Allende, Bolivia, el mar y la historia

Razonablemente, se puede dar por establecido que la política de Allende hacia Bolivia no se limitó a dar lecciones sobre el respeto a los tratados. Al estudiar con las autoridades de bolivianas la mejor fórmula para restablecer la condición marítima de Bolivia, buscó activamente la superación definitiva del litigio secular, y de su séquito de tensiones, rupturas, gestos agresivos, gastos militares excesivos y escasos intercambios entre dos países fronterizos. Y estuvo cerca de conseguirlo.

Razonablemente, se puede dar por establecido que la política de Allende hacia Bolivia no se limitó a dar lecciones sobre el respeto a los tratados. Al estudiar con las autoridades de bolivianas la mejor fórmula para restablecer la condición marítima de Bolivia, buscó activamente la superación definitiva del litigio secular, y de su séquito de tensiones, rupturas, gestos agresivos, gastos militares excesivos y escasos intercambios entre dos países fronterizos. Y estuvo cerca de conseguirlo.

¿Cuál fue la política del gobierno de la Unidad Popular hacia Bolivia? Más precisamente, ¿se propuso entonces una negociación sobre la salida al mar?  El estudio de la política exterior chilena 1970-1973 y un valioso testimonio de Volodia Teitelboim, registrado en agosto de 1997, permiten responder estas preguntas con una buena dosis de certeza.

El gobierno de Salvador Allende buscó activamente el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, rotas en 1962 bajo el gobierno de Jorge Alessandri. Para esto estableció contactos con La Paz y abrió negociaciones en las que no sólo aceptó discutir sobre el rencuentro entre Bolivia y el mar, sino que se estudió la forma de ponerlo en práctica.

Aquellas negociaciones fueron parte de una política internacional innovadora y en varios aspectos de una sorprendente actualidad. Su línea conductora consiste entonces en sacar a Chile del molde de las “fronteras ideológicas” de la Guerra Fría, para practicar una política de relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países del mundo, sea cual fuera su régimen interno.

Esta política de “pluralismo ideológico” en relaciones internacionales puede ser desglosada en cuatro grandes aspectos. El gobierno de la Unidad Popular asume las reivindicaciones del movimiento de países no-alineados, o del “Tercer Mundo”, como la autodeterminación de los pueblos, las políticas de desarme y de distensión Este-Oeste. Rechaza el antisemitismo, el racismo y el apartheid. Apoya las luchas anticoloniales, las reivindicaciones de los pueblos árabes de recuperar los territorios ocupados por Israel en 1967 y el derecho del pueblo palestino a fundar un Estado independiente.

Promueve la coordinación de los países del Tercer Mundo para obtener una reforma del sistema financiero internacional que lo torne más favorable a los intereses de los países pobres. Sugiere que la unctad[2] organice: 1) una investigación para determinar los orígenes de las deudas públicas y que proponga soluciones; 2) un debate sobre cómo garantizar medios de comunicación democráticos; 3) que incite a las naciones a que destinen parte de sus presupuestos militares a la creación de un “Fondo de desarrollo humano”.

Frente a la hostilidad de la Casa Blanca, propone a Washington mecanismos de conciliación para dirimir el único diferendo explícito: el monto de la indemnización por la nacionalización de las minas de cobre.

Es claramente partidario de la integración latinoamericana. Para impulsarla, pugna por la creación de un órgano representativo que promueva su integración económica de los países latinoamericanos, sin Estados Unidos. A escala regional, Chile incentiva el desarrollo de un mercado común entre los países del Pacto Andino y apoya vivamente la Decisión 24, un importante acuerdo de tratamiento común de las inversiones extranjeras.

Y, por último, tiene un particular esmero en cultivar las relaciones con sus tres vecinos, pese a las diferencias ideológicas, ya que los litigios fronterizos podían ser utilizados para exacerbar tensiones. Chile alcanza un acuerdo global con Argentina de someter a arbitraje todos los diferendos. Las relaciones con Perú se alcanzan un muy buen nivel. Y busca  resolver el problema del encierro de Bolivia para restablecer relaciones. [3]

En efecto, durante los 10 meses transcurridos entre noviembre de 1970 y agosto de 1971, ambos países tienen gobiernos de izquierda, o “progresistas”, lo que facilita el contacto. Allende encomienda al senador comunista Volodia Teiltelboim, miembro de la comisión de Relaciones del Senado e intelectual de renombre, la misión de representarlo ante el Presidente boliviano. Hará varios viajes a La Paz para reunirse con Juan José Torres y su ministro de Relaciones [3].

La existencia de esos contactos es conocida. Algo transcendió en la prensa de la época y están registrados, entre otros, por el historiador y editorialista de El Mercurio Joaquín Fernandois, en su libro Chile y el mundo 1970-1973, 1985, UC, p147.

Sin embargo, no existían, a nuestro conocimiento, informaciones que permitieran conocer el contenido de ésta negociación. En agosto de 1997, tuve la ocasión de mantener una larga conversación con ex senador, en su casa, sobre diferentes aspectos del gobierno de Allende (mi actual tema de investigación) y tuve el reflejo de solicitar su consentimiento para colocar una grabadora sobre la mesa.

Volodia Teitelboim comenzó recordando la disposición “muy abierta” de Salvador Allende hacia Bolivia y su interés en encontrar “una solución aceptable por ambas partes”. Luego describió el contenido de estas reuniones en el palacio Quemado, en las que actuaba con el asentimiento de Salvador Allende. El emisario entiende que el principal escollo es “la salida al mar”, acepta discutir sobre ella y analiza con Torres estudiar las formas que podría tomar, como “la posibilidad de establecer una especie de corredor al norte de Arica” donde Bolivia accediera al mar y “pudiese tener un pequeño puerto… A parte de ventajas desde el punto de vista portuario en Arica, en Iquique y en Antofagasta”.

Estos contactos cesan con el derrocamiento de Juan José Torres el 21 de agosto de 1971 y, hasta donde se sabe, no continuaron con Banzer, un anticomunista acérrimo.

Como toda fuente, el testimonio de Teiltelboim debe ser sometido a la crítica histórica. Otros documentos confirman su misión en La Paz. Su descripción concuerda perfectamente con la política de integración latinoamericana y de apertura hacia Bolivia practicada por el gobierno de la Unidad Popular. Y el senador-emisario fue la persona que mejor conoció esta negociación, por la parte chilena.

Para difundir este interesante episodio poco conocido, envié un artículo a Le Monde Diplomatique que restituye el contexto boliviano y da a conocer los principales pasajes del relato de Teitelboim. Fue publicado en diciembre 2014; hoy está en libre acceso. (Acceder aquí)

Y el archivo audio con largos extractos del relato de Teitelboim puede ser escuchado aquí.

Razonablemente, se puede dar por establecido que la política de Allende hacia Bolivia no se limitó a dar lecciones sobre el respeto a los tratados. Al estudiar con las autoridades de bolivianas la mejor fórmula para restablecer la condición marítima de Bolivia, buscó activamente la superación definitiva del litigio secular, y de su séquito de tensiones, rupturas, gestos agresivos, gastos militares excesivos y escasos intercambios entre dos países fronterizos. Y estuvo cerca de conseguirlo.

Las afirmaciones del Canciller, de la presidenta del Senado y de un politólogo, orquestadas por El Mercurio, que alinea la política boliviana del gobierno de Allende con la del gobierno actual, carecen de asidero. Los contradicen importantes documentos de la época, como el mensaje de mayo de 1971, y el testimonio de Teitelboim, un alto dirigente de la UP y emisario de Allende en Bolivia.

Tales afirmaciones perentorias son también un desafío a los historiadores. No es la primera vez que autoridades políticas intentan retocar el pasado para poner de su parte a personajes históricos. Nos corresponde rechazarlas. Nuestro trabajo consiste en restituir y explicar los procesos pasados, no en función de los intereses “comunicacionales” de una u otra autoridad, sido del de los ciudadanos que requieren investigaciones independientes y de calidad.

 

[1] El autor es Dr. en historia, profesor en el Institut des Hautes Etudes des Communications Sociales (IHECS) de Bruselas. Autor de Los que dijeron ‘No’. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973, LOM 2008, y de América Mágica, mitos y leyendas en tiempos del descubrimiento del Nuevo Mundo, LOM 2001.
[2] unctad: United Nations Conference on Trade and Development. Constituida en 1964 como organismo intergubernamental permanente de la onu, la Conferencia está encargada de reflexionar y actuar para acelerar el crecimiento y desarrollo de los países en desarrollo.
[3] Para más detalle y análisis de la política exterior del gobierno de la UP, consultar http://www.lemondediplomatique.cl/Un-intento-de-politica.html Y el artículo “La política internacional chilena del gobierno de la Unidad Popular 1970 – 1973: un intento de pluralismo en las relaciones internacionales », Revista Tiempo histórico N°7, 2014, UAC.




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