El Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes ha decidido que lo que se ha denominado el Mes de la Fotografía, que es en agosto, esté dedicado a la figura de Rodrigo Rojas de Negri, el joven fotógrafo que murió quemado por una patrulla militar en la dictadura. Los homenajes a este destacado profesional que mostró gran talento y arrojo para retratar el Chile de entonces, le costó un 2 de julio de 1986 la vida y a nosotros la pérdida de la capacidad de asombro en la crueldad de los métodos que tenían los soldados para atacar a quienes consideraban peligros para la sociedad, como era la figura jurídica que utilizaron para justificar lo injustificable. El peligro que revestían dos jóvenes, Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana debió haber sido inconmensurable para decidir quemarlos vivos, tormento del que Carmen Gloria sobrevivió y ha quedado como una figura incómoda a la que nunca el Ejército de Chile le ha pedido perdón por lo que hicieron sus oficiales.
Y aunque en los retratos Rodrigo Rojas de Negri aparece como un joven mayor de los 19 años que tenía, su trabajo demuestra el talento y la entrega de un profesional. Parte importante de sus fotografías serán una parada obligatoria cuando a partir del próximo martes, cuando se celebre formalmente el Día de la Fotografía y la serie Un exilio sin retorno, curada por Monserrat Rojas, sea desplegada a gran tamaño en los paraderos del Transantiago y y en otras ciudades del país. Allí se podrá apreciar el talento de este fotógrafo, cuando hombres y mujeres, jóvenes y niños, a la espera, que no es poca en nuestra ciudad, de los buses que los trasladen a sus casas, colegios o trabajos tengan frente a sí las imágenes de ese Chile que nos persigue y no nos deja tranquilos.
Son 90 fotografías las que estarán en el eje Apoquindo- Alameda, es decir, desde la Escuela Militar y la estación del Metro Las Rejas. Una serie de fotografías que enfrentarán, prácticamente, en la misma Escuela donde se forman las nuevas generaciones de cadetes del Ejército de Chile, el país que vivió otro joven que como ellos debió pagar con su vida el gesto político y ético de retratar la realidad.
¿Qué se dirá al interior de las aulas de la Escuela Militar cuando esto suceda? Asumimos que muy poco. Permanecerán enmudecidos como lo han estado todos estos años y seguirán educando a jóvenes chilenos como si vivieran en otro país, porque en Chile hablamos de golpe militar, así aparece en los textos educativos de historia, en tanto al interior de las Fuerzas Armadas se sigue señalando como la intervención militar. Y por eso, porque los militares chilenos actuales, viven en otro país, ni se enterarán que la madre de Rodrigo, Verónica de Negri recibirá a nombre de su hijo de manera póstuma, uno de los más altos reconocimientos que entrega el Estado de Chile, como lo es la Orden al Mérito Pablo Neruda.
Una alegría dolorosa, una pena llena de felicidad es la que produce esta serie de homenajes que se están realizando a 29 años de la muerte de Rodrigo Rojas de Negri, en el país del oxímoron, de esta figura literaria de la retórica que permite explicar en palabras contradictorias las emociones opuestas que se anidan en nuestro interior. Se supone que este recurso del lenguaje permite que de la contradicción entre dos conceptos surja un tercero, nuevo y diferente de los que nació. Eso es lo que debía haber pasado con la reconciliación sin embargo, en Chile, porque las cosas se han hecho con los pies y no con el corazón, seguimos anclados en la dicotomía de los conceptos. Una imagen, como dice la manida frase, y en este caso las 90 fotografías valen más del mil palabras y allí estarán esas imágenes de Rodrigo Rojas de un Chile sitiado, silenciado a punta de balas. Una Patria que parece lejana, una madre patria que nos alimentó de miedo y a cuyas cadenas seguimos atados.