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Arriesgado es el lema con el que la Feria Internacional del Libro de Santiago ha decidido seducir a sus lectores para la edición que se inicia en un mes y medio más. Sí al autocultivo es la frase publicitaria con la que busca captar la atención de estos esquivos lectores y lectoras chilenas y así lograr que vayan el Centro Cultural Estación Mapocho para que visiten la principal cita literaria anual de nuestro país. Sí al autocultivo, como ha señalado el presidente de la Cámara del Libro, Alejandro Melo, es un eslogan marketinero que pretende “redireccionar una frase en boga hacia nuestro interés, que es fomentar la lectura y a descubrir en los libros una manera de ‘autocultivarse’”. Interesante y audaz, ya que un llamado rompedor como este tiene que ir de la mano de una oferta cultural tan iconoclasta como ella. Sin embargo, no es la tradición de esta Feria quebrar esquemas, aunque sí en sus eslóganes, donde hay algunos de triste recuerdo y dudoso gusto. Lo cierto es que la Feria nos tiene acostumbrados a una programa cultural que no logra darle a la ciencia ni al pensamiento el lugar que les corresponde, aún cuando se hacen intentos, como es el caso de los Diálogos Latinoamericanos que se realizan junto al Consejo de la Cultura y de las Artes. Por eso resulta muy interesante lo que está sucediendo y la apuesta por un eslogan como aquel nunca se justificó tanto como este año, cuando de manera inédita se cuenta con cuatro países como invitados de honor. Con Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega, se retoma la tradición de tener a una nación diferente que viene a mostrarnos su literatura y otras expresiones culturales, y este año, esa posibilidad se multiplica por cuatro. Como nunca antes los invitados tendrán una presencia literaria que pretende sorprender a un lector con cientos de libros que llegan desde el extremo norte del planeta y para ello se ha dispuesto de una librería especialmente dedicada ello. Ya no sucederá lo de otros años, cuando el visitante debía conformarse con algunos títulos de los autores más famosos y alguno que otro desconocido de la nación homenajeada. El desembarco de los nórdicos es con todo y según dicen, es la primera vez que llegan a América Latina con una presencia tan amplia y diversa.
La barrera del idioma es grande a pesar de que Suecia cuenta con una de las más grandes comunidades de chilenos fuera de nuestras fronteras pero esto, ya sabemos, no ha implicado que la relación con ellos haya sido fluida, cuando ni siquiera se les ha considerado como ciudadanos a la hora de votar en ningún tipo de elección. Y a pesar de eso, vendrán algunos escritores chilenos que han publicado en esos países.
En el caso de Finlandia, por ejemplo, vendrán importantes figuras de la educación de uno de los modelos de enseñanza más ejemplares del planeta y que se ha convertido en Chile en un paradigma a seguir, pero ya sabemos, a la chilena, es decir, está la idea pero no la decisión política de implementar las medidas para emularlo.
La invitación cuádruple a la Feria del Libro de Santiago ha sido una iniciativa encomiable. Porque si hay algún fenómeno que se haya producido en el mundo de la escritura en las últimas es el de la literatura policial de estos países, particularmente de Suecia. Con escritores de la talla de un Stieg Larsson, el autor de la saga Millenium que falleció antes de verla convertida en un fenómeno de ventas y cuya última entrega la escribió otro autor de su misma nacionalidad, David Lagercrantz. Henning Mankell es el dramaturgo y escritor policial vivo de ese país que más fama tiene en el mundo y que acaba de publicar sus memorias luego de conocer su diagnóstico de un cáncer terminal. Camilla Läckberg, también sueca, quien ha hecho una carrera meteórica contando historias policiales que suceden en su natal Fjällbacka, haciendo realidad eso de háblame de tu pueblo y me hablarás del mundo. Ninguno de ellos viene a nuestra feria, sin embargo ellos junto a otros autores de los países vecinos han construido un corpus literario impensado hasta unas décadas y es esa la tradición que desembarca en nuestro país en unas semanas más bajo la frase de Sí al autocultivo. Lo desafiante es lograr convencer a esas lectoras y lectores que la Feria les ofrece algo más que un frase ingeniosa y libros baratos sino que una experiencia cultural como pocas.