“Si vas a ser un escritor puedes hacer importante la muerte de un canario, puedes conectarla a toda la cadena y el misterio de la vida. ¿Cuál es el propósito de la escritura? No sé para los demás, pero para mí es explicar el misterio de la vida y eso incluye, por supuesto, lo personal, la política, las fuerzas que nos hacen ser lo que somos, mientras otra fuerza lucha desde el interior por hacernos algo más”.
Así hablaba en una entrevista de 2005 Nadine Gordimer, la escritora sudafricana que falleció este lunes en su hogar de Johanesburgo, a los 90 años.
La autora nació el 20 de noviembre de 1923 en Springs y comenzó a publicar relatos cuando solo tenía 15 años. Escribió más de 30 obras, como las novelas Historia de mi hijo, La hija de Burger y El desaparecido mundo burgués y los ensayos La libertad de un escritor y El gesto esencial, entre otros.
En esos textos tradujo su compromiso con la libertad de expresión y la crítica a la discriminación racial que conoció de cerca en Sudáfrica.
En 1991 recibió el Premio Nobel de Literatura, apenas dos años antes que el de la Paz fuera concedido a Nelson Mandela, cuya liberación defendió y de quien fue su amiga. Justamente, la fundación que lleva el nombre del líder sudafricano lamentó su muerte y la llamó “la gran dama de la literatura de Sudáfrica”.
Las contradicciones y consecuencias de la segregación racial fueron su preocupación hasta su última novela, Mejor hoy que mañana. Así lo dijo el escritor Nicolás Poblete, quien destacó que la autora “tiene una serie de innovaciones sintácticas en sus narrativas”.
“Muchos de los premios Nobel tienen una innovación en el lenguaje y en la estructura de sus narraciones, muy rara vez son escritores convencionales en términos de voz narrativa. Lo que hizo ella fue muy novedoso en ese momento y también hablando desde la perspectiva de distintas voces, como de las personas de raza negra, por ejemplo”, añadió.
Nadine Gordimer también es la única Premio Nobel que ha visitado alguna vez la Feria Internacional del Libro de Santiago. Lo hizo en noviembre de 1998, en el marco del programa Escribiendo el Sur Profundo, que reunió a escritores sudafricanos, australianos y chilenos en Santiago, Valparaíso y Valdivia.
Así lo recordó el director del Centro Cultural Estación Mapocho, Arturo Navarro, quien destacó su participación “activa” en el encuentro y que fue ella, justamente, quien propuso que éste quedara documentado en un libro: “Esa idea fue su gran aporte. Junto con la Revista de Libros de El Mercurio publicamos un libro de relatos de todos estos autores y eso se destacó en el propio libro y durante el encuentro. Quizás fue una idea modesta, pero fue lo que quedó. Se hizo una gran cantidad de ejemplares, se distribuyeron gratuitamente y fue muy importante que no solo hubiera presencia física y conversación, sino que quedara un ejemplar con textos de todos estos autores”, indicó.
Siete años antes, cuando recibió el Nobel en Estocolmo, Nadine Gordimer no solo pidió que Naciones Unidas actuara contra el decreto que ponía en peligro la vida de Salman Rushdie, sino que también entregó un par de frases que quizás sirven para graficar su propia carrera: “A través de la palabra, los escritores buscan realizar su propia lectura de la sociedad que les rodea, del mundo del cual son una parte. Es en esta indisoluble e indescriptible complicidad que la escritura siempre, y al mismo tiempo, es una búsqueda del yo y del mundo, de la existencia individual y colectiva”, dijo.