Desde hace semanas se especulaba con el avance evidente de las milicias yihadistas por el territorio iraquí, pero la confirmación de las malas noticias llegó la tarde de este domingo cuando a través de varios comunicados de prensa el autodenominado grupo Estado Islámico informaba haberse hecho con el control de Ramadi, la capital de la provincia de Al Anbar, a tan sólo 129 kilómetros de la capital iraquí, Bagdad.

Los yihadistas dieron el golpe contra la más importante base militar de la región, en un combate que habría dejado un saldo, según fuentes militares, de al menos 500 muertos. Mientras, soldados y civiles huyen despavoridos de la localidad. Se calcula que unas 114.000 personas habrían escapado del asedio del grupo Estado Islámico.

Ante lo complejo de la situación, el Primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, ordenó a los soldados y a las tribus aliadas quedarse en la zona, para evitar que los yihadistas continúen su avance. Paralelamente señaló que las ‘Unidades de Movilización Popular’ serían desplegadas a la zona, haciendo abierta alusión a grupos paramilitares compuestos esencialmente de milicias chiítas.

La idea es recuperar Ramadi. Así también lo piensa Washington. El propio Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, de visita oficial este lunes en Seúl, señaló su convicción de que ‘a medida que las fuerzas sean desplegadas, ellos –los yihadistas- deberán replegarse’. A lo que agregó: ‘tengo confianza absoluta de que en los próximos días la situación se revertirá’.

Por otra parte, el ministro de Defensa iraní llegó este lunes a Bagdad, para reunirse con su homologo iraquí y tratar la delicada situación. En marzo pasado cuando los iraquies lograron recuperar Tikrit, el Primer ministro Al-Abadi prometió reconquistar Al-Anbar. ‘Ese será el objetivo de mi ejército’, dijo entonces. Ahora tendrá que demostrarlo.