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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Análisis medioambiental:

Transporte público… ¡PÚBLICO, te dicen!

Es más, el mejor tren metropolitano es el que forma parte de un sistema eficiente y sustentable de transporte público, en el que, tanto en la planificación de corto y largo plazo como en una situación de emergencia, las decisiones se toman de manera cohesionada y con criterio de bienestar público y calidad de servicio (y no de rentabilidad privada). Y esto sólo lo puede hacer -para horror de los tecnócratas neoliberales- el Estado.

Eduardo Giesen

  Miércoles 19 de noviembre 2014 13:35 hrs. 
metro

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“Una ciudad no es más civilizada cuando tiene autopistas,

sino cuando un niño en triciclo puede moverse por todas partes con facilidad y seguridad.”

Enrique Peñaloza, exalcalde de Bogotá

Ya en un anterior artículo (“La culpa no es del Metro”) hablamos sobre cómo llegamos a esta situación de lucro, desequilibrios y fragilidad en el sistema de transporte público capitalino y sobre la necesidad de fortalecer su carácter integral y el rol del Estado en su gestión.

Tras el último “cuete” del Metro, precedido del presidencial anuncio de la inédita concesión de una futura línea paralela a la línea 1, no podemos más que reforzar nuestro planteamiento.

Cortar cabezas (algunos piden hasta la del Ministro) y aumentar el presupuesto sectorial –de hecho, imprescindible- no ayudará en nada, si no se modifican de raíz las políticas públicas en materia de transporte público.

Definitivamente, el mejor plan de contingencias para un sistema de metro requiere de un buen sistema de buses, con vías exclusivas, amplia capacidad y flexibilidad operacional, capaz de absorber la falla, al menos a un nivel que evite el caos generalizado.

Es más, el mejor tren metropolitano es el que forma parte de un sistema eficiente y sustentable de transporte público, en el que, tanto en la planificación de corto y largo plazo como en una situación de emergencia, las decisiones se toman de manera cohesionada y con criterio de bienestar público y calidad de servicio (y no de rentabilidad privada). Y esto sólo lo puede hacer -para horror de los tecnócratas neoliberales- el Estado.

Sí, el Estado debería robustecer su rol en la gestión de Metro y, tal vez a través de esta misma empresa estatal (Metro S.A.), asumir también la propiedad, el financiamiento y el control operacional de todo el transporte público superficial (Transantiago), con el firme propósito de constituir un sistema eficiente, justo y sustentable.

Sabemos el enorme déficit que tiene nuestro país, particularmente Santiago, en materia de planificación y gestión urbana, y que la gestión del transporte no puede realizarse desconectado de otros ámbitos del funcionamiento metropolitano, pero es urgente generar cambios radicales en este sector, que precisamente se orienten en el sentido de una mejor ciudad para todas y todos, en especial para las niñas y los niños.

Y para esto es esencial -de una vez por todas- que el gobierno se insubordine a los intereses corporativos del sector inmobiliario y automotor, y se decida a terminar con el incentivo al uso cotidiano del automóvil particular y, por el contrario, comience a implementar medidas que en verdad inhiban esta verdadera plaga que inunda nuestras ciudades, volviéndolas congestionadas, contaminadas, estresadas, inseguras, agresivas y enfermas (todo en sentido literal).
En el contexto de un sistema de transporte público de calidad, accesible para todas y todos, el tránsito de vehículos particulares no merece ser favorecido ni facilitado, especialmente en una ciudad como Santiago, donde la tasa de ocupación no llega a 1,5 pasajeros por auto.

En dicho escenario, el automovilista y su(s) eventual(es) acompañante(s), perdiendo horas, oxígeno y neuronas en tacos, viendo pasar a su lado los buses y el Metro -eficientes, cómodos y limpios- por sus vías exclusivas sin congestión, con pasajeros y pasajeras de todas las edades, ámbitos laborales, estratos socio-económicos, y por el otro costado los ciclistas urbanos circulando de manera segura por sus ciclovías, … repitiendo esta escena día tras día … , este automovilista sabrá finalmente tomar la decisión más adecuada sobre cómo moverse cotidianamente en la ciudad.

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