No fue una exhibición ni derroche de buen fútbol, sin embargo bastó para que la Universidad Católica diera cuenta de un débil Unión La Calera, que a pesar de sus ripios, logró darse maña para complicar al elenco cruzado en el primer tiempo, del cual se retiraron en ventaja de un gol a cero, merced a la anotación de Matías Arrúa a los 20 minutos de juego.

Los fantasmas se volvían a instalar en los contrafuertes cordilleranos y la paciencia de la fiel hinchada de la franja comenzaba a agotarse, no obstante los segundos 45 minutos mostraron a un equipo cruzado mucho más activo, dando muestras desde el primer minuto del complemento de querer revertir su situación.

Así, a los 54 minutos, Christian Bravo puso el empate luego de conectar un centro desde la izquierda de Mark González –la figura del encuentro- que se paseó frente al meta Lucas Giovini, y el formado en la U no perdonó.

Cinco minutos más tarde, el árbitro del partido, Enrique Osses, marcó un discutible penal a favor de Católica por una supuesta mano del defensor calerano Nicolás Ortiz, quien luego se iría expulsado, que el mismo Mark González se encargó de concretar en el 2 a 1, tras cabecear el rebote que Giovini dio luego de contener la pena máxima.

De ahí en adelante el partido fue un monólogo, más aún cuando el mismo Ortiz se fue temprano a la duchas por darle un manotazo en el rostro a Bravo, y fue nuevamente el ex Liverpool el que colocó cifras definitivas en el marcador a los 84 minutos, tras gran pase de Carlos Espinosa. Sin embargo, el volante izquierdo fue expulsado a los 87 minutos por propinarle una patada a Jonathan Suazo, por lo que se perderá el próximo partido contra O’Higgins.

Con este resultado Católica quedó con 10 unidades, compartiendo el tercer lugar justamente con su próximo rival, pero lo más importante es que logró revertir una racha negativa tanto a nivel local como internacional.