Rodrigo Fluxá se declara sorprendido y un poco achacado por la controversia que se generó luego de la publicación de su libro sobre el caso de Daniel Zamudio, joven de 24 años que falleció el 27 de marzo de 2012, luego de recibir una macabra paliza en el Parque San Borja.
Alejandro Angulo, Patricio Ahumada, Raúl López y Fabián Mora son los cuatro hombres que participaron de la golpiza que hasta hace poco se había denominado como ataque homofóbico por un grupo neonazi.
Sin embargo, la investigación “Solos en la noche. Zamudio y sus asesinos” (150 páginas) muestra, a través de los hechos y entrevistas, que estos jóvenes de características sociales similares son hijos de un sistema que los agrede, les da la espalda y fomenta actitudes tan violentas como las ocurridas el 2 de marzo de aquel año.
“No se trata de justificar lo que hicieron, sino en reflexionar qué se está haciendo mal para que un grupo sea capaz de aterrar con esas actitudes”, dice el periodista.
¿Por qué investigar este caso y no otros?
La idea partió porque estaba horrorizado con lo que pasó y trabajando en el revista El Sábado me tocó hacer algunos reportajes sobre el mundo de los asesinos, que era lo que más me impresionaba: cómo unos jóvenes eran capaces de hacer esas cosas.
Mientras hacía entrevistas, me di cuenta que había una diferencia bien grande entre lo que realmente ocurría y la realidad del caso. Encontré que había una simplificación en los hechos al tratarlos como una banda de neonazis que salían a matar homosexuales. Por el contrario, lo que yo reporteaba mostraba que habían problemas súper graves.
Ese fue el motor del libro, que trata de reconstruir la vida de los cuatro asesinos y Daniel, no en entregar justificaciones de la cosa horrible que pasó esa noche.
Consideras que tras la muerte de este joven se esconde un problema social importante en todos los involucrados en el asesinato.
Eso es, justamente, lo que quería retratar en el libro, y sobre todo la gente que no lo ha leído no lo ha querido entender. Acá hay un problema súper de fondo que llevó a que el asesinato no fuera casualidad. Hubo tintes contra la diversidad, se dijeron frases, hubo una pulsión homofóbica, sin duda, pero lo que yo digo es que esto fue más que un crimen por aquellas razones que nos hicieron tapar el sol con un dedo. Es decir, hubo problemas que están detrás de esto y que han seguido ocurriendo ataques parecidos con gente gay y no gay.
Hechos que siguen ocurriendo con mujeres o niños…
Justamente, en el libro yo no saco ninguna tesis, sólo se basa en la investigación y entrevistas, pero a mí lo que me preocupa es la muerte de Daniel sea por la razón que sea. Es muy grave que un grupo de hombres pueda hacer eso. A mí me conmueve y horroriza lo que hicieron los cuatro asesinos, por eso traté de entenderlo y no de justificarlo, porque esto último no se puede hacer.
¿Qué rol le entregas a la televisión en la creación de estereotipos? En el libro cuentas cómo Zamudio seguía el programa Mekano incluso gastándose lo que no tenía por ir a verlos.
Eso es lo que más me espanta, porque me gustaría pensar que estos cuatro jóvenes son una excepción, pero creo que son representativos de cierto tipo de juventud con estos estereotipos, y como dije en el lanzamiento, estos chicos son el fracaso del sistema, ya que son sus hijos y ellos fueron capaces de hacer esto.
Ahora, aunque cueste, hay que entender que la vida de Daniel no es muy diferente a la de sus asesinos. Hay una lección que sacar ahí que no se hizo y que el libro intenta poner el tema en debate.
En el libro los amigos de Daniel Zamudio dicen que él jamás pensó en integrar grupos contra la discriminación sexual, sin embargo, hoy se levantó una bandera de lucha en su nombre. ¿Qué opinión te merece eso?
Ellos decían que no tenía ningún interés en ese tema, porque Daniel no había sido discriminado por homosexual, pues los problemas que tuvo en su vida no fueron por esa condición, sino por muchas otras cosas o por episodios súper duros que no tienen que ver con eso, pero aquello no lo inhabilita en la causa.
Con Daniel pasó una cosa muy grave y yo aplaudo que de toda esa barbarie saliera algo bueno como la Ley Antidiscriminación o que la sociedad se haya sensibilizado con el tema.
En este caso ¿cómo definirías el rol del periodismo?
Hay que tener claro que el periodismo no busca botar o levantar causas, sino contar la verdad y eso es lo que trata de hacer el libro. El Movhil ha hecho una gran pega, pero hay que entender que las ONG son una cosa y el periodismo otra.
Además, el texto, a través de casi cien entrevistas y por medio de archivos judiciales de este y otros casos, cuenta la historia casi sin opinión y sin tesis. Son solo hechos más hechos, más hechos. Además, trabajé con gente súper buena como Andrea Insunza y Javier Ortega que han estado detrás de los libros de Mónica González y de investigaciones. Lo bueno es que siento que ahora están bajando las revoluciones de esta polémica que fue media absurda.