El martes un Tribunal de El Cairo condenó a veinte años de cárcel al ex presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, bajo acusaciones de estar implicado en detenciones y torturas de manifestantes durante su mandato.
Sin embargo, el tribunal absolvió al ex mandatario del cargo de incitación al asesinato de dos manifestantes y un periodista durante una protesta ante el palacio presidencial ocurrida el 5 de diciembre de 2012.
Cabe señalar que Mohamed Mursi ganó las primeras elecciones presidenciales democráticas celebradas en Egipto luego de la caída de Hosni Mubarak en 2011.
Doce acusados, pertenecientes a la cofradía de los Hermanos Musulmanes y del gobierno de Mursi, también fueron condenados a 20 años de prisión por los mismos cargos, es decir, haber “usado la violencia, detenido y torturado manifestantes” durante la manifestación de diciembre de 2012 ante el palacio presidencial, mientras que otros dos responsables más fueron condenados a 10 años.
El también médico se convirtió a mediados de 2012 en el primer presidente egipcio elegido libremente en las urnas, pero luego de protestas masivas contra su forma autoritaria de gobierno, fue destituido por los militares y desde entonces está en prisión.
Para el académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile Eugenio Chahuán, la situación actual que se vive en Egipto tiene que ver con una restauración del antiguo régimen luego del golpe de Estado del Ejército, que sacó del poder en julio de 2013 al ex presidente Mohamed Mursi, con una pérdida absoluta de las libertades y el respeto de los derechos humanos bajo la conducción de los militares.
En este contexto, el profesor de nuestra casa de estudios cuestionó que el ex mandatario egipcio haya tenido un juicio dentro de los parámetros de un estado de derecho, por lo cual señaló que es necesario tener en consideración la profunda situación de represión que se ejerce contra los sectores políticos que desean expresarse para buscar una salida democrática en Egipto.
Chahuán resaltó el peso que el país tiene en la región: “Egipto siempre ha sido un país relevante en todas las estructuras de poder regional. Además juega un rol determinante en el desequilibrio de poder en la zona, lo que constituye un punto muy importante, porque Egipto históricamente siempre ha sido un país que ha marcado la pauta de lo que va a suceder en el resto de los estados de la zona”, señaló el docente.
El profesor dijo que desde los años 50 el Ejército empezó a convertirse en una esfera de poder, no solo en el plano militar, sino también en el ámbito económico, tanto que en la actualidad controla el 30 por ciento de la economía del país a través de diferentes proyectos productivos, lo que le otorga un poder desequilibrante en la estructura social de la nación.
Respecto de los Hermanos Musulmanes, el académico indicó que es una de las organizaciones políticas mejor articuladas del país, con cerca de cien años de existencia, y además el hecho de tener una presencia muy importante en la base de la sociedad.
El Coordinador de Investigación del Instituto de Estudios Internacionales (IEI), Gilberto Aranda, indicó que luego de los cambios sociales que anunció la primavera árabe en los países de la región todas las naciones volvieron al punto original, con la excepción de Túnez que tuvo un proceso de transición conforme a normas democráticas.
El profesor de la Universidad de Chile calificó de “gatopardesca” la transformación política y social por la que atravesó Egipto, porque cambiaron muchos factores, pero en el fondo la estructura de la sociedad egipcia permaneció igual que antes.
En este sentido, Gilberto Aranda explicó que “hubo un tremendo esfuerzo, las sociedades demandaron cambios. Se llegó a un acuerdo para llamar a elecciones, lo cual permitió renovar el Parlamento, se eligió a un presidente, pero fue derrocado por el mismo poder anterior a la primavera árabe. Hoy el mandatario depuesto está juzgado y condenado, y el Ejército ha recuperado el control total del poder”.
El académico enfatizó que las dos instituciones claves dentro de Egipto son el Ejército y en la oposición política Los Hermanos Musulmanes, destacando que ahora es muy importante ver cómo se comporta desde las sombras la Hermandad, los cuales son los grandes perdedores, porque han sido proscritos y, en la práctica, el Ejército es la institución que gobierna el país.
Desde el derrocamiento de Mursi, más de 3 mil personas han muerto y 41 mil han sido encarceladas en una campaña de represión que ha perseguido a islamistas y activistas laicos. El régimen egipcio ha clausurado, además, los medios de comunicación de la oposición y ahogado cualquier libertad. Mientras, Los Hermanos Musulmanes han sido catalogados como “organización terrorista”.