Está en pleno centro de Santiago, pero guarda historias poco conocidas por los santiaguinos. Oreste Plath hablaba del cerro Santa Lucía como “el gran besódromo” de la capital, mientras que Nicolás Guillén le dedicó un poema que lo considera “tan culpable por la noche, tan inocente de día”.
También ha tenido innumerables visitantes ilustres: un joven estudiante de Medicina llamado Ernesto Guevara lo visitó en marzo de 1952 y en su cumbre fotografió a su amigo Alberto Granado. Mucho antes, en 1835, también estuvo ahí Charles Darwin, en medio de su largo viaje por el continente americano.
Esas historias están consignadas en Cerro Santa Lucía, libro de Ediciones Letra Capital que forma parte de la colección Miremos Juntos, que antes ya había publicado un volumen similar sobre la Plaza de Armas.
En menos de 40 páginas, el libro hace un recorrido histórico en torno al cerro que los habitantes prehispánicos llamaban Huelén (“dolor”, en mapudungún) y que solo se convirtió en un gran parque en 1872, gracias al intendente Benjamín Vicuña Mackenna.
“El santiaguino de los santiaguinos”, justamente, es uno de los protagonistas del libro. Se detallan los escudos que ubicó en distintos sectores; la ermita que mandó a construir, donde hoy descansan sus restos, los de su mujer, Victoria Subercaseaux, y sus cuatro hijos; y el dinero que aportó de su bolsillo, además del que consiguió con otros acaudalados santiaguinos de la época, como Mariano Ignacio Prado, quien luego fue presidente de Perú en la Guerra del Pacífico.
Cada rincón del cerro y las historias que esconden fueron ilustrados por Bárbara Oettinger, mientras que los textos son de Volker Gutiérrez, quien afirma que “el Santa Lucía es un crisol donde está representada la diversidad de nuestra sociedad”.
“En el cerro encuentras las gitanas que leen la mano en la ladera sur, los representantes de las culturas mapuche, aymara y rapa nui en el Centro Indígena que está a un costado, las fiestas muy exclusivas en el Castillo Hidalgo, los escolares que siguen haciendo la cimarra, los oficinistas que almuerzan en los pastos que dan a la calle Santa Lucía, las familias enteras… en fin, encuentras una diversidad impresionante que está reflejada en el libro”, explica.
Se espera que la Colección Miremos Juntos luego sume un título sobre Valparaíso y otros con más hitos santiaguinos. Esto, con el objetivo de que estos lugares sean conocidos y, por lo tanto, protegidos por sus propios habitantes: “Hay muchas frases que habitualmente se repiten, como que Santiago es feo o gris. No es que no tengan razón, porque hay zonas grises en nuestras ciudades, pero lo que planteamos es que la ciudad no se conoce bien. Cuando uno la recorre y la mira desde otros ángulos, puede llegar a descubrir una ciudad que lo va a sorprender. Eso provoca que la gente se entusiasme, la quiera y, cuando uno quiere algo, lo cuida”, dice Gutiérrez.
“Todo lo que tiene que ver con lo histórico, lo patrimonial, en Santiago y otras ciudades, debe partir por un ejercicio de conocimiento”, subraya.
Cerro Santa Lucía se presentará al mediodía de este sábado 23 en la terraza Caupolicán, con la presencia del escritor Carlos Franz, el ilustrador Marcelo Escobar y el grupo Canto Crisol.