El triunfo de Benjamín Netanyahu en las elecciones legislativas en Israel ejemplifica la dinámica bélica que anima la política del régimen sionista. Apelando al temor frente Palestina e Irán, Netanyahu centró su campaña en los aspectos externos obviando las serias deficiencias económicas y sociales que golpean a la sociedad israelí.
Netanyahu apeló al sentimiento de temor, a la irracionalidad de ver en el otro al enemigo de la población israelí, apeló a la ignorancia y los recelos atávicos de una sociedad que se siente víctima de sus vecinos, que encerrada en sus muros defensivos cree construir un futuro más seguro en un territorio erizados de soldados y dotado de un escudo militar protector donde el arsenal nuclear pretende ser su estandarte de batalla. El giro a la ultraderecha de la etapa final de la campaña de Netanyahu se observó con nitidez, cuando la presión de Unión Sionista, en las encuestas, señalaban un empate entre ambos partidos, allí se mostró en toda su dimensión el rostro del Halcón que representa Netanyahu, el que no desea la paz, el que es capaz generar más agresiones contra Palestina, buscar el enfrentamiento con Irán e incluso impulsar el desarrollo de Estado islámico pues va en directo beneficio de sus objetivos.
En el tramo final de su campaña, el premier israelí atrajo el voto duro de los colonos judíos, que se han beneficiado de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados, afirmando que “si retengo el poder vetaré la creación del Estado Palestino”. El rostro del sionismo en toda su expresión le permitió sumar los votos de aquellos que viven en guetos en tierra ajena. Partes componentes de una sociedad que ve enemigo y no vecinos, que esquilma los territorios palestinos para seguir con su política de asentamientos ilegales, con la seguridad que el apoyo de Estados Unidos seguirá a pesar de los berrinches demócratas, principalmente porque el American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel. AIPAC) conocido popularmente como el lobby judío, seguirá operando regularmente para favorecer las políticas del sionismo, defendidas no sólo por el Likud, sino también por lo que denominan la centro-izquierda israelí.
El premier sionista encabezará por cuarta vez un gobierno en Israel y con este triunfo en las urnas la soberbia política de Netanyahu alcanzará las cotas más altas, pues presentará como una jugada magistral el haber acudió el día 3 de marzo al Congreso de Estados Unidos y declarar que la política exterior de ese país, administrado por demócratas, estaba en un error frente a tema relacionados con las conversaciones nucleares entre el G5 + 1 e Irán. Esto, a pesar que las rondas de conversaciones continúan su cronograma, en la idea que antes del 30 de junio del año 2015 haya resultados concretos, que permitan terminar con la política de sanciones contra Irán y continuar con el desarrollo de su programa nuclear definido por sus máximas autoridades políticas y religiosas como pacífico.
Según los resultados oficiales dados a conocer por la comisión electoral israelí, escrutado el 100 por ciento de los votos los resultados arrojaron el triunfo del Likud con 30 escaños (de un total de 120). Unión Sionista del Laborista Isaac Herzog con 24 escaños. Lista conjunta, conformada por los partidos árabes eligió a 14 parlamentarios. Yesh Atid, partido de centro obtuvo 11 asientos en la Knesset. Los ultra ortodoxos israelíes mantienen su influencia a través de los sietes escaños del Partido sefardí Shas y el Partido askenazi Unión de la Torá y el Judaísmo con seis escaños. Habayit Hayehudi, obtuvo ocho parlamentarios, Yisrael Beitenu, con seis; y el partido de izquierda Meretz, con cuatro asientos se situó en el umbral del acceso al parlamento israelí.
Con el 25 por ciento de los asientos parlamentarios, Netanyahu y su partido Likud pueden formar gobierno con sus aliados de movimientos y partidos de ultraderecha y ortodoxos. Ello les permite, qué duda cabe, continuar con su política de asentamientos en los territorios palestinos ocupados, bajo el argumento de la ultraderecha israelí, que la retirada puede dar cabida a un Estado Palestino, que constituiría una amenaza a su seguridad pues da pié a que el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (HAMAS) pudiese atacar el territorio israelí. Netanyahu y su cuarto período podrán seguir proclamando que durante su mandato seguirá la política bélica contra el pueblo palestino y contra quién ose rebelarse a la idea del Gran Israel. Y sobre todo, hará patente su decisión que mientras gobierne el Likud, Al Quds (Jerusalén) no será dividida y para ello, el asentar colonos en los barrios árabes de Jerusalén Este seguirá siendo parte del plan mayor sionista.
El triunfo de Netanyahu le da el piso para inventar nuevas crisis en la región, para encubrir las realidades de Medio Oriente, para seguir proclamando que Irán debe cesar su programa de desarrollo nuclear mientras Tel Aviv sigue acumulando artefactos nucleares, sigue sin firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN), impide la visita de los inspectores de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA)y fortalece su posición violatoria de los derechos del pueblo palestino con una conducta contumaz de no cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas respecto a los territorios ocupados. Pero ¿quién le pone un freno a esta soberbia belicista israelí?
En su cuarto período como Primer Ministro Netanyahu hará caso omiso de cualquier presentación que haga la Autoridad palestina ante la Corte Internacional de Justicia por los crímenes contra la humanidad cometidos por Israel. Simplemente ignorará cualquier llamado pues sabe que Washington, parte de la Unión Europea, Turquía, Arabia Saudita e incluso Estado islámico juegan a favor de su política expansionista y violatoria del derecho de los pueblos a los cuales agrede constantemente. Como también está claro que el AIPAC seguirá dictando la política exterior de las administraciones estadounidense respecto al régimen de Tel Aviv.
El sueño de Netanyahu y el sector más extremista de Israel es consolidar su cruzada antislámica teniendo como centro a Irán – es ese su objetivo superior – y si para conseguir ello hay que agredir a Palestina, apoyar al terrorismo takfirí, aliarse con la Monarquía wahabita de la Casa al Saud, intercambiar inteligencia con el régimen turco y las Monarquía Jordana lo hará como también usar las técnicas goebbelianas, sin vergüenza, sin que le tiemble el pulso pues para eso cuenta con la complicidad de Washington, amarrado a su aliado del levante mediterráneo desde el año de proclamación de Israel el año 1948, que marca el inicio de la diáspora palestina y una sucesión de conflictos donde permanentemente Israel ha estado en el centro.
El futuro de Medio Oriente presenta negros nubarrones, nada bueno puede esperar la Franja de Gaza de la victoria de Netanyahu y sus halcones. Nada bueno pueden aguardar los pueblos de El Líbano y Siria, pues la derecha ha inclinado aún más su línea política hacia el extremismo, a la irracionalidad y a la ceguera, la soberbia y el belicismo. Apenas conocido los resultados Benjamin Netanyahu reclamó el triunfo para su partido, el Likud anunciando que invitaría a los partidos de la derecha y los partidos religiosos a unirse a este proyecto “a la brevedad, sin demora, para formar un gobierno de coalición sin demora, porque la realidad no tiene tiempo de espera”
Israel seguirá siendo gobernado por un político, un halcón, un belicista definido por el pensador estadounidense Noam Chomsky como “un atrevido, hipócrita y agresivo” interesado en asegurarse que ninguna fuerza regional, frene la política expansionista de Tel Aviv y la política belicista del Leading From Behind (el dirigir desde atrás) de Estados Unidos en esa zona del mundo. Interesado, igualmente, en cercar a Irán, detener la influencia rusa en la zona del Cáucaso. De esa manera se mantiene el status de potencias hegemónicas de Washington y sus aliados que tanto daño, muerte y destrucción han ocasionado a Medio Oriente. Este 17 de marzo ha triunfado Netanyahu y con ello la guerra está de fiesta, además de la consolidación de la doctrina del nacionalsionismo, que le permite ocupar por cuarta vez el cargo de Primer Ministro.
Articulo del autor cedido por Hispantv