando de hacer lo que debe, aunque quizá un poco tarde. Lo bueno es que salió a la luz, y no es un problema de plata, sino algo mayor, que pasa por una valoración moral, de que la Iglesia asuma ciertas condiciones, y en cierta medida lo ha ido haciendo”, indicó.
Para Sánchez, la Iglesia de Santiago como institución no debe pedir perdón, sino propiciar una persecución más aguda al interior del arzobispado, personas involucradas en el caso que sí lo deben hacer, además de ser procesados como corresponde por la justicia. El historiador sin embargo, coincidió en la cautela con la que se debe tomar, informar y proceder en este caso.