En Radio Universidad de Chile el académico de la Universidad de Concepción Luis Alegría se refiere a la noción de lo chileno y de cómo este concepto ha estado fuertemente arraigado con las costumbres del Valle Central de una manera hegemónica, dejando de lado otras manifestaciones populares.
En medio de las celebraciones de los 204 años de la instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810 es habitual vincular estas fechas con la cueca, las empandas, las fondas, el rodeo, la chica, el vino, entre otras tradiciones populares en términos generales y a través de esto con una cierta idea de Chile.
Sin embargo, el profesor Luis Alegría, experto en patrimonio, dijo que en el último tiempo, por ejemplo, a propósito de las movilizaciones que se vivieron en la región de Magallanes se pudo ver la bandera de Magallanes y señaló además, que esta identidad diferente a la estatal centralizada es evidente en el caso del pueblo mapuche, el cual incluso desarrolla el concepto de nación mapuche.
¿Cuál es la operación de cómo nos figuramos esta idea de Chile en la cabeza? ¿De qué modo determina nuestra forma de pensar en un determinado concepto de Chile?
Creo que efectivamente hablamos de una operación. A través del patrimonio cultural general y también, en este caso específico, del patrimonio inmaterial, a través de una serie de manifestaciones culturales, se recrea este concepto de lo chileno, incluso se podría decir que se pone en escena, que permite teatralizar aquello que entendemos como lo chileno.
Cuando las personas se disfrazan de huaso o de china, hay quienes celebran que se reivindiquen las tradiciones chilenas, pero hay quienes dicen que son más bien disfraces, no necesariamente símbolos identitarios.
Yo creo que ahí hay una doble situación. Por un lado efectivamente para el caso de Chile ha sido configurada a partir de un discurso muy vertical, en el sentido que tiene un componente estatal que es muy fuerte, es una cosa que no hay que desconocer y esa noción estatal muy centralizadora. Por eso identifica los elementos característicos de lo chileno en lo que se conoce como Valle Central (Región Metropolitana, Sexta, Séptima y Octava). Eso implica que, en el marco de estas festividades, en Arica, Aysén, Punta Arenas nos encontramos con huasos de chamanto, de espuelas, es decir, se recrea como mirada de lo chileno un tipo de identidad chilena, pero en el caso de las regiones las personas en su vida cotidiana están vistiendo y realizando una serie de prácticas. Y eso los constituye como chilenos de una cierta región. Yo diría que un poco nos disfrazamos con ese discurso de la chilenidad.
¿Cuáles son las consecuencias políticas de esta vinculación territorial identitaria tan vinculada al centro?
Una de las cosas que a uno le llama poderosamente la atención es el tema del centralismo de la sociedad chilena. Centralismo que termina comiéndose la diversidad, que termina absorbiendo la pluralidad que es la sociedad chilena, y terminamos pensando que no hay “18” sin huasos, que no hay “18” sin la cueca y además hay que saber bailar la cueca, que por lo demás es un Decreto de 1974. Eso tiene efectos políticos muy fuertes porque en regiones hay una cierta anomia con respecto a este discurso de lo chileno. Es interesante ver además cómo afloran ciertos símbolos regionales con mucha potencia, por ejemplo, en las movilizaciones de Aysén, en Magallanes con el izamiento de una bandera que empezó a emerger como un símbolo importante de regionalismo. Este año, junto con estas banderitas que se venden para los autos, también he visto muchas banderas mapuche, también banderas aymaras, la bandera rapanui que apareció como un símbolo potente en torno a una movilización de reivindicación de la comunidad.
Me parece que este discurso que ha sido muy potente y que sigue siéndolo, ese centralismo comienza a contrastarse con elementos donde se dice no Chile está constituido por distintas comunidades y cada una de ellas tiene ciertos elementos identitarios que son importantes de mantener. Yo diría que ahí hay una discusión muy fuerte en el ámbito político chileno, que tiene que ver con entender Chile como un país homogéneo y monocultural, o aquellos que están planteando Chile como un país diverso y multicultural.
¿Qué pasará con esta noción de lo chileno, muy propia de la modernidad, justo ahora que el mundo entero asiste a una reivindicación de las identidades locales, como lo vemos por estos días en Escocia y Cataluña?
Hay dos elementos importantes. Uno, que en la modernidad se instaló la idea hegemónica de que un Estado correspondía a una Nación y por eso hablamos de los estados nacionales, pero ese discurso en la práctica no necesariamente es tal, quiero decir que hay construcciones de estados plurinacionales, sin embargo se instaló esa noción. Yo diría que seguimos en el marco de la modernidad planteando las alternativas de estado plurinacional.
Creo que lo que se está buscando ahí es que el respeto, el asumir esa diversidad cultural al interior de un Estado permite también que ese Estado conviva en paz social, por ejemplo, y no entonces prolongar procesos de conflicto, situaciones de dominación donde una cultura no permite la expresión de otras culturas.
En el caso de Chile hoy, si bien este discurso hegemónico existe todavía sobre el Estado de Chile y los chilenos, ha ido cambiando significativamente y quizás el tema más complejo y más evidente de ello tiene que ver con el pueblo mapuche, donde incluso hay una diferencia política cuando se habla de pueblo mapuche y pueblo nación mapuche. Cuando se reivindica el carácter nacional de los mapuche se está diciendo que hay una discusión interesante de pensar el Estado chileno como plurinacional, y eso es algo que han tomado comunidades del norte como en Lican Antay, los atacameños y también los rapa nui.
En la discusión sobre “lo chileno” un elemento muy importante es el patrimonio cultural en términos generales y en especial el patrimonio cultural inmaterial, que es una herramienta que ayuda a visibilizar esa diversidad cultural.