Lo que ellas no pueden decir: La subrepresentación de las mujeres en el cine

Esta semana de anuncios de Premios Nobel nos sirve para explicitar la aún evidente brecha que existe entre mujeres y hombres en el espacio del reconocimiento público. Lamentablemente en el cine, que es uno de los medios más eficientes para poder generar los cambios culturales necesarios en este sentido, las cosas no están mucho mejor.

Esta semana de anuncios de Premios Nobel nos sirve para explicitar la aún evidente brecha que existe entre mujeres y hombres en el espacio del reconocimiento público. Lamentablemente en el cine, que es uno de los medios más eficientes para poder generar los cambios culturales necesarios en este sentido, las cosas no están mucho mejor.

Las cifras son abrumadoras, entre 2001 y 2014 el Premio Nobel ha sido entregado 859 personas, de ellas sólo 46 han sido mujeres. Recién en 2009 un Premio Nobel de Economía llegó a manos de una mujer, la estadounidense Elinor Ostrom. En Física, han sido galardonadas sólo dos mujeres contra 191 hombres, la última de ellas en 1963. Este 2014 dos mujeres obtuvieron el reconocimiento, May- Britt Moser –parte del equipo que se llevó el Nobel de Medicina- y Malala Yousafzay, la mujer número 16 en recibir el premio Nobel de la Paz. En ese contexto resulta casi irónico que este último galardón se haya dado en mérito al trabajo de la joven pakistaní por su lucha por la igualdad de acceso a la educación de las mujeres en su país.

Si asumimos que los premios Nobel se otorgan en uno de los países más progresistas en términos de igualdad de género, es evidente que como sociedad occidental aún tenemos mucho que avanzar. La historia ha demostrado que los medios de comunicación –y el cine entre ellos- tiene mucho que aportar a la hora de actualizar los imaginarios que tenemos sobre los roles de hombres y mujeres en nuestro mundo. Pero ¿Qué está pasando en el cine? ¿Es este medio un espacio amigable con las mujeres delante y detrás de cámara?

Un estudio recientemente presentado por ONU Mujeres que investigó las películas más populares a nivel local y mundial procedentes de Australia, Brasil, China, Francia, Alemania, India, Japón, Rusia, Corea del Sur, Estados Unidos y el Reino Unido entregó una conclusión categórica: a nivel planetario, la industria fílmica perpetua la discriminación contra las mujeres. ¿Cómo lo hace? Mientras que en el mundo real las mujeres representan más de la mitad de la población mundial, en el cine menos de un tercio de los personajes con diálogos son mujeres y de entre ellas sólo cuarto tienen roles relevantes. Por ejemplo si hay que representar a un médico por cada mujer hay cinco doctores, por cada mujer abogado o juez hay trece hombres, y por cada académica hay dieciséis hombres en ese rol.

Un elemento central para que se produzca este desbalance es quién cuenta la historia. Diversos estudios han demostrado que cada vez que hay una directora o guionista detrás de una película los personajes femeninos son más diversos e influyentes. El problema es que aún hoy, las mujeres detrás de cámara son menos del 10% a nivel mundial. Según el sitio de investigación WomeninHollywood en la industria más influyente del cine mundial, el panorama es peor. De las 466 películas más populares estrenadas por las más relevantes productoras de Hollywood, entre 2009 y 2013, sólo 22 fueron dirigidas por mujeres, es decir un 4,6% del total. Esto tiene una directa relación con que, a pesar de que se ha demostrado que las películas –de diverso género- protagonizadas por mujeres llevan tanto o más público que las que protagonizan hombres sólo el 14% de los cincuenta filmes más vendedores a nivel mundial del 2013 tuvieron protagonistas femeninas.

Quisiéramos pensar que esos desniveles son resultado de la gran industria que abandona el sentido artístico y comprometido del cine por el mercado, pero veamos: ¿Cómo andamos por casa? En Chile de los cuarenta largometrajes de ficción estrenados en 2013 sólo cuatro fueron dirigidos por mujeres: “El Futuro” de Alicia Scherson, “El verano de los peces voladores” de Marcela Said, “El árbol magnético” de Isabel Ayguavives y “Hembra” co dirigido por Isis Isis Kraushaar y Cristobal Vargas. Y así los datos que afirman que este desequilibrio es global se siguen sumando, esta semana se anunciaron las películas postuladas por los diversos países para competir por los premios Oscar y nos enteramos que sólo el 13 de los 75 filmes en competencia están dirigidos por mujeres.

¿Qué efecto tiene esto? Más allá de los ya comprobados y dañinos estereotipos hipersexuados e irreales de los cuerpos femeninos películas, hay un efecto tanto o más nocivo. Como directora del Festival de Cine de Mujeres, FEMCINE, me ha tocado muchas veces responder a la pregunta “¿Porqué es importante ver películas dirigidas por mujeres”, ante los datos de la sub representación de las mujeres en el cine un colega periodista me respondió: “Bueno, eso es lo que pasa en casi todas las áreas, las mujeres tienen una participación menor en los liderazgos de casi todas las actividades, ¿no?”, y aunque es verdad es ahí mismo donde me parece que está el punto. “Uno no puede ser, lo que no puede ver” dicen algunos, y efectivamente los limitados espacios de representación de las mujeres en la pantalla tienen un efecto en los espacios de participación de las mujeres en los espacios públicos. El cine construye imaginarios, modela ideales y es por lo tanto, una potente herramienta para visibilizar los desequilibrios de nuestra sociedad, siempre y cuando no repita y perpetúe esos desequilibrios.





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