La presencia de Lagos es ejemplar, si queremos partir por hablar de casa. Luego de que en el primer gobierno de la Concertación Patricio Aylwin, literalmente, abandonara el programa en lo que respecta al modelo económico para validar el neoliberal de Pinochet, con la llegada del socialista una década después muchos tenían la esperanza de que las cosas cambiarían ¿Sucedió? En opinión de su director de Presupuesto, Mario Marcel, al final del gobierno en 2005 “hemos ido valorando más de lo bueno de muchas de esas reformas –dijo refiriéndose a los años de Pinochet- e identificando donde están las cosas que no funcionan”.
En el caso chileno, la dualidad Dictadura-Democracia de la que se benefició la Concertación escondió otra dualidad que no fue modificada y cuyo desequilibrio nos pena hasta el día de hoy: Propiedad Privada-Democracia. La recuperación de la democracia no modificó en lo estructural las relaciones de poder, y lo más importante y que atañe a la Tercera Vía, como veremos a continuación, siguió haciendo prevalecer el interés privado del más fuerte por sobre el bien común. En este sentido, y en comparación con la promesa inicial, el fracaso es rotundo.
La era de Ricardo Lagos coincidió con el nuevo aire doctrinario de la llamada Tercera Vía que se le quiso dar a la socialdemocracia, arrinconada entre la caída de los socialismos reales y el avance sin contrapeso del capitalismo. Teniendo a Anthony Giddens de la London School of Echonomics como mentor, y a Tony Blair como vehículo movilizador, estas ideas representaron, en opinión de Giddens ”la renovación de la socialdemocracia en un mundo en que las ideas de la antigua izquierda han quedado obsoletas, mientras que las ideas de la nueva derecha son inadecuadas y contradictorias”. Puestos a explicar el tránsito de esta propuesta ideológica, habría que decir que cuando le preguntaron a Margaret Thatcher cuál fue su mayor aporte a la política del Reino Unido contestó con dos palabras: “Tony Blair”.
El mismo ex líder del laborismo británico asistió esta semana a un encuentro donde se relazó la Tercera Vía, curiosamente en Colombia y más curiosamente encabezada por Juan Manuel Santos, quien al iniciar su segundo periodo se sumó a este grupo. En la reunión participaron las máximas figuras noventeras de referencia: Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Felipe González (España), Bill Clinton (Estados Unidos) y por supuesto Ricardo Lagos. Sin que se tenga muy claro cuál es el soporte doctrinario del relanzamiento, la idea sería ya no plantearse como una alternativa al neoliberalismo duro, como lo propugnaron sus convocantes cuando estuvieron en el poder, sino que, en el caso de América Latina, como una alternativa a los gobiernos progresistas de la región, luego de que fracasaran contrapesos de perfil más derechista como Felipe Calderón, Álvaro Uribe y Sebastián Piñera. Evitando además, por cierto, el efecto contagio, puesto que como decía Felipe González respecto a España y Europa “sería una catástrofe que prendieran alternativas bolivarianas”. Se refería, veladamente, al emergente Podemos de Pablo Iglesias, quien arrebató parte importante de la adhesión progresista al PSOE.
En Europa, los partidos socialdemócratas han sido criticados por haber sido avasallados ideológicamente por el neoliberalismo, incapaces de reivindicar hoy políticas como las que en el pasado tuvieron dirigentes como Olaf Palme y Francois Mitterrand. En la subjetividad de un progresista europeo, Zapatero fue peor que Aznar y Hollande está siendo peor que Sarkozy. Ante la incapacidad, en la práctica, de hacer un gobierno distinto a los de derecha, en mayo de 2013 y a un año de las elecciones del Parlamento Europeo, el líder del Syriza griego, Alexis Tsipras, se reunió con el secretario general del PSOE español, Alfredo Pérez Rubalcaba, para que girara el partido a la izquierda y contribuyera a terminar “de una vez con la política de sometimiento a los dogmas neoliberales”. Tsipras le dijo que “el dilema estratégico” de la socialdemocracia es “si va a reivindicar el voto popular para participar en figuras de gobierno de coalición con la derecha o si va a virar a la izquierda y buscar alianzas con la izquierda radical“.
Un año después, Tsipras fue uno de los grandes vencedores de la elección del Parlamento Europeo y Rubalcaba debió renunciar por el derrumbe del PSOE.
¿Qué han planteado en Europa el Podemos español, el Syriza Griego, el Partido de Izquierda Francés y otros que se han diferenciado de la socialdemocracia? Fundamentalmente, que se debe reivindicar la democracia para enfrentar el poder de las corporaciones y los organismos económicos. Que sea un contrapeso al poder del dinero y no un vehículo para su paso avasallador, como en muchos casos sucedió con gobiernos socialdemócratas.
En opinión del mismo Pablo Iglesias, ante el Parlamento Europeo, “hay alternativa a las políticas de empobrecimiento y al secuestro de la soberanía. Este Parlamento…debe demostrar sensibilidad y convertirse en el epicentro de una sacudida democrática en la Unión Europea, una sacudida que frene la deriva autoritaria de la Troika…Debe expresar la legitimidad democrática de origen que a todos nos reúne, la voz de los ciudadanos, y no los arreglos entre élites…No me dirijo a una cámara de cinco, seis o siete grupos parlamentarios. Tampoco me dirijo a las maquinarias de partido. Me dirijo a ustedes…porque ustedes tienen un contrato de responsabilidad política firmado con sus pueblos. Me dirijo a los demócratas y a sus conciencias”.
En eso fracasaron los partidos socialdemócratas europeos, tal como sus amigos de este lado del mundo. Después de jugar un papel importante en el siglo pasado, en los 50 o 60, en generar el Estado de Bienestar, a partir de los años 90 ya no estuvieron al servicio de la transformación, precisamente en coincidencia con la Tercera Vía. Su función en Europa ha sido dar una administración más humanitaria a los intentos por desestructurar el Estado de Bienestar que ellos mismos crearon. Y en América Latina, a la continuidad de un orden que es uno de los desiguales del mundo.
Pablo Iglesias dice que el poder no le teme a la izquierda, sino a la gente. Algunos empresarios no le temen, sino que aman a líderes socialdemócratas. Pablo Iglesias dice que hoy el tablero político ya no pasa por el eje derecha-izquierda, sino por el que separa democracia de oligarquía. Sigamos sumando ideas hasta sacar conclusiones.