El fotógrafo Francisco Bermejo se encontró por primera vez con Luis Hernán Araneda, conocido como “El Baucha”, en una de las presentaciones que este hacía los jueves en El Huaso Enrique. Se tomaron una botella de vino, conversaron e iniciaron una amistad que lo convirtió en el productor de su último disco, Yo nací pa’ cantar cuecas, lanzado en junio de este año.
“Todos los años, el 1 de noviembre, para el clásico El Ensayo, nos juntamos un grupo grande en el Club Hípico. El año pasado él me dijo que quería grabar su último disco, entonces me contacté con varios músicos, él dijo con quien quería grabar y empezamos los ensayos en diciembre. Nos juntábamos todos los lunes a escarbar en su memoria para las melodías y las letras y grabamos a principios de año. Doce cuecas y dos tonadas en cuatro horas”, relata.
Según Bermejo “El Baucha” representa “un estilo, una manera de vivir la cueca” que compartía con sus compañeros en Los Chileneros: Hernán “Nano” Núñez Oyarce, Raúl “Perico” Lizama Quintero y Eduardo Mesías, conocido simplemente como “el Mesías”.
El Baucha – Yo me Enamoré de Noche Videoclip from Vamos Pa Chile on Vimeo.
“Es una manifestación muy pura en su origen. Ellos siempre relataban que aprendieron de gente brava de esa época, en los barrios donde esto era efervescente, como el Matadero, La Vega, la Estación Central y el puerto de Valparaíso. Son personajes que espontáneamente y por un vínculo muy cercano, sanguíneo o de barrio, entendieron desde un principio los códigos de este canto, que es también una conducta, de ver la vida. Es el fervor popular de una sociedad que tiene como un diario mural donde pone sus alegrías, tristezas, preocupaciones y así va resolviendo su día a día. Es un oficio, una manera de vivir que regocija a quienes lo rodeamos”, explica.
El cantor
Mario Rojas, ex integrante de De Kiruza y uno de los primeros músicos en recuperar la cueca a mediados de los ’90, dice que la del “Baucha” es “una presencia larga en mi vida”. Lo conocía desde pequeño, gracias a su padre, pero fue hace unas décadas que se convirtió en su amigo. En 2000 hizo el documental La cueca brava de Nano Núñez. Bitácora de Los Chileneros y cinco años más tarde produjo su disco De lo urbano y lo divino.
Con esa experiencia, dice que el “Baucha” es importante no por sus composiciones, sino por su naturaleza de cantor: “Es un intérprete extraordinario, que cantó hasta los 87 años con todas sus letras, sin ninguna dificultad y en unos tonos muy altos, en un registro muy amplio”.
Además, dice que Luis Hernán Araneda prácticamente “nació cantando”. A los cinco años ya era reconocido en el barrio que rodea a la Estación Central, donde su padre arrendaba carretones a quienes venían a Santiago a vender frutas y verduras. “A los 12, un personaje del cual él hablaba mucho, que era el ‘viejo Santamaría’, le venía a pedir permiso a su familia para llevarlo a cantar a alguna fiesta o cumpleaños. Es decir, no conoce la música desde una perspectiva que no sea ese rol de cantor, del que iba a animar una fiesta. La gente lo buscaba”.
Aunque luego se hizo matarife, el “Baucha” nunca dejó de cantar y en 1967 dio el paso clave con los tres cantores que también integraban Los Chileneros. A instancias de Héctor Pavez, Margot Loyola, Fernando González Marabolí y el productor Rubén Nouzeilles, grabaron por primera vez casi una veintena de esas cuecas que cantaban hace años en los barrios bravos y las publicaron en el disco La cueca centrina, de 1967.
“Deciden llevar por primera vez al disco esta música de roto chileno auténtico, lo que se cantaba en las casas de niñas, en los conventillos, en las calles o arriba del carretón. En ese contexto, el cantor se reúne con otros cantores en la rueda, no existía el concepto de formar grupos o del show business. Era una tradición que se estaba perdiendo en el tiempo y ahí queda fijada y establecida la idea de la cueca brava”, sostiene Mario Rojas.
Así, el “Baucha” es también un representante de un mundo que se ha extinguido, dice Mario Rojas: “Nació y creció en la calle Borja, que es la misma de la novela El roto de Joaquín Edwards Bello, una calle muy importante para un Santiago rural, con carretones, calles empedradas, donde la gente cantaba cuecas en las esquinas, los conventillos. Ese Chile ya no existe y tal vez no existía hace muchos años, pero Baucha era como un enlace con eso, un puente que nos unía a ese Chile, ya fuera por su actitud o su manera de expresar las cosas. Ese Santiago que él representaba, esa pobreza urbana, ese mundo de las casas de remolienda, ya no existe. Para interpretarlo hay que ir a la literatura, que en general está escrita por la oligarquía o el Chile más ilustrado, que no tienen una sensibilidad tan profunda como la pudo tener alguien que vivió esa realidad”, concluye.
El pilar fundamental
Testigo de algunas de las más recientes presentaciones del “Baucha” fue también Ricardo Silva, integrante de Los Republicanos de la Cueca y uno de los gestores del Club Matadero. En ese escenario de avenida Santa Rosa se presentó varias veces el ex Chileneros: para las fondas de Fiestas Patrias, para la Fiesta de la Primavera, para la Noche de San Juan y otras instancias.
“La última fue para al aniversario del club, en abril. Tocó solo con Aladín Reyes e hizo su show: partía cantando boleros y tangos como media hora y después se lanzaba con la cueca. Seguía impeque hasta la última cueca y a todos los cabros que cantaban con él les costaba seguirlo, porque tenía una voz preciosa y nunca bajó un tono para cantar una cueca”, recuerda Ricardo Silva.
“Era una de las mejores voces”, recalca, antes de afirmar que su relevancia tiene que ver con el camino que Los Chileneros señalaron a músicos más jóvenes: “Es el grupo más importante de cueca urbana o centrina que ha tenido Chile. Para nosotros, son como los Beatles. Por ende, Bauchita, Perico y el Nano son como Lennon, McCartney y Harrison, cada uno tenía un valor gigante en sí mismo. Ellos son el pilar fundamental de todos los grupos de cueca que existimos hoy, nos inspiramos en ellos, aprendimos escuchándolos. Tuve la oportunidad de conversar con el Baucha y escucharlo y con solo esas dos cosas uno aprendía. Siempre será un baluarte y es impresionante saber que una persona llega a los 87 años cantando de manera impecable, dándole cancha, tiro y lado a cualquier joven. Es algo de lo que tenemos que aprender. Sería bonito que más chilenos conocieran la figura del Baucha y de Los Chileneros, que son nuestros Beatles”, concluye.