Dice el hijo de la Presidenta que a él no le interesa el poder, no le interesa hacerse famoso “con esta cuestión”. Sebastián Dávalos Bachelet (36) habla largo en una entrevista publicada por el diario La Tercera a tres páginas en la edición dominical de su cuerpo de Reportajes, bajo la sección Poder. Es cientista político, magíster en Gobierno y Gerencia Pública y, hasta mediados del año 2012, trabajó en la Dirección general de Relaciones Económicas Internacionales, en el Ministerio de RR.EE.
Una formación profesional que tiene en su base, el estudio del poder y cómo se despliega en su ejercicio administrativo. Por eso parece curioso que además, quien desarrolla actividades académicas, señale de manera despectiva, como “esta cuestión” a la tarea que le ha tocado desempeñar a Michelle Bachelet, como Presidenta de la República, por segunda vez.
Explica, en la mencionada entrevista dominical, que fue él quien le ofreció a su madre trabajar junto a ella en un cargo que se denomina Director del área sociocultural (DSC) y que han venido desarrollando las mal llamadas “primeras damas”, de manera histórica. Un cargo ad honorem y que tiene como tarea presidir una serie de fundaciones que están bajo el alero de la Presidencia, como Integra y Artesanías de Chile, entre otras. Un trabajo que en la administración anterior de la presidenta realizó María Eugenia Hirmas y luego, en el gobierno de Sebastián Piñera, su esposa, Cecilia Morel.
Para desempeñar un trabajo en el que no contaba con experiencia alguna, sin embargo, Sebastián solo se contactó con las anteriores primeras damas, pero no con la más reciente, la que debe haber dejado una serie de proyectos a cercano, mediano y largo plazo, de los que no se enteró de su boca, porque confiesa no hubo traspaso de mando y que no sabe si hubo disponibilidad de ella para realizarlo.
Extraña la actitud de quien dice le habría gustado seguir trabajando en el servicio público, no entender que la lógica de la administración pública tiene un sentido de continuidad y una proyección en el tiempo que va más allá de las personas que detentan los cargos en un momento dado. Grave omisión en una tarea que exige aprovechar al máximo los escasos recursos con que se cuentan.
Pero que el hijo de la presidenta menosprecie las redes de contacto que pueda establecer desde la oficina que ocupa en el sector nororiente del Palacio de La Moneda es, en definitiva, cinismo o ingenuidad. Prefiero pensar que es esto último, y que cuando Sebastián pregunta ¿qué redes de contacto voy a hacer con Integra o con las artesanas?, es porque piensa que sobre él se cierne la sospecha de que todo lo que haga solo irá en su propio beneficio.
El problema es que Sebastián hace, de paso, caso omiso a la enorme importancia que revisten las redes de contacto establecidas por todas sus antecesoras y que le permitirían desarrollar mejor su tarea.
El problema está en lo que Sebastián denomina “esta cuestión” y que no es otra cosa que el poder. Que él prefiere no nombrar con todas sus letras como si sobre él cayeran después todas las sospechas de querer sacar provecho personal a como dé lugar. Un rechazo al maquillaje político que viste las relaciones y visitas como casuales, cuando han sido cuidadosamente preparadas.
Se equivoca, lamentablemente, el hijo de la Presidenta al menospreciar a la “cuestión”. Es el escenario ideal para el que todos los operadores políticos y maquinadores se vistan con sus trajes de acecho, saquen sus mejores armamentos y salgan a solazarse en los cotos de caza del Estado.