El senador independiente pro Partido Radical por Antofagasta, Alejandro Guillier, sostuvo que el Gobierno de la Nueva Mayoría ha generado un “estado de desconcierto” al plantear los nuevos procedimientos para el cumplimiento del programa de reformas, y que, si bien es entendible que se atienda a la situación económica para graduar la implementación de las transformaciones, hay algunas como la nueva Constitución que no deben ser detenidas en base a este argumento.
Además, el parlamentario aseguró que es la derecha económica la que está ejerciendo la verdadera oposición a este gobierno, ya que la derecha política se encuentra “paralizada y descolocada”.
¿Qué opinión le merece el proceso de aprobación del proyecto de Carrera Docente en la Cámara de Diputados, y en específico el manejo político del Gobierno en este tema?
Creo que, efectivamente, no hemos tenido la habilidad de comprometer a los actores sociales en un diálogo genuino, donde obviamente hay que estar disponible a modificar las posiciones originales. Uno puede llamar al diálogo a alguien para que te dé el consentimiento a la idea que tú le pusiste encima, pero creo que en general, a pesar de esa dificultad inicial, en la Cámara de Diputados se hizo un buen esfuerzo en la comisión (de Educación) por acercar posiciones. Desgraciadamente, había una situación muy compleja porque si se hubiese rechazado la idea de legislar en la Sala, este proyecto queda automáticamente diferido un año, y perder un año en una Reforma Educacional, en un ambiente político que se ha puesto bastante incierto, y además con un Gobierno que ya entraría en la fase final, es muy riesgoso que se nos quedara una de las partes medulares de la Reforma, que es la Carrera Docente fuera de las modificaciones que queremos dejar iniciada en este Gobierno. Nadie sabe lo que va a pasar en las próximas elecciones, hay un ambiente bastante disperso. Evidentemente que estamos con un problema de conducción política, y de mucho alejamiento de los ciudadanos de la clase política, y de los partidos y de la gobernabilidad. En consecuencia, se genera un cuadro dificultoso. Pero yo creo que en la Cámara hubo avances, por lo tanto había que tomar una decisión, y a mi parecer, dentro de las circunstancias no ideales era mejor eso que haber postergado el proyecto un año, porque ahí se habría metido otros proyectos y ese podría haber perdido mucha prioridad.
El tema sobre el proceso constituyente no fue considerado como tema a tratar en el próximo cónclave de la Nueva Mayoría, además algunos personeros del oficialismo han manifestado que una nueva Constitución no podrá ver la luz durante esta administración ¿Está el Gobierno renunciando a la posibilidad de generar una nueva Carta Magna?
Evidente que hay un estado de desconcierto porque este es un Gobierno que se define de reformas, y dentro de las reformas el cambio de la Constitución es esencial, por lo tanto vacilar en la reforma es preocupante. La situación económica puede explicar la gradualidad de ciertas reformas que requieren recursos económicos, por ejemplo la gratuidad o la mejora de los sueldos de los profesores, cosas como esas, pero hay reformas como la descentralización, o el avance hacia una nueva Constitución, que no tienen que ver con la agenda económica, tiene que ver con una decisión política de hacer los cambios. Ahora, muchos dicen que eso genera un cuadro un tanto inestable, poco propicio a los negocios, pero eso va a ocurrir en cualquier momento, porque, en general, al gran empresariado chileno no le gustan los cambios, y siempre que se generan cambios en Chile viene de inmediato la amenaza de la desestabilización, de que los inversionistas se van a ir de Chile, que nadie va a querer invertir, y frenan la pelota, la trancan. Pero eso como una estrategia política, o sea no nos engañemos. Y eso va a pasar hoy, mañana, pasado, en el año que sea. En consecuencia, yo creo que el Gobierno no debe renunciar a que es un Gobierno de cambios. Hay cambios en que uno puede entender la gradualidad, sí, hay que priorizar cuando hay aspectos económicos, pero en la nueva Constitución o en la descentralización, que tienen mucho que ver una reforma de otra, no hay ninguna razón económica que la limite. La decisión es que hay que avanzar ahora, y con decisión. Ahora, si en el curso decidido, participativo se va viendo que es conveniente escuchar a más gente, extender los mecanismos de participación ciudadana, modificar el mecanismo final que recoja todo un debate nacional, eso podría ser, pero tendría que ser en la dinámica de un proceso decidido para avanzar en el cambio de la Constitución.
¿Y qué le parece la idea planteada por el senador Alfonso De Urresti y el diputado Leonardo Soto, ambos del PS, para que en las próximas elecciones municipales se realice un plebiscito para que la ciudadanía defina si quiere cambiar la Constitución y a través de qué mecanismos?
Me parece bien la idea del plebiscito, del mecanismo, porque eso nos abre el horizonte de posibilidades hacia algo más ambicioso, más participativo, y ver si sería una especie de asamblea elegida por voto popular y bajo qué condiciones, habría que afinar la propuesta, porque no puedes plantear una generalidad, tiene que ser algo muy específico, en un plebiscito porque si no se enredaría. Si somos capaces de llegar a una propuesta consistente y la sometemos a plebiscito, legitimamos el mecanismo, porque es institucional, nadie podría decir que se está fuera de la Constitución, se ha consultado a la ciudadanía mediante un mecanismo electoral de participación universal. Así que yo creo que es un buen aporte lo que está haciendo De Urresti y compañía ahí.
En las últimas semanas algunos parlamentarios han puesto en discusión el tema de la seguridad ciudadana y el aumento de la delincuencia, además de la inestabilidad que las reformas generarían a los chilenos. ¿Cree que esto responde a una estrategia para frenar los cambios en nuestro país?
Creo que el tema de la seguridad ciudadana es un tema permanente, y es legítimo porque, efectivamente, tenemos niveles de delincuencia cada día más agresivos, más violentos, que atacan los hogares, por lo tanto eso me parece que no es cuento, es una realidad. Ahora, yo sí veo, sobre todo de parte del grupo de la derecha económica porque la derecha política está muy paralizada, está muy desconcertada, muy descolocada, pero la derecha económica parece que decidió tomar el toro por las astas, al ver tan débil a la derecha política, y ellos están, claramente asustando a la población. La Reforma Laboral: “un desastre para la economía”. Bastaría que las grandes empresas jugaran limpio con la pequeña empresa, y estas podrían despegar, no pagándoles abusivamente con dos, tres, cuatro meses la factura, o cobrándoles por los créditos precios de interés que son abusivos, abiertamente. Bastaría que la gran empresa hiciera juego limpio con la pequeña y mediana empresa, y este país progresaría enormemente, entonces no pueden venir ahora a hablar en nombre de la pequeña empresa, porque nunca han tenido interés en la pequeña empresa, y la pequeña empresa debería entender que sus aliados no son donde ellos creen que están, y deben abrirse a hacer reformas sin miedo, porque esas reformas también los benefician a ellos. En consecuencia, más bien yo creo que en la derecha económica veo que hay un afán de generar incertidumbre, y de generar temor, de trancar la pelota y de sentarse a la mesa de negociación directamente, prescindiendo de la derecha política. Eso sólo pasa cuando la derecha política en Chile ha estado en situaciones muy críticas, y ahí los grupos fácticos asoman y muestran los dientes. Para demostrar cuál es el verdadero poder.
El proyecto de Reforma Laboral que actualmente está en trámite en el Senado, ha sido fuente de críticas por parte del empresariado, la Alianza y algunos parlamentarios de la DC, específicamente. Desde su punto de vista ¿es posible moderar esta iniciativa incorporando las inquietudes de estos grupos, o debe ser aprobado tal como fue despachado por la Cámara?
En Chile siempre que se habla de reformas empiezan las visiones catastrofistas. En materia de Reforma Laboral no se está haciendo nada, absolutamente nada novedoso a lo que tienen los países desarrollados. En todas partes del mundo se tienen sindicatos, y los sindicatos no son enemigos de las empresas, son parte de la empresa, porque es la agrupación de los trabajadores para poder negociar con la empresa, no individualmente, que sería caótico, o unilateralmente, porque la empresa impondría sus intereses a todos y cada uno de sus trabajadores. Por lo tanto, los países capitalistas inventaron esto de los sindicatos, para que los trabajadores puedan ponerse a la par, y puedan tener una negociación entre iguales. En segundo lugar, los sindicatos nunca han sido enemigos de las empresas, al revés, sindicatos tienen el mayor interés que a la empresa le vaya bien, si el trabajador no es tonto. El trabajador cuando tiene acceso a la información, y cuando en una empresa hay confianza, y hay un diálogo permanente entre la parte empresarial y la parte laboral, las negociaciones colectivas suelen ser no traumáticas. De hecho en Chile hay pocos sindicatos, porque además ha habido competencia desleal y ha habido otro tipo de presiones para asustar al trabajador, al punto de que al trabajador ya no se le pasa por la cabeza que tiene derecho a pertenecer a un sindicato, y termina creyendo que es malo. Mira el nivel de sofisticación de la presión. Por consiguiente hay que avanzar en la Reforma Laboral para ponerse a tono con los países desarrollados, modernos, con sindicatos que negocien y que tienen la titularidad de la negociación colectiva, porque al quitársela tú lo que haces es fragmentar la negociación, eso es una mala política de parte de muchas empresas. Luego, los beneficios que se obtienen puede llegarse a un acuerdo entre la propia empresa y los sindicatos para hacerlo extensivo al resto. Hoy día lo hace unilateralmente el empresario, eso sí que es injusto, porque eso es antisindical. Porque eso es decirle al trabajador: “No corres ningún riesgo. Tú eres de confianza de la empresa. Tú vas a poder ascender, estos sindicalizados no, porque ellos son enemigos”. Esa visión de amigos y enemigos viene del mundo empresarial, más que del mundo sindical.
Y tiene que haber derecho a huelga efectivo, porque si no no hay negociación, tenemos que definir, y ahí reconozco que hay dos puntos en la negociación que hay que conversarlos muy bien, y es cuáles son las funciones críticas durante la huelga, y el otro tema además de la función crítica, es si los beneficios de la negociación colectiva se extienden a todos, y eso tiene que hacerse, a mi juicio, en un diálogo.
Ahora, un caso particular es la micro empresa o pequeña empresa que, en algunos países que inventaron esto de los sindicatos y la negociaciones colectivas, fundamentalmente los europeos, tienen países donde hay mucha pyme, tienen estatutos especiales para ellas. Y ahí yo estaría abierto a discutir normativas que sean más particulares para la pequeña y mediana empresa, sobre todo para la pequeña, o la micro empresa que, en todo caso, no las pesca.
¿Se pone en riesgo la continuidad de la Nueva Mayoría como pacto político y electoral el que no se cumplan las principales reformas comprometidas durante la campaña presidencial de Michelle Bachelet?
Evidente que las coaliciones son alianzas en función de un objetivo común. Todos los partidos tienen sus propuestas ideológicas, su organización, sus diferencias, y forman alianzas cuando son capaces de ponerse de acuerdo en ciertos cambios, y en ciertas políticas, y eso es lo que les da sentido, sino no tiene más sentido que agarrar cargos en el poder, sería una cosa pragmática, fría, y eso es inaceptable, no sería, incluso, ético. Por lo tanto, el Programa es lo que define la alianza, y si el Gobierno se diluye, y finalmente no se atreve a hacer los cambios, y termina haciendo un retroceso, obvio que va a perder toda credibilidad.